Carta al presidente de un militar detenido: «Son más de 30 mil»

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Escribe: Juan Armando Giovarruscio (*)

“Algunos hombres cambian de partido por el bien de sus principios, otros cambian de principios por el bien de  sus partidos”. WINSTON CHURCHILL.

Sr. Presidente de la Nación Argentina
Dr. Alberto Ángel Fernández

De mi mayor consideración:

Señor presidente, quien estas líneas escribe se encuentra sometido a una ilegítima privación de la libertad hace más de siete años. Misma condición padecen aproximadamente 3000 soldados y civiles que tuvieron que enfrentar, o no (depende su misión), a un enemigo subversivo/terrorista, de ideología marxista, en la década del setenta. Enemigo éste, real y concreto, que en Argentina se identificó como “Partido Revolucionario de los Trabajadores”, PRT (estructura política) y “Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP, (brazo militar). El otro gran aparato del terror se denominó “Montoneros” (hubo otras de menor cuantía).

Ambos, vigentes y activos en la actualidad, atentaron y atentan contra la democracia. Ayer, mediante métodos violentos, apoyados por estados extranjeros, apegados a sistemas totalitarios. Hoy, sutilmente enmascarados de “progresistas” acatando los lineamientos del “Foro de Sao Paulo”.

Vale acotar que ésta brutal e injusta situación, golpea a familiares y amigos. Siendo por ello, el Estado argentino, hoy, un Estado que vulnera los derechos humanos y civiles de un sector de la sociedad.

La presente reseña, viene al caso para colocar en contexto la pregunta que surge de la cita del señor Winston Churchill, que encabeza la presente y que tiene que ver con los temas abordados: ¿Qué parte le toca?

Señor, con todo respeto, creo que Ud., simplemente, cambia de principios. Cuesta creerle.

En su discurso, en el Congreso de la Nación, entre varios temas, puntualizó “necesito que la palabra recupere el valor que alguna vez tuvo (…) el futuro está en nuestras manos y es con todos” y propuso una “reforma judicial” que busque “impedir para siempre que la discrecionalidad judicial reemplace a las normas del derecho”. “Venimos a ponerle fin a la designación de jueces amigos, a la manipulación judicial, a la utilización política de la justicia…”, “a la arbitrariedad en materia de detenciones”.

Comparto sus buenos deseos, pero, debo decirle, señor, que todas las anomalías mencionadas, especialmente, la manipulación de la justicia, fueron implementadas por el gobierno que Ud. integró junto a Néstor Kirchner. Como ejemplo claro e inequívoco, traigo a la memoria sus dichos en la entrevista que le hiciera el periodista Eduardo Aliverti, por Radio La Red en mayo del 2009, en la cual le narra de qué manera se reiniciaron los juicios contra los miembros de las FFAA y FFSS, por haber participado en la lucha contra la subversión. En la oportunidad, comentó que, ante la inquietud de Kirchner de reiniciar los juicios, “todos sus asesores le dijeron que ese tema era un caso cerrado, terminado y agregó: “entonces tuvimos que hacer todo políticamente (…) debimos remover los obstáculos jurídicos”.

Como profesor en derecho, deberá aceptar que “remover obstáculos jurídicos” significó la violación del art. 18 de la Constitución Nacional y el Estatuto de Roma en su disposición de no aplicarse retroactivamente, por nombrar algunos aspectos violados. Lo expresado ha sido denunciado por prestigiosos juristas de nuestro país, como así también por la Academia Nacional de Derecho.

Sin realizar un esfuerzo intelectual extraordinario, podemos deducir que hoy le reclama a la justicia todo aquello por lo que no hace mucho tiempo Ud. actuó como un importante operador político en materia judicial en favor de dichas desviaciones.

Señor presidente, es necesario resaltar que el cuadro expuesto sobre el accionar judicial no se ajusta a la real situación que padecemos quienes estamos involucrados en estas parodias, muy bien denominados, por notables personalidades del derecho como: “circos”.

A modo de ejemplo, le comento que a partir del 21 de noviembre del año 2012 fui detenido, junto a otros integrantes de las FFAA y FFSS, por un “secretario judicial”, luego, designado ilegalmente juez subrogante por una Cámara de Apelaciones, sin voto mayoritario. (Ud. sabe que los jueces federales deben ser nombrados con aprobación del Congreso de la Nación y los subrogantes deben ser reemplazantes legales y previamente designados). Nada de ello se respetó.

Nos juzgó un tribunal de subrogantes, compuesto por una juez del fuero “nacional” de la CABA. Es decir, “no juez federal”. Por ello, durante más de tres años percibió doble salario del Estado nacional (pingüe negocio, ¡después se habla de jubilaciones de privilegio!). No era el juez más próximo a la jurisdicción donde le tocó actuar. Casada con un integrante de la organización subversiva Montoneros que estuvo preso durante ocho años. Fue allí donde se conocieron (aspecto afectivo no criticable). Los otros integrantes también con familiares “víctimas” de la represión del estado en los 70 y vinculados a la agrupación política “Justicia Legítima”. Como se desprende, ninguno juez natural, y con un pronunciado sesgo tendencioso político. Como se observa, varios aspectos no aconsejables para el equilibrio de la justicia. Resultado: TODOS CONDENADOS. Pruebas: “estar, pertenecer al Ejército, poseer la especialidad de inteligencia”. (Se imagina si a las personas acusadas de corrupción le aplican este criterio, “estar”, “pertenecer” – teoría de Roxin-).

Si alguna particularidad brillo por su ausencia en este juicio fue:

El derecho.

La transparencia.

La imparcialidad.

De asignar un nombre, lo denominaría “Tribunal Popular”.

