El Comandante Castro y el General Videla

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<<La diferencia más visible entre estos dos políticos militares, es que mientras uno, el General Videla, no pretendió perpetuarse en el poder y lo transfirió voluntariamente al General Viola, Fidel Castro después de 54 años mantiene su poder y sólo lo transfirió, en parte, dinásticamente a su hermano, Raúl, por motivos de salud>>.


CarlosEVianaPor Carlos E. Viana

“El iracundo promueve contiendas, el que tarde se enoja aplaca las rencillas”  Proverbios, 15/18.

En septiembre de 1979, se celebró en La Habana la VI Conferencia Cumbre de Naciones No Alineadas. Fidel Castro como anfitrión fue el presidente de la misma.

Uno de los invitados especiales del Comandante Castro fue el General Jorge Rafael Videla, a la sazón, Presidente de Argentina. Videla se excusó y envió en representación de la República a Mario Amadeo, uno de los más experimentados diplomáticos.

Mario Amadeo cumplió bien su misión diplomática, porque el gobierno cubano obtuvo que las naciones no alineadas apoyaran a la Argentina en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra. Este apoyó evitó una condena contra Argentina, ante las denuncias de los gobiernos de Carter (EEUU) y de Mitterrand (Francia), por violaciones de derechos humanos. Por supuesto el gobierno de Leonid Brezhnev (URSS) también apoyó a la República Argentina, en dicho foro.

Actualmente para cualquier lector desapercibido le parecerá rara esta coincidencia, cuando Argentina había sido atacada por la guerrilla entrenada en Cuba desde 1960 en adelante.

¿Cómo entender esta contradicción?

Lo primero que debemos aclarar es que para 1977 el ataque había terminado. ¿Por qué?

La victoria de Argentina sobre la guerrilla setentista no fue solo militar. Es muy difícil una victoria terminante sobre insurgentes apoyados, financiados y entrenados en el extranjero. ¿Qué ocurrió entonces?

La victoria fue diplomática. ¿Qué paso, que ocurrió que ignoran la mayoría de los políticos, periodistas y actores argentinos?

Regímenes cruzados

Todo parece haber comenzado en 1976. Leamos el siguiente comunicado del partido Comunista: 25 de Marzo de 1976: “Los comunistas y la nueva situación Argentina, declaración del P.C.:

“Ayer 24 de Marzo, las FF.AA. depusieron a la presidenta María E. Martínez, reemplazándola por una Junta Militar integrada por los comandantes de las tres armas. No fue un suceso inesperado. La situación había llegado a un límite extremo “que agravia a la Nación y compromete su futuro”, como dice en uno de los comunicados de las FF.AA. Cargan por esta situación, inmensa responsabilidad el lopezrreguismo reaccionario y su protectora María E. Martínez, que habían pisoteado el programa por el cual había votado el pueblo en 1973 …La muerte rondaba las calles y caminos, fabricas, universidades, hospitales; penetraba en la intimidad de los hogares. Nunca se había visto en nuestro país nada tan cruel… Los actores de los sucesos del 24 expusieron en sus primeros documentos sus objetivos, que podríamos resumir de la siguiente manera: “…Fidelidad a la democracia representativa con justicia social; revitalización de las instituciones constitucionales; reafirmación del papel del control del Estado sobre aquellas ramas de la economía que hacen al desarrollo y a la defensa nacional, defensa de la capacidad de decisión nacional…” El P.C., aunque no comparte todos los puntos de vista expresados en los documentos oficiales, no podría estar en desacuerdo con tales enunciados”.

Como vemos, estas palabras desmienten que el golpe de estado fue dado para imponer las normas económicas del Consenso de Washington.

La Unión Soviética fiel al maquiavelismo de su fundador Lenin, apoyaba dos políticas, una la que terminamos de ver mediante la declaración del Partido Comunista y otra al ataque armado del ERP y de Montoneros, entrenando a sus comandantes y financiando sus acciones militares en medio de la Guerra Fría, que en Argentina fue caliente. En esta guerra se siguió la doctrina, de los agresores, enunciada por el Che Guevara en su discurso a la comunidad argentina en la Habana, en 1962: “Nosotros demostramos que las condiciones especiales de Cuba, las condiciones subjetivas iban madurando al calor de la lucha armada, que la lucha armada era un catalizador que agudizaba las luchas, que llevaba basta el paroxismo estas luchas” (Discurso pronunciado en La Habana, el 25 de Mayo de 1962, ante la comunidad Argentina).

