En favor de la «otra» gesta y de los «otros» Veteranos de Guerra argentinos

1990
Ph: davidrey.com.ar

Escribe: David Rey

Gracias al esfuerzo malvinizador de años se logró, en buena medida, que el Veterano de la Guerra de Malvinas (VGM) cuente hoy con el reconocimiento de toda la sociedad. Pero hay otro soldado argentino que también emprendió ‘otra’ gesta heroica y que todavía permanece escondido debajo de la alfombra. Se trata del Veterano de la Guerra Contra el Terrorismo (VGCT).

Hay, pues, una verdad tan sencilla como incómoda para muchos: si al Veterano de Malvinas le debemos el honor y el hecho de mantener vivo nuestro reclamo de soberanía sobre las Islas usurpadas por el inglés, al Veterano de la Guerra Contra el Terrorismo le debemos la república que habitamos y la democracia de la que tanto se alardea diariamente, las mismas que el enemigo subversivo se propuso expresamente devastar para implantar una dictadura socialista. Para este último soldado, sin embargo, en Argentina no hay reconocimiento alguno.

Algo que podría comenzar a cambiar a partir del próximo sábado 29 de noviembre, a las cuatro de la tarde. En rigor, distintas agrupaciones han fijado la fecha para llevar a cabo una movilización nada menos que en la mítica Plaza de Mayo (Capital Federal) para exigir el justo reconocimiento de los miles de Veteranos de Guerra Contra el Terrorismo como así también se revisen los fallos arbitrarios que, en base a sendas irregularidades, han provocado que muchos de ellos enfrenten penas de prisión perpetua.


50 años

Justamente en 2025 se cumplieron 50 años del inicio de la Operación Independencia en la provincia de Tucumán. Fue la respuesta -tan necesaria como inevitable- del gobierno de María Estela Martínez de Perón al baño de sangre que proponía el terrorismo de manera sistemática. La gota que derramó el vaso fue el enquistamiento del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) en la mencionada provincia, con miras a provocar su escisión del territorio nacional. Más allá de que un grupo de veteranos allegado de todo el país conmemoró la fecha con un acto masivo en Tucumán, no hubo absolutamente siquiera una mención oficial al respecto. De eso no se habla.

Si bien comúnmente solemos escuchar historias de combate que reflejan la sobrehumana heroicidad que desplegaron los soldados argentinos en Malvinas, no menos ponderables resultan incontables peripecias que los mismos debieron sortear en la Guerra Contra el Terrorismo, entre las que podríamos mencionar el paso a la Inmortalidad del Capitán Héctor Cáceres tras interponerse entre las balas del enemigo y el entonces teniente Rodolfo Richter, que yacía gravemente herido en el suelo (Combate de Pueblo Viejo, Tucumán, 14/02/1975); y el ataque que alrededor de 140 terroristas llevaron a cabo el 28/05/1975 nada menos que contra una escuelita rural de Manchalá (Tucumán) en tanto que la misma estaba siendo reparada con trabajos de albañilería que realizaban 11 soldados conscriptos y dos suboficiales, todos ellos convertidos en héroes que lograron vencer a un contingente enemigo que, claramente, los multiplicaba varias veces en cantidad de combatientes.

Ingleses vs. terroristas

Mientras que la Guerra de Malvinas se inscribe como una contienda “convencional” (lucha entre dos ejércitos regulares) la Guerra Contra el Terrorismo debe sindicarse como “irregular” o “asimétrica”, esto es el enfrentamiento de fuerzas legales contra un ejército guerrillero camuflado entre la población civil. En tanto que el Reino Unido reaccionó de modo frontal y directo a la recuperación de las Islas por parte de Argentina y, en consecuencia, envió sus soldados a pelear, los subversivos se valieron de atentados terroristas y ataques por la espalda para llevar a cabo sus objetivos.

Más allá del sinsabor de la derrota, nobleza obliga, nadie podría negar que la refriega contra el soldado inglés fue, en verdad, una lucha contra un caballero. Suele referir, en este sentido, el Veterano de Malvinas Esteban Tríes que, tras hallarse él en la mira del inglés para ser abatido, este último evitó dispararle para que así pudiera recoger y llevarse a un camarada herido, el cual también fue “perdonado” de ser ultimado por las balas, un hecho que elogia y eleva al soldado inglés.

