Le respondió a Fernanda Megías, hija de preso político cuyo artículo sobre su padre se viralizó en las redes sociales.
Por David Rey
Fernanda Eugenia Megías se cansó de tanto bodrio judicial y se hizo oír. Y su voz se oyó, bien que se oyó. Hija del mayor Miguel Megías, su padre – como miles de militares retirados – enfrenta una condena en calidad de preso político por crímenes que sencillamente no cometió durante la discutida época de los 70. El escrito que ella difundió en su cuenta de Facebook, relatando el sufrimiento que enfrenta su familia, no sólo que se viralizó en la red sino que además fue consignado en infinidad de medios de todo el país. Incluso, hasta le valió una respuesta por parte de la “licenciada” en Ciencias Políticas Alicia Parodi.
<<Soy Fernanda Eugenia Megías, hija del Mayor Miguel Ángel Nicolás Megías, retirado del Ejército Argentino, ex Combatiente de Malvinas y designado por la O.N.U. como Casco Azul en la Guerra en la Ex Yugoslavia>>, comienza Fernanda su relato. << Mi padre en el ’76 tenía 23 años y era Subteniente, el grado más bajo del Escalafón militar. Sus funciones eran muy básicas>>. Tras un enfrentamiento con Montoneros en la ciudad de San Juan (donde uno de los últimos resultó abatido), al subteniente Megías le encomendaron la tarea simplemente de dirigirse al lugar de los hechos y elevar un sumario al respecto.
Por esto mismo la actual Justicia argentina <<lo acusa de ser responsable del sumario (lo cual fue una orden que se debía cumplir), lo acusa de ser partícipe y de asociación ilícita, como si haber formado parte del Ejército Argentino fuera algo ilegal. ¿Acaso éste es el precio que debe pagar por vestir el glorioso uniforme del Ejército Argentino?>>. La nota completa de María Fernanda se puede leer haciendo clic en el siguiente link.
Fernanda Megías vive en la ciudad de La Rioja. Es mamá de una beba de cinco meses y da clases de Historia y Educación Ética y Ciudadana en un colegio secundario.
La bochornosa respuesta de la “licenciada” Parodi
Tal fue la increíble difusión que tuvo la nota de Fernanda Megías que no faltó quien saliera a desmentirla. El diario digital “El Independiente”, por caso, consignó la respuesta de la señora Alicia Parodi, licenciada en Ciencias Políticas y activista – justamente – del Movimiento Evita, una facción política de raigambre kirchnerista y, por lo mismo, consecuente con el hecho de reivindicar los crímenes perpetrados por el terrorismo en la época del 70.
La respuesta de Alicia Parodi, no obstante, se resume en un papelón de dimensiones épicas. Realmente esta mujer se hubiera hecho un gran favor callándose la boca, o bien… pensando antes de hablar… o, mejor aún, pidiéndole a alguien que le corrija el texto antes de presentarlo.
Según la militante Parodi “los jóvenes idealistas” que resultaron “víctimas” de los militares <<no corrieron con la misma suerte que el mayor Megías de tener un proceso judicial justo>>. Posiblemente haga falta llevar a cabo un simposio de psiquiatría para determinar qué es “justo” y qué no dentro de la cabeza de la señora Parodi. Por un lado, podríamos responderle que, por ejemplo, el Capitán Viola y su hija de 3 años tampoco “corrieron con la misma suerte” del mayor Megías, y porque ambos – como miles de soldados y civiles – resultaron dramáticamente asesinados por los terroristas que ella apaña y reivindica. ¿Qué posibilidad de “juicio justo” tuvieron Paula Lambruschini, Argentino Larrabure, Reinaldo Dal Bosco, todos muertos por acciones terroristas? ¿Qué posibilidad de “juicio justo” tienen los miles y miles de familiares víctimas del terrorismo en Argentina mientras que son completamente obviados por la Justicia actual?
Por otra parte, sería oportuno recordarle a la «licenciada» en Ciencias Políticas que si durante la época del 70 los terroristas capturados “no corrieron con la misma suerte” de Megías se debe a que ellos mismos destruyeron el aparato judicial argentino, y precisamente bastante antes del 24 de Marzo del 76. El mismo día que “el tío” Cámpora asumió como presidente de la Argentina no sólo que, instado por los terroristas, abolió la Cámara Penal en lo Federal (único organismo con competencia para juzgar crímenes tipificados como de terrorismo) sino que además, por si fuera poco, liberó nada menos que a 2000 extremistas que, en la cárcel, estaban siendo juzgados como manda la ley. Tal vez la licenciada Parodi también necesite saber que, una vez liberados los “jóvenes idealistas”, entre las tantas barbaridades que completan la feroz matanza que protagonizaron, se subscribe el hecho de haber perseguido, incluso asesinado, a los mismos jueces que formaron parte de la Cámara Federal. Los que se salvaron de morir es porque no tuvieron más remedio que exiliarse de este país. Entonces, ¿qué Justicia habría ofrecer un «juicio justo» a los terroristas, la que ellos mismos destruyeron?