El vuelco de la URSS y Castro a favor del General Videla: ¿Qué cambió la parte violenta de la política soviética?

Brezhnev había incentivado la política expansiva de la URSS, apoyando las guerrillas en Mozambique, Angola, Hispanoamérica y otras regiones, donde los soviéticos combatían con la sangre cubana, salvo en la invasión de Afganistán, donde operaron directamente tropas de la URSS. Se temía además una invasión soviética a Europa Occidental.

Por otra parte la producción agrícola socialista de la URSS era un fracaso y a pesar de contar con una de las llanuras más feraces del mundo, no alcanzaba para alimentar al pueblo soviético. La URSS no podía depender de las potencias occidentales.

A su vez Argentina soportaba el ataque guerrillero pero también tenía problemas para colocar su producción agrícola ante las barreras arancelarias de Europa y las sanciones económicas y financieras impulsadas por el Presidente Jimmy Carter, quien fue uno de los sostenedores del Consenso de Washington.

Brezhnev que era un político avezado, vio esta oportunidad y encontró en la Argentina el apoyo de otro hábil político, el ministro de economía Martínez de Hoz. Esto desmiente nuevamente a los que afirman que el golpe de estado fue para satisfacer al Consenso de Washington.

En 1977 se impuso el pragmatismo en ambas naciones.

El gobierno soviético explicó su política internacional en este sentido, arguyendo que el gobierno militar argentino estaba dividido en dos facciones, una liberal que quería retornar al gobierno representativo y otra reaccionaria que deseaba institucionalizar el autoritarismo. Para ellos el Presidente Videla era un General Progresista que encarnaba la posición pro democrática.

Por supuesto que la URSS debió suspender el ataque armado de sus organizaciones guerrilleras. Fidel Castro sabía que con la comida no se embroma y cumplió la orden. El ERP cesó sus ataques armados para mayo de 1977, y se disolvió en ese mismo año, en una asamblea que realizaron en Italia. Los Montoneros debieron irse de la isla. Se refugiaron en Beirut con el ala más extremista de la OLP, Septiembre Negro, al lado de la naciente Hezbollah (Cómplice de los atentados a La Embajada de Israel y la AMIA) financiada por Irán y de ahí nacen sus simpatías por el terrorismo musulmán, que los vincula al muy posterior atentado contra la AMIA y sus acuerdos actuales con Irán. El Mossad por su parte comenzó a operar aliado con los servicios de inteligencia argentinos. Esto es para los que afirman que el gobierno de Videla fue antisemita. No obstante sin el apoyo del poder de la URSS, la ofensiva montonera de 1978 y 1979 fue un fracaso.

La URSS se transformó en el principal cliente de Argentina, comprando más del 30 por ciento de sus exportaciones. Se firmaron convenios importantes, como la construcción frustrada, de la inmensa represa del Paraná Medio y los pesqueros soviéticos pudieron venir al Atlántico Sur, pese a algunos incidentes impulsados al principio por el Almirante Massera, quien pasó a negociar también diplomáticamente con los montoneros, que protegía Mitterrand en Francia.

Por supuesto el gobierno militar reconoció la legalidad del Partido Comunista y de sus organizaciones colaterales, como el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y Credicoop. Como vemos estas instituciones no solo no fueron perseguidas, sino protegidas por el gobierno militar. Habría que preguntarle detalles a Carlos Heller, dirigente del PC y de las cooperativas mencionadas por aquellos años.

Argentina se negó a unirse al embargo cerealero impuesto por Estados Unidos y Europa Occidental contra la Unión Soviética, lo cual salvo del hambre a esta superpotencia y a Cuba. La dirigencia soviética había previsto y efectuado una maniobra estratégica que los salvó de las consecuencias del embargo cerealero. El General Videla y su equipo ahorraron vidas, quitándole a la guerrilla su principal apoyo militar, mediante una maniobra diplomática y económica, donde la Nación se benefició por partida doble.

