«Estoy jugado, no me importa si tengo que morir en la cárcel»

El militar y profesor Martín Rodríguez lleva más de 20 días de huelga de hambre porque le niegan la prisión domiciliaria.

265


Escribe: Rubén Arenas (El Tribuno)

Hoy se cumplen 23 días desde que el teniente coronel (r) y exprofesor universitario Martín Rodríguez inició una huelga de hambre en el Complejo Penitenciario Federal de la ciudad de General Güemes, donde cumple una condena a perpetua por crímenes de lesa humanidad. «Estoy jugado y no me importa morir en la cárcel, pese al dolor de mi familia y mis amigos, pero he tomado esta decisión por la injusticia que se está cometiendo conmigo», expresó a El Tribuno desde el pabellón donde está alojado desde 2012, luego de la condena que le aplicó el Tribunal Oral Federal de San Martín, en la provincia de Buenos Aires.

Rodríguez, quien tras retirarse del Ejército se afincó en Salta junto a su familia, se desempeñó por varios años como profesor de ciencias políticas en la Universidad Católica de Salta.


Escuchar entrevista de David Rey a Martín Rodríguez:


En 2010 fue arrestado en Buenos Aires a partir de las denuncias realizadas por familiares del exdiputado bonaerense Diego Muñiz Barreto, detenido por orden de la junta militar en 1977. Un exsargento del Ejército lo sindicó como el autor de ese hecho cuando se desempeñaba como jefe del campo de concentración conocido como El Campito, en el predio de la base militar de Campo de Mayo.

En 2011, fue condenado a perpetua junto al comisario Luis Abelardo Patti y al general Reynaldo Benito Bignone. Por cuestiones familiares, en 2012 fue trasladado a la cárcel federal de Jujuy y luego a la de General Gemes.

Rodríguez, de 71 años, decidió iniciar la huelga de hambre debido a la negativa de la Justicia bonaerense a otorgarle la prisión domiciliaria por razones de salud y edad. «Me condenaron injustamente, porque nada tuve que ver con el delito que se me imputó y ahora me niegan un pedido que por derecho me corresponde», dijo. Explicó que padece de hipertensión, diabetes crónica y otras dolencias.

«Mi papá está condenado a muerte por haber defendido este país»

«La cárcel de General Güemes no cuenta con un servicio médico adecuado para atender las enfermedades de las personas mayores y lo que pido es que me permitan volver a mi casa para estar al cuidado de mi familia, con todas las garantías establecidas por ley», reclamó.

Rodríguez atribuyó las negativas a su pedido a una cuestión política, y por esta situación hizo responsable de lo que pueda sucederle al ministro de Justicia de la Nación, Germán Garavano, y al presidente Mauricio Macri. «Por lógica consecuencia también son responsables los jueces que me negaron los reclamos que estoy haciendo por cuestiones humanitarias», sentenció el militar y profesor. Y agregó: «Yo me siento un preso político y lo que veo es que el presidente Macri no tiene atención para quienes estamos en esta situación, pero sí se da el lujo de hablar de los presos políticos de Venezuela». Para graficar su situación, comparó su caso con el de la dirigente kirchnerista Milagro Sala. «Resulta que a esta señora, que tiene 56 años y está acusada de robos al Estado y sospechada de un homicidio, le dan la libertad domiciliaria», se quejó.

Rodríguez calificó de «mal llamados de lesa humanidad» a los delitos por los que muchos militares fueron condenados desde 2003. «Más allá de que en muchos casos cumplimos órdenes, en el caso mío me armaron una causa y me aplicaron, de manera implícita, una condena de pena de muerte», expresó. Por último aseguró que su decisión de no comer es por tiempo indeterminado.