
Escribe: David Rey
Esta vez, la que se enrocó fue la reina. Hasta en esto nos ha hecho trampa Cristina. Ingeniosamente, la expresidente cambió de lugar en el tablero y, en cuestión de horas, pasó de ser una multiimputada a convertirse nada menos que en la víctima de un intento de magnicidio, realmente una mártir en vida alabada por absolutamente todo el escaparate mediático y político. De ser la persona más denostada del país pasó a ser la más reivindicada.
Sería ocioso aquí llevar a cabo una enumeración de las infinitas irregularidades que condujeron al fracasado magnicidio ya que las redes sociales se han encargado de hacerlas correr como reguero de pólvora. Claro que ni siquiera Hollywood logró que el más inteligente de los asesinos pudiera atravesar sin transpirar la portentosa coraza de guardias y acólitos para, finalmente, colocar la punta de un arma mortal a centímetros del rostro del objetivo. Acá, el afamado extra de Crónica TV no solo que concibió tamaña genialidad, sino que, además, le perdonó la vida a su víctima dibujándole circulitos de agua en la cara -tal es el movimiento que se observa que realiza con el arma y la reacción de Cristina- en lugar de dispararle. El muchacho tuvo el temple, la destreza y el arrojo de coordinar absolutamente todos los pasos para llegar al punto… pero se olvidó de poner una bala en la recámara o de destrabar el arma.
Por su parte, la legión de guardaespaldas, en lugar de rodear a la víctima, meterla en un vehículo y alejarla de la sospechosa multitud a la velocidad de un rayo… se queda entremezclada entre otros potenciales asesinos mientras la ya enrocada Dama, sin siquiera despeinarse, permanece en el mismo lugar donde la quisieron matar firmando libros y tomándose fotografías ante los flashes de teléfonos celulares entre los cuales tranquilamente podría haberse colado otra pistola más. En fin, el problema no es que nos quieran mentir tan groseramente, el problema es que puedan hacerlo. Pero… ¿en realidad han logrado mentirnos?
Sí, y no
Sí, y no. Sí porque tanto los medios masivos de comunicación y prácticamente toda la casta política llaman “intento de magnicidio” a lo que no es más que un burdo circo montado. Y no, porque absolutamente no debe haber un solo argentino de bien que, en sus fueros internos, no piense o haya pensado que esto ha sido “armado”. Otra vez, entonces, tenemos el mundo dividido en dos: lo que ocurrió y lo que los medios nos quieren hacer creer que ocurrió. De nuevo, el sentido común se enfrenta al relato. De un lado, el pueblo; del otro, los criminales de siempre.
¡Y guay de aquel político que omita manifestarse para “repudiar” el falso intento de matar a la Dama! Será de inmediato señalado en todos los titulares de ser un magnicida y de fomentar el “lenguaje de odio”. La diputada santafesina Amalia Granata, pues, que sin pelos en la lengua dijo que todo esto era un circo, ahora oscila entre ser expulsada de la Cámara y humillarse en procura de rogar unas disculpas por haber tenido el descaro de decir la verdad. La usarán a ella, y a quien se anime, para advertir a todos los ciudadanos respecto de lo que le espera a todo aquel que se pase de la raya, de todo aquel que vea y piense por sí mismo.
Ahora, ¿cómo es posible que toda la prensa que hasta hace poco titulaba en torno a las causas con que el fiscal Luciani tiene (o tenía) acorralada a la Dama, se haya arrodillado incondicionalmente para rezar este nuevo credo que la reinventa y la convierte en heroína indiscutible? ¿Acaso ninguno de los “sagaces” periodistas de los medios “grandes” tiene la poca de perspicacia para, al menos, cuestionarse algunas cosas? Lo cierto es que tanto Cristina, su recua seguidora (entre los que está el mismo presidente), los políticos “opositores” y los medios de comunicación apenas son actores de un relato que está muy por sobre ellos y que incluso trasciende las fronteras de nuestro mismo país. A ninguno de ellos les conviene ver presa a Cristina porque a ninguno les sirve un país donde reine la Justicia. Que todos los medios y toda la casta política abone la insostenible idea del «magnicidio» es la muestra más cabal de que, definitivamente, el mismo fue un montaje, un sketch.
