La peligrosa cesión de la sociedad al poder estatal
Escribe: Pablo Rodríguez
(@pablorod1970)
Tanto el gobierno como la gente por lo general toman posición contra las empresas monopólicas. El ataque “verbal” contra las mismas desde el ámbito político es habitual y los fundamentos son válidos, pero es increíble que estos mismos funcionarios no hagan mención al más importante y peligroso de todos.
Actualmente el Estado maneja un sinfín de empresas que van desde señales de televisión, radios, correo, servicio de televisión digital, fábrica de aviones militares, etc. En éstas y muchas otras actividades el Estado compite con empresas privadas, que a pesar de ser deficitarias – en el primer caso – al menos deja la opción de libre elección – en el segundo – ya que podemos cambiar de canal o enviamos nuestras cartas a través de otra empresa.
Si bien es importante destacar esto anterior, también es muy difícil y lógico que un funcionario se ocupe y cuide de la empresa como si fuese suya.
Más allá de esto, a lo que me quiero referir es los monopolios estatales. Estos son los que no dejan alternativas al consumidor/usuario más que una sola. Y sin mencionar un dato no menor que es la facilidad de hacer negocios personales – en otras palabras corrupción – a costa de la empresa y los usuarios. ¿Se imaginan a un empresario contratando servicios más caros a los que tiene acceso? ¿Cuál sería el objetivo de semejante estupidez? Esto sólo se da cuando el dinero no sale del bolsillo propio.
¿Cómo podemos pensar que el Estado vaya a hacer eficientemente una tarea para la que no está capacitado? Los resultados están a la vista con ejemplos como Aerolíneas Argentinas. Hace unos días a la línea de bandera se le condonaron deudas entre otras impositivas, además de que las pérdidas diarias son millonarias. Es claro que esto no es gratis, lo pagamos todos. Obviamente que los privados no tienen este privilegio, por lo que también es un caso de competencia desleal.
¿Se imaginan una empresa privada quedando exenta de deudas tributarias? ¿No sería eso un ataque contra la libre competencia? Las reglas de juego no son iguales para todos, eso está claro.
Además, el poder de policía del Estado hace mantener a la competencia a raya. En este mismo caso de Aerolíneas, el Estado restringe rutas aéreas a empresas eficientes para darle lugar a que a éstas las absorba el monopolio estatal, para que luego nos demos cuenta que el servicio es absolutamente ineficiente y caro, vemos aviones rentados a cientos de miles de dólares parados en hangares por falta de entrenamiento de los pilotos como por otros casos de inoperancia empresarial.
Nada nos garantiza que el Estado sea el “protector” de los ciudadanos, es más, cuando no estamos de acuerdo con el costo o servicio, no nos queda otra que, por falta de otras alternativas, seguir utilizándolos.
Pensar que un grupo de personas que llega al poder, sobre todo en nuestro país, no haga asociaciones ilícitas para beneficio propio es inocente e infantil. Lo vemos a todos los niveles.
Quienes tenemos más de 35 años recordamos lo engorroso que resultó tener un teléfono fijo en la época de ENTEL. En las publicaciones de los diarios de las casas que se ofrecían a la venta, se aclaraba si la propiedad tenía teléfono como si esto fuese un privilegio, y esto no ha mejorado por los avances tecnológicos sino por la deficiencia del servicio que ésta tenía. El mercado, aunque en forma imperfecta, mejoró los servicios notablemente y en poco tiempo. Aclaro que esto pasó a pesar de haber sido, como tantas otras privatizaciones mal manejadas, pésimamente negociadas y “vueltos” que quedaron no se sabe en qué bolsillo.
YPF antes de su privatización en la década del noventa era la única empresa petrolera del mundo que perdía dinero.
Respecto a la Ley de Medios, hoy estamos con la gran incógnita de qué pasará luego del 7D. ¿Qué sucedería si los medios quedaran casi en su totalidad en manos del Estado o empresas afines a éste? Hoy vemos que el estado maneja gran parte de los medios de comunicación. Clarín, diario que no leo, es una de las pocas empresas de medios que hoy tiene una posición encontrada con el gobierno. ¿Qué puede ser más sano que esto para pensar, discernir y tomar libremente posturas a favor o en contra del gobierno?
Los monopolios privados si bien son peligrosos, el estatal lo es mucho más por las razones arriba expuestas. Éste también sirve para el apriete de empleados, está casi inmune a juicios y permite el clientelismo tomando más gente – aunque menos capacitada – por favores políticos (de todas formas, ¿qué problema tendría el contratante si no es él el que paga esos sueldos?).
En mis artículos escribo generalmente acerca de la libertad, y este caso no es la excepción. Si no somos libres de elegir, lisa y llanamente no somos libres.
“No importa el largo de la correa del perro para que éste se sienta libre”, lo que importa es que no exista correa directamente.
Por último, si está tan a la vista que los servicios básicos del Estado – justicia, educación, salud – no se prestan con eficiencia, no podemos pensar que lo hagan con empresas en las que no debería intervenir el Estado. La clase media hoy intenta por todos los medios tener cobertura médica privada y mandar a sus hijos a colegios privados. Por algún motivo importante esto debe estar ocurriendo, ¿por qué entonces se pagarían gastos extras teniéndolos a costa del Estado?
No quiero monopolios privados bajo ningún aspecto, pero mucho menos estatales.