YPF: qué se hizo y qué debió hacerse

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Después de toda una semana de escuchar a enconados «opositores» del gobierno apoyar la «expropiación» de este último del paquete accionario de Repsol-YPF, no me queda más que sacarme el sombrero y reconocer que uno de los pocos que se mantuvo en sus cabales es el Jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri. «La expropiación nos desacredita» ha dicho, en tanto que adelantó que el PRO – el partido político que él mismo comanda – votará «en contra» del proyecto presentado por el oficialismo.
     Molesta a nuestra inteligencia los encendidos titulares que han pretendido que Macri «está en contra de que YPF sea argentina» o que su «postura va en contra de nuestra soberanía económica» (subscribo en cursiva porque dicha frase es más un antojo de la lengua antes que una realidad).
¿Qué debió hacerse y qué se hizo en torno a YPF?
     El gobierno de Cristina Kirchner, en caso de ser ciertas las acusaciones de mal desempeño de Repsol en lo que respecta a la explotación petrolífera (cosa que otros legisladores, como por ejemplo Elisa Carrió, vienen denunciando desde hace años) antes que tomar cartas en el asunto, debería replantearse qué es lo que hizo en todos estos años de gestión, en los que debiera naturalmente haber controlado y supervisado el mismo trabajo que hoy cuestiona (las recriminaciones a la empresa españolada datan de años atrás). ¿Y qué debió hacer? Sencillamente, sin incurrir en la ilegalidad que plantea la expropiación y sin lastimar tanto la performance del país en el exterior, debió haberle «retirado la concesión» de YPF a Repsol para dársela a otro grupo empresario (el cual puede ser uno creado por el mismo Estado). El hecho de no haber obrado como debiera en su debido momento y la incapacidad de explicarlo, llevó al gobierno a tomar una medida exabrupta, como tratando de ocultar su «complicidad» al respecto. ¿Qué hizo el kirchnerismo? El kichnerismo – salteando y violando todo pacto civilizado, como así mismo todo reglamento por el mismo gobierno rubricado – se apropió directamente de las susodichas acciones (generando un derrumbe catastróficos en las bolsas, por lo cual «nuestra» empresa hoy vale mucho menos). Hoy nos preguntamos… ¿quiénes son los ingenieros petrolíferos que irán a hacerse cargo de tamaña empresa? ¿Dónde está esa gente, entendida en la materia y con comprobada reputación de mercado, en cuyas manos irá a resolverse el destino de nuestras reservas naturales?
     Gerardo Marcantoni, contador público de la ciudad de Rosario a quien le falta sólo un par de materias para terminar un Master en Finanzas y Espacialización en Costos, consultado por PERIODISMO>para periodistas, ejemplificó claramente: «El gobierno cambió las reglas de juego a su antojo. ¿Quién va a querer venir a invertir a un país que de un día para otro te dice ‘esto no es más tuyo, ahora es mío’?». Lo hecho por el kirchnerismo es equivalente a que el gobierno irrumpa en cualquier empresa no para resolver su déficit sino directamente para quedársela.
¿Opositores?
     Pero en toda esta historia, la nota relevante la dan los mismos «opositores» al gobierno nacional. Ricardo Alfonsín, del radicalismo, ha afirmado y reafirmado su voto a favor del oficialismo, por la “recuperación de YPF para el Estado y no para un gobierno”. Fernando «Pino» Solanas, de Proyecto Sur, fue uno de los más complacientes con la medida: “Creemos que no se puede fracasar, estamos ante algo importantísimo. Acá hay una unidad nacional que quiere que se recupere y no fracase”, argmentó. Por su parte, la más rotunda crítica del kirchnerismo y la que más denunció el manejo espurio de Repsol, Elisa Carrió, adelantó que se abstendrá de votar, aunque admitiendo que miembros de su partido votarán a favor de la expropiación de YPF.
     ¿Cuán lejos podemos llegar con esta clase de dirigentes…? Quizás no haga falta ver más lejos de nuestras mismas narices. Parece ser, el nuestro, un país afectado por la miopía hasta los tuétanos. Mucho tiempo atrás, Napoleón Bonaparte bramaba con que «es preferible la injusticia antes que el desorden», pero los tiempos han avanzado, los médotos se han perfeccionado y por lo tanto es imposible pretender resolver una injusticia aplicando otra injusticia, lo cual – como resume Gerardo Marcantoni – «nos remite a la ley de la selva». El manifiesto apoyo de la oposición a una medida arbitraria, autoritaria e injusta por parte del gobierno nacional sienta un precedente nefasto para el futuro de nuestro país en el mediano y largo plazo.
     Suelen los medios oficialistas exhibir un video del presidente Rajoy enunciando que «su país no puede vender sus reservas petrolíferas porque eso lo convertiría en país de quinta generación». ¿Acaso el nuestro, con la expropiación, no comete el mismo pecado que tanto caracteriza a un país de la mentada categoría? En rigor, no podemos aspirar a ir más lejos, toda vez que en nuestro país se haya «legitimada» nada más y nada menos que la práctica de la expropiación, estandarte de las naciones pequeñas y subdesarrolladas. Por si no se enteraron nuestros gobernantes, somos un país de sólo 40 millones de habitantes que – justamente para no decaer en la «quinta generación» – necesitamos ofrecerles a los inversores un Estado serio, confiable y previsible. Sea buena o mala la administración española, la arremetida del gobierno es peor todavía, toda vez que a los ojos del mundo empresarial poco importarán los entremeses de la gestión de Repsol y sí tendrá plena vigencia la ceguera y la reciedumbre del gobierno argentino.

Fuentes: Infobae / Página 12 / TN