Carta a Juan Emilio Basso: «Violar la Constitución no es justicia; es injusticia».

262


Escribe: Orlando Agustín Gauna

Señor Juan Emilio Basso:

Me entero que en Redacción Rosario, bajo el título volvieron los visitantes, se publica en  http://www.redaccionrosario.com/nuevo/2017/02/04/volvieron-los-visitantes/, con la firma de Santiago Garat, una nota donde se le  atribuye a usted la siguiente expresión: “No es la primera vez que funcionarios de un gobierno democrático justifican o pretenden justificar el terrorismo de Estado o tratan de relativizar la memoria, la verdad y la justicia, esas banderas que se han convertido ya en un emblema del pueblo argentino”.

De esta breve expresión, se desprende, en su parte final, toda la mentira que durante años trataron de internalizar en la mentalidad del conjunto del pueblo argentino.

Usted es demasiado joven y le contaron esta parte de la historia.

Yo soy demasiado viejo, y no me la contaron. La viví.

Por eso, le comento, cuando los que le contaron esta parte de la historia y le hablan de memoria, es obvio que se refieren a una memoria hemipléjica. Les falta la mitad de la memoria.

Yo viví esos años, cuando Jorge Ricardo Masetti, regresó a nuestra Patria, junto a un grupo de delincuentes terroristas que adoptó el nombre de EGP (Ejército Guerrillero del Pueblo).¿De qué pueblo? En ese entonces ya había sido electo Presidente de la Nación: el Dr. Arturo Illia. Eso no les importaba a estos delincuentes. Ellos no venían a luchar contra ninguna dictadura, venían a imponernos una dictadura castro–comunista. Y para eso tenían su propio “Código de Conducta”.

Cómo nos cambia la vida. Ese “Código de Conducta” establecía la pena de muerte para los homosexuales. Mire si se enteran lesbianas y gays.

Pero al Ejército Guerrillero del Pueblo, no lo apoyó el PUEBLO. Un gobierno constitucional, los derrotó rápidamente.

En la misma nota, Garat, le atribuye a usted la expresión: “Hay en este gobierno un intento de retomar un proyecto de Nación que se emparenta con ese que quiso imponer a sangre y fuego la dictadura”. En esos años, fueron los delincuentes terroristas los que nos querían imponer a sangre y fuego una dictadura castro–comunista. Se imagina usted el resultado. Hoy seríamos una “potencia mundial” como lo es Cuba. El único beneficio sería que no tendríamos hoy el matrimonio igualitario. Los “militantes” los hubieran ejecutado a todos los homosexuales que descubrieran.

En ese eslogan dicen “verdad”. Pero MIENTEN. Garat, en la nota, afirma: «un grupo de familiares de represores provocó a quienes acompañaban a las víctimas». Yo acompañaba a los familiares de los «represores». Sí. A los familiares de quienes reprimieron a los criminales terroristas. Y lo hacía en mi condición de amigo del Oficial de la Policía santafesina, Ernesto Jesús Olivera, que murió en la ciudad de Rosario a consecuencia de las graves heridas recibidas cuando estalló un artefacto explosivo que intentaba desactivar. Ese explosivo había sido colocado en una motocarga que dejaron abandonada en la vía pública por los criminales terroristas a los que hoy algunos llaman militantes. A esos criminales no les importaba ni la vida de un policía (por este atentado terrorista, murieron dos policías) ni la de cualquier otro inocente que pudiera haber sido alcanzado por la explosión. No le habrán contado que cuando en Rosario asesinaron al General Juan Carlos Sánchez también asesinaron a una inocente mujer, ajena a la contienda que los terroristas habían provocado. Y como ella, fueron muchas las personas asesinadas, a las que pretenden llamar “víctimas colaterales”.

Y como yo no lo sé todo, le pregunto a usted y a los secuaces del “militante montonero” Emilio Osvaldo Feresín: ¿Cuáles eran sus medios de vida? ¿El robo y el secuestro extorsivo, como afirmara frente a las cámaras el periodista Eduardo Anguita? Y a usted le pregunto: ¿Usted y/o su señora madre, recibieron y/o reciben dinero del Estado por el sólo hecho de tener vínculos afectivos o de sangre con Emilio Osvaldo Feresín? ¿Cuánto?

Porque si hablamos de VERDAD, cuenten la verdad.

También emplean el término “justicia”. Lo invito a leer el artículo 18 de la Constitución Nacional. No le pido mucho esfuerzo, sólo el primer párrafo. Dice: «Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa». Ese solo artículo es suficiente para que usted comprenda que los juicios por los llamados de lesa humanidad están viciados de absoluta nulidad. Violar la Constitución, no es justicia. ES INJUSTICIA.

También es INJUSTICIA, el CURRO DE LOS DERECHOS HUMANOS. Son numerosos los desaparecidos aparecidos.

“Mentirás tus muertos” es un libro donde José D`Angelo nos aclara bastante el tema de los “desaparecidos”.

Pero los kirchneristas hicieron un lindo negociado con ese «curro». Compraron voluntades y se robaron hasta los “sueños compartidos”. Y con ese curro también aquietaron a los violentos “militantes”, que por el vil metal defendían a los Kirchner y su séquito de delincuentes (Báez, López, Jaime y muchos etc.). Y por las mismas monedas, que salían del bolsillo del pueblo, atacaban a los opositores.

El mismo firmante de la nota, dice que usted expresó: «… tratan de relativizar la memoria, la verdad y la justicia, esas banderas que se han convertido ya en un emblema del pueblo argentino». ¿Eso cree usted del pueblo argentino?

“¿Por qué no piden un plebiscito? UN PLEBISCITO. Que el Pueblo vote si prefiere a los “militantes”, a los políticos o una “dictadura militar”. Es la mejor forma de saber qué es lo que quiere el pueblo argentino, para que nadie invoque su nombre con mezquinos intereses.

Entonces, dirán como afirmó por escrito y con su firma, el “militante montonero” Antonio Sabino Riestra: «Y no se diga que la voz del pueblo es la voz de Dios, porque ya tenemos bastante cansancio auditivo con tal eslogan».

Usted tiene relación directa con distintos organismos de “derechos humanos”, con dirigentes del Frente Para la Victoria y numerosos medios de comunicación social. Pidan un plebiscito con esas tres opciones.

¿Se animan?

¿O acaso temen a la voz del pueblo del que ustedes dicen ser sus voceros?

Atentamente, quedo a la espera de que promueva un plebiscito, si se anima a conocer la voz del pueblo.