Manuel Villegas y Esteban Tries (Ph.: La Nación).

Como contrapartida, podemos recoger el ejemplo del coronel Jorge Ibarzábal, quien tras ser secuestrado por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) en 1974 y pasar 304 días en cautiverio, en tanto que durante un traslado de una “cárcel del pueblo” a otra fue interceptado por la policía, una vez que sus captores se vieron sobrepasados, en lugar de rendirse simplemente y entregarlo a las fuerzas, lo asesinaron a disparos mientras la víctima se encontraba amordazada dentro de un cajón. Ibarzábal entonces tenía 46 años y, debido a las condiciones del secuestro, pesaba apenas 35 kilos. Todo epíteto resulta insuficiente, pues, si pretendiéramos describir a estos miserables.

No cabe duda de que, respecto de Malvinas, perdimos una guerra contra un soldado que, a pesar de garantizar la usurpación de parte de nuestro territorio en favor de los británicos, dio muestras de ser un hombre de honor. Por el contrario, el terrorista demostró ser un cínico asesino con entrenamiento militar para la guerra de guerrillas. Mientras que el inglés utilizó la supremacía militar y técnica para asegurar su victoria, el subversivo se valió de la traición, la conmoción y el asesinato de inocentes para afirmarse en su objetivo de generar caos y desestabilización. En tanto que el primero circunscribió su radio de acción a neutralizar solamente soldados y militares en el escenario mismo del conflicto, no le vamos a negar a los terroristas que siempre fueron muy sinceramente “igualitarios”, dado que sus crímenes nunca distinguieron entre militares o civiles, culpables o inocentes, niños, niñas y adolescentes (tal la ridícula perorata que utilizan hoy sus deudos de la “ideología de género”).

Ph: davidrey.com.ar

En definitiva, los británicos no se amilanaron y pelearon contra un gobierno militar, al que vencieron. Los terroristas, por su parte, llevaron a cabo la mayor parte de sus atentados durante gobiernos democráticos (su “revolución” fue contra la democracia, a la que ellos le declararon la guerra). El soldado inglés, a pesar del dolor de las pérdidas y las bajas infringidas, hoy no guarda rencor sino admiración hacia el soldado argentino; para el inglés es un honor haber peleado contra él. El combatiente terrorista, en cambio, al tiempo que celebraba sus asesinatos -tal se puede comprobar en sus mismos partes de guerra- por otro lado “usufructuó” la propia sangre derramada para llenarse los bolsillos y perpetuar las felonías de entonces. Su odio contra el soldado argentino perdura y perdurará por siempre dado que el mismo representa no solo su mayor fracaso (a tal punto que hoy niegan la guerra que ellos mismos declararon), sino que cada uniforme es una denuncia viviente del pérfido ataque que llevaron a cabo contra todo el pueblo argentino.  

Ideal en común

Si Malvinas es hoy, a pesar de la derrota, una causa nacional que ha logrado unir a todos los argentinos, la victoria contra el terrorismo debería ser la causa nacional que consiga sacudirnos de tanta modorra politiquera de estos últimos cuarenta años y movilizarnos hacia un ideal en común. En rigor, no sólo se trató del mismo soldado (a tal punto que tenemos Presos Políticos que, además, son Veteranos de Malvinas) sino también del mismo espíritu abnegado que campeó en ambas contiendas.

Si la Guerra de Malvinas, entonces, enseñó -nuevamente- al mundo que los argentinos tenemos fibra más que suficiente para defender nuestra soberanía y validar nuestro reclamo sobre el Atlántico Sur, la Guerra Contra el Terrorismo -que ganamos- debería dejar bien en claro, sobre todo en estos días, que los argentinos ya hemos fijado una postura inconmovible respecto de aquellos que mediante la felonía y el terror pretendieron adueñarse de nuestras vidas. Por todo esto, la reivindicación de los Veteranos de la Guerra Contra el Terrorismo como asímismo la liberación de todos los Presos Políticos debería ser el imperativo con que todo argentino de bien honre a aquellos hombres a los que, sencillamente (les guste o no les guste), debemos nuestra república y debemos nuestra libertad.

Nos vemos en Buenos Aires el 29 de noviembre, entonces.

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