Desgraciada la generación cuyos jueces merecen ser juzgados

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imagesEl bárbaro contexto en que Cecilia Pando ha sido condenada a cinco meses de prisión en suspenso y trabajo comunitario.


Por Agustina McWhite (*)

Sueño con el día en que verdaderamente haya Justicia en mi país, no digo en el mundo, porque sé que sería mucho pedir. (Sí, soy una soñadora, no me cuesta nada soñar, me mantiene viva y cuerda).

Condenan a una mujer defensora de las víctimas de los terroristas en el Proceso Militar de los 70′ por ensuciar (pintar, manchar) los emblemáticos pañuelos de las «Madres de Plaza de Mayo» a cinco meses de prisión y servicio comunitario,  mientras que en el país muerieron a causa de la inseguridad, en diez años de kirchnerismo, más de 30 mil personas (misma cifra que se atribuye la izquierda marxista de los «desaparecidos», aunque haya quedado demostrado por documentación y estudios rigurosos que no han sido 30 mil sino menos, una cifra inferior a 8 mil).

Esto sucede paralelamente mientras que en los trenes y subtes de Argentina mueren miles de personas por negligencia y falta de control del Estado.

Sucede alrededor de la miseria que tiene mi país, donde niños mueren de hambre y donde las madres de estos deben hacerles creer, con una piedra sumergida en agua hervida en una olla, que están cocinando hasta que se duermen. Sucede mientras la Presidente es acusada de lavar dinero, de comprar 21 propiedades gracias a la Ley 1050 promulgada durante la presidencia del General Videla.

Por tanto: enriquecimiento ilícito, ya que el patrimonio K aumentó 46 veces en diez años (aunque se haya debido a que ella fue «una abogada exitosa», como se auto-describe). Sucede mientras una mujer cambia a su hija por una heladera y la menor es sometida a abuso sexual.

descargaSucede mientras las únicos asesinos son los militares, y no quienes pusieron bombas y mataron personas a mansalva, indefensas en una plaza pública, por ejemplo. Sucede mientras las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos son falseadas diariamente, se dibujan sin ton ni son. Sucede mientras en el país hay más jóvenes que no estudian ni trabajan que en el año 2003.

Sucede mientras hay un sin fin de casos sin resolver, archivados en los polvorientos cajones judiciales. Pero a nadie le interesa «porque hasta que la tragedia no toque a tu puerta lo entenderás pero no te comprometerás».

Siento pena por la señora Justicia, porque no tiene quién la defienda. Debería cuidarse, Ud., Señora Justicia, con profilácticos, para dejar de tener a estos hijos bastardos que tiene, además de buscarse un buen abogado que la defienda.

Y si la Justicia necesita defensores, ¿en qué situación de país nos encontramos?  ¡Cómo te han violado querida Justicia! ¿Cómo fue que todo comenzó a desmoronarse?

Sueño con una Justicia hasta quizás superior a la Divina. Con una en que la generación de sus jueces no merezcan ser juzgados. Y que, por una vez en la vida, la balanza no se incline, pícara e injustamente… hacia la izquierda.

(*) También publicado en Catarsis & Harakiri