Hablemos con propiedad: somos los hijos de los soldados que protegieron esta Nación

437

soldados


majo-lopezEscribe: Majo López (*)

Así como se crean nuevas denominaciones por el avance cultural y tecnológico, hace unos 30 años casi no teníamos nombre. Hoy somos “hijos de los represores” o “hijos de los genocidas”, como si estas palabras fueran nuevas.

Vale decir que estos términos aquí, en la nueva Argenzuela, se pusieron de moda hace 13 años. Para ser específicos, «REPRESOR» es la persona que usa la fuerza para controlar las “acciones” de otras personas.

Ahora, detengámonos un instante… Los diccionarios toman la semántica de las palabras como corresponde. Entonces, debemos analizar quiénes son los que maliciosamente las usan y por qué no se tiene en cuenta el contexto de las “acciones”, ya que no se trataba de jóvenes sentados al costado de una fuente con una Biblia y cánticos religiosos alabando al Señor mientras volaban palomas y mariposas… sino que se trataba de denuncias que llegaban a las diferentes dependencias de la Policía o del Ejército en donde se individualizaban a personajes que, armadas y con bibliografía extremista, asolaban las facultades o plazas populares en busca de activistas violentos para concretar sus objetivos generalmente teñidos de sangre.

Entonces, ante esta situación, obviamente que las Fuerzas Armadas o de seguridad debían actuar. Es hasta vulgarmente lógico, ¿no creen?. A nuestros viejos los llaman “represores”, ¿acaso, podían hacer otra cosa? Los fanáticos me dirán que “no era obligación que los torturen…” ¡Claro que no…!  ¿Y era obligación que “ellos”, los “jóvenes idealistas”, impongan su ideología a la fuerza, con armas y explosivos, con muertes, tortura y secuestros? ¿No?

Definamos ahora la palabra «GENOCIDA». Dícese de la persona que aniquila de manera sistemática e intencional a un grupo social por motivos raciales, políticos o religiosos…

Ahora bien, la República Argentina fue y es un crisol de razas, y quién escribe es orgullosa nieta de inmigrante español, y se sabe que siempre son bienvenidos los inmigrantes si es que vienen a desarrollar sus actividades dentro de la normalidad (llámese trabajar o estudiar dignamente sin delinquir), o sea que eliminamos esa característica; no hubo genocidio por cuestiones raciales.

Religiosas tampoco, porque hay tantas religiones como creencias y son respetadas mientras obviamente no sean motivo de delitos, así que saquemos también esto; es decir, no hubo genocidio por cuestiones religiosas.

Nos queda, entonces, el motivo político… del que se agarran todas las orgas de DD.HH. para reclamar no sé concretamente qué. Pareciera que se utiliza la sangre derramada no por un genuino pedido de justicia sino para imponer una ideario socialista. Desde ya, es entendible y justo el reclamo de aquellas personas a quienes esta guerra les arrebató a sus familiares sin que ellos hayan participado de la misma. Pero, ¿qué hay de los que sí se enfrentaron con armas y bombas a las Fuerzas Armadas y de seguridad? ¿Acaso no fue una guerra? No olvidemos que los organizaciones guerrilleras constituyeron en Argentina un ejército irregular (camuflado entre la población civil) con armas robadas a los cuarteles militares o vaya a saber quiénes fueron los proveedores…

¿Qué es lo que sucede hoy en día? En todo el mundo, si la delincuencia azota el país, las políticas de Estado tienden a tratar de neutralizarlas, incluso haciendo uso de la fuerza misma. Los invito a ver los operativos de los grupos especiales en las favelas de Brasil. Allá, en los 70 fue lo mismo, así que el término «genocidio» tampoco corresponde.

Ya es hora que se hable con propiedad. Nosotros somos los hijos de los soldados protectores de esa época y que por suerte no fueron asesinados por las células terroristas.

Dejemos de lado el modismo enfermo que el gobierno más corrupto de la historia pretendió instalar.

Llamemos a las cosas por su nombre. Por lo menos, conservemos esto.

(*) Hija de Preso Político Argentino