¡Justo ahora!
Precisamente en tiempos de descarada censura tanto en los medios como en las redes sociales, el enroque de Cristina sirve al sistema -el mismo que pone presidentes a gusto, que inventa una pandemia, que dice que los negros no nos importan (“black lives matter”), que los hombres instintivamente odiamos a las mujeres y que matar a un niño por nacer está bien y es legal- para reforzar un aspecto esencial dentro de toda esta estrategia de dominación mundial: el discurso de odio, es decir, la “autorización” moral que necesitan los “de arriba” para avasallar aún más nuestras libertades y someternos a un régimen de completa sumisión. Por más opositor que seas, no vas a negar la nueva mentira ni renegar de ser un mono más dentro del circo, por más que con ello tengas que reivindicar y sacralizar a la psiquiátrica cleptómana que hasta ayer soñabas con ver presa. Ayer, la acusabas de haber matado al fiscal Nisman; ahora -con vendas en los ojos y bozal en la boca- la postulás como “víctima” de un magnicidio.
Lo cierto es que los medios masivos de comunicación y la circense casta política que dice representar al pueblo que piensa y siente diametralmente opuesto a ella, con esta vulgar opereta nos acaban de robar a los argentinos la posibilidad de apreciar (y disfrutar) cómo la pretendida justicia de este país podría haber llegado a tener lugar. ¿Quién quisiera matar a Cristina justo ahora que, al fin, iba a tener que rendir cuentas como la grosera delincuente que es? ¿Quién desearía privarse de ver un final de partida que definiría justamente el curso de la historia?
Pucha, nos distrajimos, la Dama se enrocó y, ahora, de ser la máxima corrupta del país pasa a ser la Carmelita Descalza “a la que quieren matar”, “a la que quieren silenciar”, ¿quiénes, por qué, para qué? Así, pues, la Justicia que nos iba a vengar pasa a ocupar el lugar del verdugo maligno, perverso, y que -por si fuera poco- persigue a la pobre mártir viviente que se salvó de que la mate un extra de Crónica TV y cuyo frustrado homicidio tarotísticos medios como C5N anunciaron -según los registros de Google- hasta cinco horas antes de que ocurriera.
En la misma trinchera
Pero del otro lado, el de las personas, estamos nosotros… y la verdad es que hoy somos muchísimos más que antes. De un día para el otro, los “conspiranoicos” que observamos lo que ocurre con nuestros propios ojos y elaboramos nuestros propios criterios, resulta que nos multiplicamos exponencialmente, ya que absolutamente todo el mundo pensó en “esto está recontra armado”. Lejos de desanimarnos por la pesadilla que nos toca observar, deberíamos sentirnos fortalecidos ya que gracias a este nuevo yerro en la estrategia del sistema ahora somos muchos más que antes y, por ende, debería resultarles mucho más difícil concretar el sometimiento que les roba el sueño a los criminales “de arriba”. Hoy, gracias a Dios, todos los argentinos estamos del lado de los buenos, por más que los medios y los políticos se crean que pueden implantarnos una realidad incluso absurda e insostenible para ellos.
Ya sabemos que no son enemigos sino socios, y lo acaban de demostrar sobradamente. Ya sabemos que no hubo tal cosa como un intento de magnicidio y que todo ha sido -mal- sobreactuado. Y ya sabemos, entonces, qué lugar le toca a todo aquel que no acepte arrodillarse a la mentira, al engaño y a la corruptela de los medios y los políticos. Por todo esto, a los nuevos les decimos, de todo corazón: ¡Bienvenidos al club de los “negacionistas”! ¡Los estábamos esperando! Pasen, sírvanse… que afuera está frío. ¡Y salud!

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