Escribe: Enrique Stell
Coronel VGM (R) y Preso Político Argentino.
Durante el curso de un conflicto armado, hay distintos tipos de medidas que los beligerantes aplican para deteriorar el espíritu de combate del enemigo, las que difieren según su nivel y se dividen en Estratégicas o Tácticas. Las primeras son de gran envergadura y resuelven el conflicto, mientras que las segundas ayuda a las primeras a obtener la victoria.
Dentro del conjunto de medidas estratégicas y tácticas para afectar al enemigo, se encuentras las que conducen a la psiquis y al cuerpo del hombre, lo desmoralizan e inducen a perder la voluntad de lucha. Pueden ser actividades de acción psicológica – de ahí el control sobre los medios radiales y escritos -, de inventos de mitos como el de los Gurkhas degolladores, el ataque a las columnas de abastecimiento, los campos minados con minas antipersonales, el corte total de caminos de abastecimiento, el bombardeo sistemático de las posiciones defensivas con los cañones desde los buques. Todo esto se hizo en Malvinas por parte de ambos contendientes.
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En lo relacionado con el abastecimiento, existen zonas de abastecimiento, caminos principales de abastecimiento, caminos secundarios de abastecimiento y zonas o puntos de abastecimiento de Efectos Clase I, II, III, IV (de arsenales, intendencia, sanidad, veterinaria y transporte). Los números romanos responden a siglas de uso convencional que representan alimentos, ropa, carpas, munición y combustible. Cabe mencionar que los caminos de abastecimiento pueden ser terrestres, aéreos o marítimos.
Lo que nos interesa para este análisis, son los efectos Clase I de Intendencia, es decir la comida y los caminos de abastecimiento que conducían a las posiciones de las tropas desplegadas en el terreno.
Cuando los ingleses desembarcaron en el estrecho de San Carlos consolidaron una cabeza de playa y dominaron el área, razón por la cual los caminos de abastecimiento argentinos – terrestre, aéreo y marítimo – a la Isla Gran Malvina quedaron totalmente cortados. Los ingleses lo sabían y a partir de ese momento no les interesó ni siquiera mandar un pelotón de 12 hombres para atacar las fuerzas argentinas existentes en esa isla.
«No llegaba nada, ni munición, ni alimentos, ni correspondencia, ni elementos sanitarios. Sólo tenían que sobrevivir hasta que se definiera el conflicto».
Es por ello que las tropas argentinas desplegadas en la Gran Malvina quedaron libradas a su propia suerte. No llegaba nada, ni munición, ni alimentos, ni correspondencia, ni elementos sanitarios, nada, absolutamente nada. Pero reconozcamos que tampoco necesitaban elementos para combatir porque no lo hacían. Sólo tenían que sobrevivir hasta que se definiera el conflicto.
A los ingleses no les interesó militarmente las tropas argentinas existentes en esa isla debido a que, sin transportes de ninguna naturaleza, “no podían influir absolutamente en nada” en el desarrollo de la guerra que se libraba en la Isla Soledad.
Sintéticamente, tenían que sobrevivir al hambre y la sed, conviviendo con la pesada e irracional carga de que habían sido anoticiados de las severas penas que se aplicarían por comer corderos de los Kelpers.
Las tropas de la isla Gran Malvina comenzaron por racionar la comida existente y cuando se acabó hablaron con los moradores de la isla y llegaron a un acuerdo para proveerse de corderos. Otros directamente se apropiaron de los lanudos en razón del estado de necesidad y otros cayeron en depresión, padecieron hambre y en algunos casos llegaron a la desnutrición o la muerte.
Pero lo interesante del caso de la Isla Gran Malvina es que en la Soledad había comida suficiente, pero no podían hacérsela llegar porque no era posible volar en helicóptero ni lanzarla por modo aéreo. Tampoco se podía llegar navegando con los guardacostas u otras embarcaciones menores sin ser atacados por el enemigo. No había forma de llegar con los medios disponibles.
En la Isla Soledad ocurría exactamente lo mismo que en la Gran Malvina, pero ya no se trataba de dos islas sino de sectores. Algunos recibían los alimentos con facilidad pero otros no tenían posibilidad de hacerse de la comida necesaria para mantener el cuerpo con el desgaste que produce la tensión, la exposición al frío y el combate.
Los víveres llegaban a Puerto Argentino desde el continente por modo aéreo en los C-130 y los buques hospitales que atracaban en Puerto Argentino para embarcar heridos de la propia tropa. Allí descargaban toneladas de alimentos que los elementos logísticos distribuían conforme a lo que dispusiese el G-4 (Oficial Logístico) del Comando de la Brigada Xma (décima) a órdenes del General Oscar Luis Jofré.