Pero en algo vamos a tener que darle la razón a la señora Parodi, nobleza obliga. Es verdad que los militares presos no han corrido con la misma suerte que los terroristas. A diferencia de estos, ningún militar de la Guerra Contra Revolucionaria se encuentra hoy en el gobierno, ni tampoco ninguno de ellos (sus hijos tampoco) ha cobrado las millonarias indemnizaciones que el Estado argentino destinó para aquellos tiernos idealistas ávidos en oficio de preparar bombas molotov y matar indiscriminadamente. De más está decir que hoy los hijos de los militares presos no gozan del “prestigio” que los medios les inventan, por ejemplo, a los hijos de los asesinos montoneros.
¿Se puede ser licenciada sin haber terminado el colegio primario?
Un detalle que no puede pasar desapercibido, luego de haber “sufrido” el texto de Parodi, no es otro que la pésima gramática con que está escrito desde el título mismo. La “Lic.” En Ciencias Políticas ha titulado su artículo con <<Respuesta a Fernanda Eugenia Megías hija de militar ¿Hoy “preso político”?>>. Como vemos, la señora Parodi posee la muy original y notable particularidad de subscribir los signos de puntuación en color blanco, aunque sin imaginarse – genia incomprendida – que también blanco será el fondo del diario o de la página web en que su artículo vaya a figurar.
El resto de su respuesta a Fernanda, más allá de la estafa ideológica que representa, es también un padecimiento gramatical donde el mismo lector debe adivinar qué diablos quiso decir. Va de suyo que no hace falta estudiar Periodismo o ser Vargas Llosa para subscribir correctamente las citas textuales que Parodi ubica de forma tan antojadiza.
Por cierto que aquí la intención no es mofarnos de lo mal que escribe Parodi, aunque sí manifestar la profunda extrañeza que ocasiona el hecho de que una llamada “licenciada” escriba como si no hubiera terminado séptimo grado o como si nunca se hubiera sentado a leer un libro (el método más efectivo para expresarse correctamente).
Desde ya, es totalmente perdonable que haya gente que escriba de manera desentendida con los rigores ortográficos y gramaticales que plantea su idioma, ya sea tanto porque no todo el mundo es escritor o lector, o porque el hecho de expresarse y escribir no completa el oficio o la profesión de muchos. Si bien la corrección escrita nunca está demás, tanto a un mecánico como a un farmacéutico podemos excusarle que no escriba como Borges, pues no lo necesita para su trabajo ni su trabajo precisa que escriba bien. Por caso, un médico no necesita un Premio Cervantes para medirte la fiebre o diagnosticarte hepatitis.
Ahora, cuando la cosa ya transcurre por el terreno de las ideas, como lo es en el caso nada menos que de un Licenciado en Ciencias Políticas, y en consecuencia la profesión del mismo no redunda más que en la transmisión de esas ideas (para lo cual supuestamente ha estudiado y leído en escala industrial), no podemos de ninguna manera ser indulgentes si la escritura no se presenta con la debida corrección. ¿Cómo es posible que sea Licenciada una persona que no sabe ni usar signos de puntuación? ¿Dónde se recibió, cómo se recibió, cuán confiable puede ser el trabajo de una Licenciada que evidentemente no ha leído todo lo que debe haber leído un licenciado aunque sea para expresarse bien? ¿Acaso en este país cualquier sujeto puede ser doctor, licenciado, ingeniero, periodista…? ¿Aceptaríamos, por ejemplo, la palabra de un médico que no sabe medir la fiebre o colocar una inyección?
Es muy triste el trasfondo que se observa en la pobrísima redacción de la “licenciada” Parodi, como así mismo en sus muy elementales argumentos, porque definitivamente nos revela que tiene de licenciada lo mismo que de campeona de criquet. Lo que parece ser un dato menor, en realidad no lo es en absoluto. Ocurre que si a esta estafa intitulada le sumamos el argumento filo terrorista que esgrime para desautorizar a Fernanda Megías, y si además también le sumamos el hecho de que milita en una organización que reivindica los atentados terroristas de la “camada idealista” de los setenta, y si también sumamos el hecho no menor de que la Justicia argentina se desenvuelve en consonancia con estos falsarios personajes… ¿qué futuro le espera a este país con esta gente de cuarta enquistada en los círculos de poder?
En conclusión, Fernanda Megías es la hija de una persona que está presa, y que tiene miles de razones para pensar que su padre es un preso político. Y además, tiene el valor inconmensurable de decirlo y de gritarlo. Ojalá todos los hijos y nietos de presos políticos imiten ese coraje… tan indispensable. En cuanto a Parodi, si algo debemos reconocerle es la inocencia (o bien, la torpeza) con que nos deja al desnudo la clase de persona que es, espejo inapelable de toda esa runfla perniciosa y narcotizada que tanto daño está haciendo a nuestro país. Lincoln decía, sabiamente: «Existe un momento en la vida de todo político donde lo único que corresponde hacer es no despegar los labios». Es, pues, propio de una persona sin corazón, de una licenciada que no sabe escribir, de una grandísima guaranga pretender acallar el grito de una persona que sufre y se lamenta porque su papá está preso.