Las diferencias entre el Comandante Castro y el General Videla

La diferencia más visible entre estos dos políticos militares, es que mientras uno, el General Videla, no pretendió perpetuarse en el poder y lo transfirió voluntariamente al General Viola, Fidel Castro después de 54 años mantiene su poder y sólo lo transfirió, en parte, dinásticamente a su hermano, Raúl, por motivos de salud.

Otra es que Fidel Castro ambicionó siempre el poder, mientras que Videla se vio obligado a tomarlo por la presión de sus camaradas en una situación de anarquía, en medio de una guerra.

Videla fue un militar democrático que quiso llamar a elecciones, pero la presión del bando más autoritario del ejército se lo impidió, mientras que Castro considera a las elecciones libres como una antigualla burguesa. No obstante, en Argentina, el gobierno militar llamó finalmente a elecciones democráticas, como pensaban hacerlo desde que tomaron el poder político.

El General Videla debió enfrentar una guerra de guerrillas terroristas que mataron a 2000 argentinos. Que fue una guerra lo reconocieron Raúl Alfonsín y Eduardo Luis Duhalde (ex secretario de DDHH), cuando fueron abogados defensores de los terroristas Santucho, Montanaro y otros, por el crimen de Oberdan Salustro.

El enemigo sufrió mediante el contraataque de las FFAA y de Seguridad argentinas, comandadas por Videla, más de 9.000 muertos, en una guerra.

Fidel Castro, sin guerra, fusiló a 30.000 cubanos, se exilaron dos millones y todavía continúa el éxodo de los que escapan de Cuba en botes, sorteando los tiburones y tormentas del Caribe. Además mantiene cientos de los presos políticos. Agreguemos también a 200.000 seres humanos, que mataron las tropas cubanas, que intentaron expandir su “Revolución” por el resto del mundo.

Una injusticia paradojal

Fidel Castro es hoy venerado por líderes americanos, que se dicen democráticos, Jimmy Carter, Cristina Fernández de Kirchner, Michele Bachelet, Dilma Rousseff y tantos otros, que parecen ignorar, que sus países sufrieron la agresión del terrorismo comunista, para implantar un régimen totalitario marxista-leninista.

El General Videla condenado a prisión perpetua en abierta violación del artículo 18 de la Constitución Nacional y de tratados internacionales de derechos humanos, fue mantenido en prisión, en condiciones penosas, hasta su extraña muerte. Murió pobre.

Uno impuso una férrea tiranía en su patria, el otro debió enfrentar una guerra subversiva que él no buscó, con tropas infiltradas por la guerrilla y en medio de un desorden generalizado del Estado.

El tipo de guerra subversiva que impusieron los soviéticos a Hispanoamérica se baso en la doctrina que manifestó el Che Guevara, en el órgano de la Tricontinental, “Revista Tricontinental” de 16-4-67:

“El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar… Hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a su casa, a sus lugares de diversión; hacerla total. Hay que impedirle tener un minuto de tranquilidad, un minuto de sosiego fuera de sus cuarteles, y aún dentro de los mismos: atacarlo donde quiera que se encuentre; hacerlo sentir una fiera acosada por cada lugar que transite”.

Castro siguió esta doctrina y gozaba matando, Videla un católico militante, lamento las bajas inevitables, que en una guerra ocasionan las operaciones militares. Se lo acusó a Videla de genocida, en un uso exagerado e inapropiado del término, que le causaría envidia a Gramsci. Pero los que mataron impiadosamente a quienes no pensaban como ellos fueron los terroristas.

La dictadura del Transformista relato oficial

Después vinieron los gobiernos de Alfonsín, de los Kirchner y los supuestos organismos de derechos Humanos, compuestos por ex terroristas. Los mismos, desde 1983, han impuesto su Transformista relato oficial: “Castro el liberador, Videla el genocida”. John Stuart Mill, en su obra “Sobre la Libertad”, temía precisamente a esto, a la tiranía de la opinión pública, que es diabólica porque la notan muy pocos y atemoriza a políticos y periodistas, que anonadados por el terror de ser criticados públicamente, terminan sometiéndose al relato oficial. Fue este el tipo de tiranía la que asesino a Sócrates y crucifico a Cristo.

Fuente: HACER