Muchas veces ocurren hechos que por ley no deberían producirse pero que se permiten “mirando para el costado” a los efectos de evitar males mayores. Los ingleses sabían que los buques hospitales transportaban comida para los efectivos militares, pero también eran conscientes de que si lograban ganar la batalla deberían alimentar a los vencidos y que si la perdían deberían ser alimentados, razón por la cual lo mejor era que los almacenes y depósitos argentinos estuviesen lo más llenos posibles.
Con fecha 27 de mayo, el Buque Hospital Bahía Paraíso fue inspeccionado por los británicos, a quienes les llamó la atención la gran cantidad de alimentos que transportaba, especialmente capones congelados.
El capitán del buque les explicó que, en primer lugar, debía prever el racionamiento de hasta 400 pasajeros a bordo entre tripulación, internados en camas y heridos ambulantes; que ignoraba si el Gobernador Mario Benjamín Menéndez le solicitaría comida para los isleños y, además, que era imposible saber cuánto tiempo requerirían alimentarse sin volver a reabastecerse en el continente.
A las posiciones defensivas que rodeaban Puerto Argentino, los suministros llegaban por dos caminos de abastecimiento. Los dos nacían en la ciudad y se dirigían uno a Fitz Roy y otro a Monte Estancia. El primero era bombardeado desde los buques, pero nunca recibió ni siquiera un impacto, permaneció intacto ya sea premeditadamente o no, pero así fue.
El segundo, fue duramente bombardeado con todo el material bélico disponible, razón por la cual, en el Monte Longdon se sufrieron las mismas consecuencias que en la Isla Gran Malvina, es decir, hubo aislamiento, hambre, desnutrición, deshidratación y en, rigor de verdad, estaban peor que en la Gran Malvina porque, además, tenían que combatir y tampoco les llegaban municiones ni armamentos suficientes para reponer el nivel de abastecimiento requerido. Todas las tropas desplegadas al norte de este camino fueron las que más sufrieron privaciones de todo tipo.
Por las razones expuestas es que no se puede decir que faltaba comida porque no es totalmente cierto. Estábamos en guerra y el enemigo hacía lo que debía y donde debía; son actos de guerra que se aplicaron y se aplican en cualquier conflicto armado del mundo.
Los caminos de abastecimiento logístico son como el cordón umbilical de un niño dentro del seno materno y los militares profesionales sabemos que cuando la logística dice “no” se cae cualquier plan de combate, aunque haya sido diseñado por el mejor estratega del mundo.
En Puerto Argentino la situación era de normal abastecimiento porque allí estaban los almacenes.
Cuando los pilotos de la Fuerza Aérea Argentina atacaron los buques ingleses, entre otros propósitos, buscaron exactamente lo mismo, afectar los abastecimientos logísticos, especialmente comida, munición y transporte. Como consecuencia de estos ataques, los ingleses se vieron demorados en su avance, sintieron la pérdida de muchas aeronaves y padecieron la falta de combustible JP1 para helicópteros.
El 25 de mayo de 1982, la Fuerza Aérea Argentina (FAA) hundió el destructor HMS Conventry y el buque porta-contenedores Atlantic Conveyor, hechos estos que afectaron seriamente la logística de los ingleses en la guerra, generando escasez de víveres a mediados de junio.
Cuando la FFA ataca y hunde a los buques ingleses en Bahía Agradable, destruye toda la logística de esa operación militar que tenía como objetivo avanzar por tierra en dirección a Monte Kent.
Los bombardeos a las naves de desembarco RFA Sir Galahad y RFA Sir Tristam, en lo que se consideró y considera «el día más negro de la flota inglesa», provocó el hundimiento de ambos buques y fue un ataque directo a la Logística de Personal y Material de los ingleses.
Sobre estos hechos, el Reino Unido puede copiar los mismos argumentos que hoy emplean los argentinos cuando hablan del hambre, la falta de conducción, los errores estratégicos, etc. Pero ellos no lo hacen, no se victimizan como indefensos esclavos sometidos a las decisiones de una Primera Ministra, la que por cierto se emborrachaba todas las noches.
Los militares ingleses son profesionales serios y maduros, que llevan varios siglos existiendo sobre la tierra practicando el “arte de guerrear”. Son plenamente conscientes de que participaron de una guerra, razón por la cual no se abandonaron a la retórica latinoamericana, ni al pesimismo derrotista, ni a la ligereza de pensamiento.
Como puede apreciarse existieron errores humanos, pero no hubo negligencia en los elementos logísticos. Hubo una guerra entre militares profesionales que sabían muy bien que había que atacar los abastecimiento alimenticios, cosa que hay que admitir de una vez por todas antes que victimizarse o llorar como niños por lo que no se supo conseguir como hombres.
Continuará…