Escribe: David Rey
Absurdamente vivimos días donde ciertos disparatados personajes instan a que los españoles “pidan disculpas” por haber traído la civilización donde reinaba el caos, la sumisión forzada y el crimen sistematizado en prácticas tan aberrantes como innombrables. Pues los que tendrían que pedir disculpas son los facinerosos y los ignorantes que abonan esta preposición tan calamitosa como suicida.
Cuando, tras ochocientos años de sometimiento, España finalmente consiguió expulsar al invasor musulmán y recuperar lo que le fue arrebatado, nació el mundo tal como lo conocemos hoy en día o, mejor dicho, tal cual el mundo logró formularse después de eso. Entonces, fueron los “cabdilos” (caudillos) los encargados de llevar a cabo esa recuperación heroica y definitiva. En aquella guerra decisoria sólo llevaban dos cosas: la convicción de toda una península y la Cruz de Jesucristo.
Esa misma esencia que le mostró al mundo cuán significativo resulta no darse nunca por vencidos fue la misma que poco después arribó en América. Claro que no eran maestras jardineras o profundos intelectuales versados en ciencias inextricables: eran guerreros a quienes el más genuino deseo de libertad los llevó a ser “conquistadores”. Aprendieron a ser libres con la sangre y la Cruz, eran españoles.
Resulta hoy difícil digerir las barbaridades que todavía se dicen sobre España respecto de la Conquista de América… puesto que es imposible no tropezarse con infinidad de aberraciones lógicas, absurdos que atascan el buen entendimiento. España no sometió a nadie, sino que fue un rayo de luz Celeste que se cernió sobre todo un continente sometido. España trajo a Jesucristo donde más estaba haciendo falta.
España amó, abrazó y consoló a millones y millones de personas. España liberó, España enseñó, educó, España divulgó de este lado del mundo el concepto de justicia que prevalece hasta el día de hoy. Y, encima, por si fuera poco, España hoy recibe a millones y millones de personas que desean vivir en un mundo mejor, entre los que abundan no pocos argentinos. Un mundo mejor que se llama España.
El 12 de Octubre se llama el “Día de la Raza” porque fue el encuentro de dos culturas: España y España. Lo que España había logrado ser y lo que España fue alguna vez. Lo que España es para la vida del mundo y todo aquello que estaba esperando por ser España. No se llama el “Día de la Raza” porque seamos “racistas”, sino porque justamente en la conjunción de esas mismas razas ibéricas (destacadas por el mismo Lord Byron) surgió ese gen hermoso que tiñó de esperanza y porvenir a todo un mundo indescifrable y carente de destino, donde los primeros beneficiarios fueron los habitantes de estas latitudes.
España es la palabra de Cristo por sobre todo matiz. España es sagrada. ¿Por qué habrían de atacarla tanto?
Aquellos países que, en América, no poseen población mestiza vernácula deberían explicarnos a nosotros por qué no se piden disculpas a sí mismos… antes que preguntar a España por qué no se excusa por haber traído a Europa y a Occidente por estos lares, es decir, la paz y la justicia donde no existian. Y aquellos depravados ideológicos que, siendo deudores de esta magistral Obra de Dios, le cuestionan a España que no se disculpa… deberían comprender que una Madre siempre celebra que sus hijos tartamudeen la lengua maravillosa que les permite expulsar sus vanos caprichos. Nada que el tiempo no pueda poner en su lugar y que una madre no pueda perdonar.
España es hombre y mujer. España es fuego y espada, es sangre y amor. España es Fe y España es porvenir. España es lumbre de fuego, a lo lejos, en la oscuridad. España es la voz que une y el abrazo que contiene. Es la voz que se habla, la que se grita y la que se entiende, España es la voz de Occidente, la que nadie puede ni podrá callar jamás. Es el aliento al que debemos cada segundo de nuestras vidas.
España es Argentina, México, Colombia y Paraguay, España es cualquier lugar de América y del mundo donde haya cada uno de nosotros que fuimos signados por la sangre y la Cruz, porque España no es un idioma sino una forma de ser libres, dignos y cristianos. Es la reacción ante la injusticia, es el temple cuando la tormenta, es la virtud frente al descalabro. España es Occidente, la verdadera impulsora de Occidente, a pesar de los caprichos y de todo mar efímero que pueda interponerse. No nos debemos a ingenios tecnológicos, nos debemos a lo que somos, y somos la convicción que soportó 800 años de sometimiento y nunca renunció a su afán de justicia. Fueron los «cabdilos», no los F-16 ni nada parecido. Fue el amor, no la destrucción… por esto hay tanta gente empeñada en hablar mal de España.
España es libertad. La verdadera libertad que expandió al mundo. La libertad que el mundo celebra hasta el día de hoy. La que le enseñó a la historia que la Fe no solo puede prevalecer ante cualquier adversidad sino que, además, puede sortear todo un mar. Del otro lado siempre está Cristo.
Otros lo explican con otras palabras y complejos teoremas… Cuando hizo falta Acción, España trajo la Palabra y regaló su Voz, la misma que hoy, 12 de Octubre, Día de la Raza, nos lleva a gritar con todo el corazón ¡Viva, viva, viva España, sangre de mi sangre, fuego en el alma, luz en mi corazón!
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