Amenazaron con prender fuego la casa de Etchecolatz

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La revista digital «Te cuento… la semana» recibió un mensaje anónimo que los «advierte» de posibles atentados. Se produce en medio de un clima «enrarecido» por diversas intimidaciones que llegan hasta al presidente de la Nación y tras un reguero de graves agresiones pasadas.


El remitente ofrece el seudónimo de «Diego Alter», usuario del servicio de mensajería de Yahoo. El asunto del mensaje es «Alegría» y el destinatario es la dirección de la revista digital «Te cuento… la semana». El mismo día la revista ocupó nada menos que la primera plana del diario «Página 12», cuyo editorial – con sorpresa e indignacón – se manifestó sobre la existencia de este «modesto medio» de comunicación que administran distintos Presos Políticos Argentinos y que tiene la intención de ser un canal de comunicación entre los reos, sus familias y todo aquel que quiera interiorizarse en una cuestión de suyo difícil y espinosa.

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La revista «Te cuento… la semana» fue tapa de Página 12 el mismo día de las amenazas.

No obstante, más allá de los descalificativos aplicados por «Página 12» hacia «Te cuento… la semana», que el primero haya convertido en noticia al segundo terminó por resultar un envión incalculable para este último, ya que la tapa de la edición en cuestión corrió como reguero de pólvora por las redes sociales. La gratuita publicidad del diario fundado por Jorge Lanata también reprochó en su edición que «la voz de los Presos Políticos al mundo» guardara ciertas expectativas hacia el gobierno del presidente Mauricio Macri, fundamentalmente en lo que respecta al generalizado reclamo primeramente de conseguir «prisiones domiciliarias» para los imputados y condenados por supuesta comisión de delitos de Lesa Humanidad (tal como lo establece la ley para personas de avanzada edad y múltiples problemas de salud), más allá de que la lista de exigencias sea bastante más larga y compleja.

«Estimados amigos, estoy muy contento por la posibilidad de ver de nuevo en su domicilio al camarada Etchecolatz», comienza el mensaje de Diego Alter justo el mismo día de la controvertida publicación de Página 12. «Esto abre nuevas esperanzas para nosotros. Esperamos poder visitarlo prontamente en su casa para llevarle el calor de nuestro afecto».

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De hecho, todos los medios nacionales se hicieron eco del «beneficio» de otorgamiento de prisión domiciliaria para el «represor» Miguel Etchecolatz, más allá de que lo mismo finalmente no se ha hecho efectivo debido a que el tribunal que integra el juez Rafecas aún no se expidió en este sentido. Etchecolatz posee un total de 12 causas judiciales, de las cuales dos se han expedido con condenas firmes de prisión perpetua. Hace ya un mes que el implicado realiza huelga de hambre en reclamo de obtener prisión domiciliaria, su estado de salud es delicado (los jueces han determinado alimentarlo «por la fuerza») y su esposa, Graciela Carballo, confió a www.DAVIDREY.com.ar que «no creo que mi marido resista la huelga de hambre».

El entusiasta mensaje de Diego Alter continúa de la siguiente manera:

«Por favor, avísenle (a Etchecolatz) para que se prepare cada vez que suene el timbre, que se despida de su familia porque vamos a llevar un bidón de nafta para hacer lo que se hace con la basura.

¡Qué suerte saber dónde podemos encontrarlo!

Saludos y prepárense ustedes también. ¡Ya les va a tocar!»

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Distintos artículos de la revista «Te cuento… la semana».

El mail en cuestión, firmado por Diego Alter, no tendría absolutamente nada de inquietante y novedoso si no fuera que una serie de cuestiones complementan este asunto. Como ya mencionamos, el mensaje se subscribe precisamente el mismo día que el periódico Página 12 (uno de los de mayor tirada en el país y uno de los que más «empuja» con los juicios de Lesa Humanidad) publica un artículo para «defenestrar» el trabajo de la revista «Te cuento… la semana», precisamente a quién está dirigido el mensaje. La publicación, por cierto, fue la mejor publicidad que pudo haber recibido la revista de los Presos Políticos, desde ya.

