Escribe: Dr. José Brunetta
No sé si la redacción del diario La Nación tendrá la suficiente valentía para publicar esta carta como yo para escribirla.
Leo con indignación la columna titulada «Las cuentas del pasado», escrita por el prevaricador Dr. Ricardo Gil Lavedra.
Entre las cosas que el citado prevaricador no dice están:
* Que el Código aplicado a los juicios por los hechos de la guerra antiterrorista de los años 70 fue el Código Penal y no el Código de Justicia Militar como debía haber sido.
* Que la figura jurídica que el usa para mencionar a esos hechos es «delitos de lesa humanidad» cuando esa figura se estableció en los Estatutos de Roma en el año 1998 al que adhirió Argentina recién en el año 2002. Ergo, las leyes y normas no pueden aplicarse con retroactividad a hechos de los años 70.
* Que si bien hacer desaparecer a los terroristas fue un error también hubiera sido un error encarcelarlos dado que luego pudiera aparecer otro Héctor J. Cámpora junto con su hijo y el amigo intimísimo de su hijo, Esteban Righi, que con la complicidad del Congreso liberó a todos los terroristas que había enjuiciado un grupo de abogados de lujo que constituían la Cámara Federal en lo Penal. Ese presidente que los hubiera dejado libre hubiera sido seguramente Raúl Ricardo Alfonsín a quien Ricardo Balbín, cuando visitaba a los intendentes radicales de la provincia de Buenos Aires, mencionaba como «el zurdito ese».
Las Fuerzas Armadas y de Seguridad tendrían que haber constituido juzgados militares, porque desde el asesinato del Juez Quiroga difícilmente los civiles hubieran querido formar parte de un Tribunal de esas características, y con juicios sumarísimos determinar el fusilamiento de los terroristas. De esa manera se hubieran evitado las Malas Madres de Plaza de Mayo, la abuela trucha Estela Carloto, los bebés de las terroristas que iban con su panza matando policías por la calle se los hubieran entregado a sus pobres e incapaces abuelos y los militares que lucharon para que este país no sea Cuba estarían gozando de sus retiros.
Como no fue así, mientras el Dr. Ricardo Gil Lavedra goza de una buena vida los que lucharon arriesgando sus vidas – mientras él ejercía su profesión incurriendo como en la columna mencionada en mala praxis – están condenados a cadena perpetua.
Quiero pensar que si a los militares en actividad se los convocara para luchar contra el narcotráfico, contra RAM o contra cualquier problema que tenga nuestra pobre Patria preguntarán… ¿cómo se aseguran para no tener una condena en el futuro?
Saludos cordiales.