Confirmado: los no vacunados tienen una «educación» inferior a los vacunados

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Escribe: David Rey

La recua psicópata de Clarín, como de la mayoría de los «grandes» medios (des)informativos, está nerviosa. Ahora dicen que la decisión de no habernos inoculado contra el pretendido bicho plandémico se debe a nuestra «baja» educación. ¡Guau, sorprendente! ¡Seguro que la educación de los vacunados debe ser algo descollante! 

Pues bien, el caso es que un artículo del mentado matutino -firmado por una tal supereducada Irene Hartmann- señala que un estudio de la Fundación Bunge y Born «revela que el menor nivel educativo de los padres y el mensaje en contra de inmunizar que podría llegarles de un profesional de la salud son circunstancias que van en contra del adecuado acceso a las vacunas para los chicos». Seguidamente, detalla que «a menor nivel educativo del ‘cuidador’, peor acceso a las vacunas para los chicos a su cargo». Sí, es para reírse, pero no es un chiste.  

El interesado, puede ir a seguir riéndose con clic aquí. Realmente, este editorial no tiene el interés de insultar la inteligencia de nadie desandando las insostenibles razones que expresa Hartmann o Clarín.  

Vaya uno a saber qué entienden Clarín y Bunge y Born cuando piensan en «educar» o «educación», pero desde ya que debe ser algo muy distinto a sus acepciones naturales. Digamos que, en el más afortunado de los casos, para ellos “educar” es sencillamente “adiestrar”, “domesticar”, “docilitar”, “amenazar”, “castigar”, en fin, hacer que una persona no piense por sí misma y repita como un loro las groserías que escupen los medios. Para Clarín una persona “educada” bien podría ser un zombi, un perro miedoso o un retardado mental. Entonces sí… si esa es la definición de “educar”, la nota está en lo cierto. 

La verdad es que ninguno de nosotros acordaría con esta singular acepción ni, para serles honesto, necesita que David Rey ni nadie les explique qué significa “educar”, es decir, hacer eso que nos permitió justamente resistir antes que entregarnos como vacas para el matadero. Pero vamos a ser concesivos una vez más y, si seguimos la lógica de esta nueva definición de “educación” que plantea Clarín, veremos que tienen motivos de sobra para estar “alarmados”.  

Es que si alguna vez les pedimos a estos psicópatas que nos digan cómo estaban compuestas las inyecciones contra el coronavirus (algo que, por “educación”, nunca nos respondieron), ¡ahora, como buenos maleducados, hemos terminado por leer el prospecto entero de cada cosa que nos quieren meter! ¡Qué maleducados! Si, pues, en un principio, pusimos en tela de juicio no solo la eficacia sino, además, la necesidad misma del plandémico inóculo, ¡somos tan maleducados que ahora nos hacemos exactamente los mismos cuestionamientos, pero para con todas las vacunas e, incluso, todos los medicamentos! Si antes no nos hacíamos preguntas, ahora nos las hacemos todo el tiempo.  

Somos tan maleducados que hemos dejado de ver a los médicos como se veía a los sacerdotes en el medioevo, y hemos convertido ese abismo de la vida en todo un valle de distintas formas de vivir e infinitas oportunidades para curarnos. Hemos desaprendido ese “respeto” tan fundamentalista como sin fundamento a la vez y hemos aprendido a volver a creer en nosotros mismos. Si antes aceptábamos todo lo que nos decía el “médico” porque sí, ahora ya sabemos que existe el consentimiento informado, el cual no se basa en otra cosa que en nuestra propia decisión de aceptar o no una forma de curación, y de asumir o no los riesgos que conlleva. Hemos desaprendido la obediencia ciega, y aprendimos a tomar nuestras propias decisiones, a hacernos cargo de las mismas.

Claro que esto es “alarmante” y tienen que estar preocupados los responsables de esta farsa, si cada vez hay más maleducados como nosotros que hace que se les venzan las inyecciones o que sencillamente los miran como a los simples empleados que son y no como a los “expertos” o “científicos” que dicen ser. Claro que es “alarmante” que un grupito de maleducados te haya hecho temblar toda una estructura que creías inconmovible y, peor, que dentro de ese grupito esté lleno, justamente, de médicos que no opinan como manda el vaticano de la Organización Mundial de la Salud… ¡y que sean justamente los que sugieran NO vacunar a los niños!

Nos trataron como a criminales, nos insultaron, nos amenazaron todo el tiempo, nos discriminaron con toda impunidad, nos hicieron odiar por todo el mundo y nos despreciaron de una forma que avergonzará a las generaciones venideras. Hicieron hasta lo imposible por conseguirlo, llevaron a cabo toda clase de crueldades por lograrlo, pero no… no pudieron “educarnos”. Les salió el tiro por la culata, ¡claro que es alarmante! Les salió todo al revés porque hemos desaprendido de ustedes y hemos comenzado a aprender de nosotros mismos.

Así que queda confirmado: nuestra «educación» -la que propone Clarín- es inferior a la del resto, porque la nuestra nos lleva a hacernos preguntas que el silencio no conforma, porque nuestra educación nos insta a pelear y sacrificarnos en lugar de agachar la cabeza, nuestra educación se sostiene con coraje y dignidad antes que de miedo e hipocresía y, lo más alarmante de todo… nuestra educación es tan, pero tan mala que ya no se puede desaprender, tal como lo hicimos con toda esa basura superficial que nos sacamos de encima de un día para otro, y sin habernos muerto por no habernos metido tus estúpidas vacunas.


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