A todo esto, podríamos sumar el hecho de que efectivamente existe una campaña para impedir que la Justicia se expida conforme a derecho y por lo tanto conceda prisión domiciliaria a los Presos Políticos mayores y con problemas de salud. En efecto, una página en Facebook llamada «Campaña Nacional contra la Violencia Institucional» ha sabido expedirse (absurdamente) con una publicación que reza «No a la prisión domiciliaria a los genocidas», e ilustra dicho reclamo nada menos que con una foto del comisario Etchecolatz. Es tan solo una de las muchas publicaciones que, en este sentido, han dado la vuelta a través de las redes sociales.

Lea: Habla la esposa de Miguel Etchecolatz: «No creo que mi marido resista la huelga de hambre»

No sería honesto no considerar dos aspectos relacionados: el cinismo implícito en la amenaza a Etchecolatz (el asunto del mail es «Alegría» y comienza celebrando la domiciliaria concedida al comisario, aunque no hecha efectiva) y el recuento de las veces en que bandas de delincuentes atacaron indiscriminadamente a toda su familia. La esposa de Etchecolatz primero fue secuestrada y torturada por estos especímenes para luego perder un ojo durante un ataque con piedras en su domicilio, «mientras la policía no hacía nada en la esquina». Creer que todos estos episodios de violencia no están relacionados entre sí sería de una ingenuidad rayana con la taradez. Se trata de un cinismo, pues, «familiarizado» con todo este asunto y que además trasciende a Etchecolatz mismo y engloba a todos los Presos Políticos en general: «¡Ya les va a tocar (a ustedes)!», celebra al final.

Por consiguiente, es dable tener en cuenta el actual clima «enrarecido» que vivimos en función tanto del ataque con piedras llevado a cabo contra el presidente Macri y la gobernadora Vidal en Mar del Plata, sumado a la ya incontable cadena de diversas amenazas dirigidas contra el macrismo en general (entre lo que se contabiliza nada menos que amenazas de bomba), todo lo cual nos habla de que ciertos sectores acaso ya han «naturalizado» un modus operandi basado en el miedo, el apriete y la agresión propiamente dicha.

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A través de las redes sociales diversos organismos reclaman la continuidad de las injusticias.

Por cierto que a todo lo expuesto habría que sumarle, para finalizar, la endeble convicción de una Justicia viciada por las ínfulas del sector político como por la ignominia de sus propios jueces (sin ir más lejos, en Santiago del Estero están juzgando causas de Lesa Humanidad tres jueces que acreditan antecedentes de haber participado en organizaciones armadas durante los años setenta), asunto que no hace más que fundamentar el celo judicial y político que mientras que condena a quienes vencieron en la lucha antisubversiva por otra parte ensalsa, indemniza y obsequia cargos públicos a los terroristas de antaño.

Es cierto que un mail como el que envió Diego Alter… lo puede enviar cualquiera. Incluso alguien que se esconde cobardemente tras un seudónimo. No sería para preocuparse. Sin embargo, lo que preocupa no es el mensaje en sí como el contexto que inspira al mismo y que, dado el caso, posibilitaría una agresión por el estilo (no olvidemos que Argentina es el único país del mucho cuya fuerza policial es capaz de permitir que agredan al propio presidente sin que se reprima inmediata y eficazmente). Las personas como Diego Alter no buscan tanto cometer atropellos por el estilo como primero asegurarse el marco de impunidad que les permita llevarlos a cabo, ¿o acaso alguien ha resultado preso tras los violentos escraches que supo sufrir la familia Etchecolatz? Claramente, el caso de Diego Alter se trata de una persona que «está midiendo» el nivel impunidad con que cuenta ahora, ver qué alcance y respuesta obtiene por parte de la sociedad. No buscan generar ruido, sino comprobar nuevamente que los argentinos siguen soslayando estas cuestiones, como si se autorizara a atacar a una persona y a su familia por ser «represores».

En fin, amenazaron con incendiar la casa de Etchecolatz. Para el desprevenido, puede tratarse de una simple catarsis a través de un mail. Sí. Pero a la mujer de Etchecoltaz, por ejemplo, una «catarsis» así le costó un ojo de la cara (en una de las tantas agresiones que recibió por parta de estos delincuentes «humanistas»).

Esperemos que esta vez, la cosa no vaya más allá de un mensaje anónimo. O que, llegado el caso, la policía no se quede parada en la esquina, viendo simplemente qué es lo que ocurre ante ella… con total impunidad.