Hoy se habla de “lawfare…”. Al respecto, se observa una manera muy singular de analizar el tema. Es “lawfare” de acuerdo de quien se trate (político o militar). Aunque a los miembros de las FFAA y FFSS nos aplican directamente el “derecho penal enemigo”.

Señor presidente, propone modificar la justicia y esgrime como argumento que ¡la misma, actúa según el momento e interés político!

Con honestidad y sinceridad, debo decirle que no creo en dichos argumentos. Cualquier observador advierte que, de no encontrarse dirigentes políticos acusados, procesados, enjuiciados y encarcelados por corrupción, este tema no estaría en la agenda política argentina. Hace ya más de quince años que, en nuestras causas, se violan los plazos de las prisiones preventivas y se niegan prisiones domiciliarias a personas mayores de 65 años, tal el compromiso asumido por Argentina ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y transformada en la Ley Nro. 27.360, la cual fija dicho tope “sin tener en cuenta su estado de salud”. Señalar otras injusticias sería extenso.

A nadie se le movió un pelo. A la fecha, se han producido 566 muertes en cautiverio. La mayoría sin condena firme. Inocentes.

El sentido práctico recogido en el trayecto de setenta y tres años, me indica que los problemas se empiezan a resolver a partir de que se los asume como tal. Hace aproximadamente setenta años que la sociedad, junto a su dirigencia, se empeña en NEGAR Y ESCONDER SU CONFLICTO. Este se llama DESENCUENTRO. Hoy, denominado “GRIETA”. TODOS empiezan sus gobiernos llamando a la UNIDAD NACIONAL. Ud. no escapa a tal “buena intención” y nos convoca mediante la frase “el futuro está en nuestras manos y es con todos”. Para lograr esta anhelada “comunión”, muchos apelan a ejemplos foráneos como el “Pacto de la Moncloa” o la salida “uruguaya” o copiar leyes como la del “negacionismo”. Pero claro, todas estas herramientas las queremos aplicar manteniendo el “ocultamiento” del adversario o, mejor dicho, “contra el adversario”.

Por ello, señor presidente, si Ud. no está condicionado por nadie y, sus principios le dictan que debemos lograr nuestro futuro “todos juntos”, por qué no “prueba ir por TODA LA VERDAD. Toda la verdad significa TRATAR EL PROYECTO DE LEY SOBRE EL NEGACIONISMO Y QUE LLEVE POR NOMBRE: “NEGACIONISMO COMPLETO”. Sus asesores pueden mejorar y pulir la idea.

Allí, en el Congreso de la Nación, podremos debatir y comprobar, por ejemplo, que fueron muchos más de treinta mil las victimas violadas, torturadas, asesinadas y desaparecidas. Cuando sumemos asesinatos de niños y civiles inocentes. Asesinatos de soldados, oficiales, suboficiales, policías y jueces. Asesinatos de diplomáticos y empresarios extranjero. Los heridos y mutilados por los atentados con bombas en escuelas, comedores, espacios y transportes públicos. Destrucción de bienes materiales. Toma de pueblos y cuarteles. Secuestros y torturas en cárceles del pueblo. Las ejecuciones populares en nombre del pueblo. También nos podremos enterar de la organización de sus ejércitos clandestinos, entrenados y armados. Sus reglamentos, organización y jerarquías y quienes fueron sus líderes.  Finalmente, toda la población que fue violentada y que colateralmente se vio sometida al terror.

Sumado todo ello, veremos que el número de treinta mil no refleja la magnitud de la guerra fratricida. Es varias veces mayor. Hay muchas “más madres y seres perjudicados por aquella violencia”.

Ya conocemos la barbarie de la represión del Estado. Pero cuando tratemos a flor de piel esta agresión, nos daremos cuenta que fue tan o más violenta y brutal que aquella.  No se trata de ver quien gana o si hubo dos demonios.  Se trata de comprender que vivimos una guerra. Se trata de ser “sinceros con nosotros mismos como sociedad”.

Dicha sinceridad, nos hará caer en cuenta que no necesitamos copiar ningún modelo para vivir en la diversidad, pero en armonía. Dejaríamos de discutir si son siete o treinta mil.

Señor, sé que no es fácil. Se que tendrá que luchar a brazos partidos. Pero también sé, aunque cueste y duela reconocer, que deberá pelear contra un monstruo al cual Ud. ayudó a crecer. Si Ud. es quien dice ser y tiene la lapicera y el poder, podrá hacerlo. De lo contrario, si el poder pasa por otro lado, estará en problemas.

No pretendo me conteste, pero si, al menos, lea la presente. No pido nada personal. No obstante sufrir la ilegal prisión junto a mis compañeros de cautiverio, desterrados y seres queridos, concluyo reflexionando sobre los siguientes tópicos por Ud. Tratados como “inseguridad jurídica”, “arbitrariedad de las prisiones preventivas”, “utilización política de la justicia”, “discrecionalidad judicial”, “manipulación del derecho”, “jueces amigos” y “valor de la palabra”:

Hace cuarenta años, el Estado argentino rigió mi destino con otras reglas de juego, La Ley y el Código de Justicia Militar, emanadas de la Constitución Nacional, la cual debí jurar y obedecer “hasta perder la vida”. Ese mismo Estado, hoy cambia las reglas de juego, viola el art. 18 de la CN, suprime el Código de Justicia Militar y, con Tribunales Especiales y, aplicando, el Derecho Penal del Enemigo, me condena por pertenecer a las FFAA, “sin pruebas”, sólo por conjeturas que no logró probar en un amañado juicio.

Estimado señor presidente, al igual que millones de argentinos, anhelo un país sin odio ni venganza. SÍ… CON JUSTICIA.

Saludo a Ud. con respeto y consideración.

(*) Preso Político Argentino.
Mendoza – Argentina.