Hasta cinco veces más de entierros después del ‘inyectocovid’, según sepulturero

Juan Ignacio Guerrieri es músico y trabaja en un cementerio bonaerense. "Lo peor es ver a las madres que no se quieren desprender del féretro de sus hijos. Qué ironía que un no inoculado termine enterrando inoculados".

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Escribe: David Rey

Si, alguna noche, volvés a tu casa después de haber ido a comprar algo de pan, una gaseosa y lo que sea que te haya alcanzado para comprar… y resulta que te lo cruzás a Juani en la calle, lo más probable es que te cruces de vereda. Viene en cueros, con un aro colgando de la nariz, ultratatuado, el pelo que es un espanto y gritando a los cuatro vientos. Pero Juan Ignacio Guerrieri tiene algo más tenebroso aún para contar que su aspecto metalero. Y sí, es para salir corriendo: que un sepulturero te diga que entierra muertos más de cinco veces desde que empezaron a inocular contra el COVID 19, ¡es para llamar a la policía!

El que se quedó a escucharlo, empero, es el periodista Pedro Moreno, y le sacó todo el jugo. ¡Qué te pasa que gritás! Juan Ignacio es un artista de Juan Antonio de Areco que, por cosas de la política, pasó de ser un empleado municipal de eventos culturales a trabajar de sepulturero en el cementerio municipal; del arte y sus boludeces a cubrir muertos con tierra, algo así. Pero él lo hace con gusto… A un rockero verdadero lo espantás con cuentos de hadas, ¡no con tierra y oscuridad! “Antes de la plandemia se moría más gente. Pero después de que empezaron a vacunar, llegamos a un momento en que no dábamos abasto. Teníamos tres o cuatro por día, frente a dos o tres por semana de antes de 2020”, confió grosso modo.

Sin afanarse en precisiones, estimó que las muertes “se duplicaron cuando empezaron a poner la segunda dosis. Gente que se ponía la segunda, y a la semana estaba muerta en el cementerio”. Guerrieri, además, confió a Moreno que “he visto a mucha gente preguntándole al fallecido: «¿Por qué te moriste si estabas bien?». Es la frase que más me quedó este último tiempo, gente preguntándose por qué”. Sobre esta cuestión, el artista escribió una canción que fue inmediatamente censurada en YouTube y en Instagram, tal cual ocurrió con millares de personas (entre los que se adscribe este subscritor de DAVIDREY.com.ar) que quisieron arriesgar una opinión diferente respecto de lo que emanaba de los medios masivos de comunicación.

El músico-sepulturero le dijo a Moreno que en su propio pueblo la gente se cruzaba de vereda cuando lo veía “por miedo a que le lleve una peste”. Fiel a su estilo combativo, dijo que “la nariz no me la violó nadie, jamás me hice un hisopado y fui a trabajar engripado cuando podría haberme quedado en mi casa sin hacer nada y cobrando mi sueldo, como hicieron muchos que, incluso, inventaban que estaban enfermos para no ir a trabajar”. Seguidamente, indicó que “enterré a 256 personas que fallecieron por este bicho, y no me cuidé nunca. Ni nunca me agarré nada, mientras que mis compañeros sí se lo agarraron después de acceder a ese experimento”.

Pero hasta el más heavy de los heavies se encuentra con algo que lo retuerce como a una lechuga: “La parte más triste de mi trabajo”, dijo, “es ver a una madre tirarse sobre el féretro de su hijo, no querer desprenderse”. Por último, Juan Ignacio Guerrieri redondeó una frase que seguramente orbitará su cabeza todos los días de su vida y que sintetiza todo el absurdo que llevamos vivido durante estos últimos tres años: “Qué ironía que un no inoculado esté enterrando inoculados, ¿no?”.

Otras consideraciones interesantes

Tras haberse desempeñado como Coordinador de Eventos en la parte de Cultura, por una “movida” política un día se vio con que contaba con la mitad del sueldo, de ahí que cuando se le presentó la ocasión de trabajar en el cementerio y mejorar su salario no dudó un instante. Según dijo, vive enfrente del cementerio municipal de San Antonio de Areco, de modo que no precisa más que saltar la reja para estar en su trabajo, un económico trayecto que realiza hace tres años y medio (tampoco lo van a espantar con la “ciudad de 15 minutos”, por lo visto).

En su trabajo es el único no inoculado, y la vez que lo “apretaron” para que se pinche le exhibió de memoria todas las leyes al intendente Francisco Rato, quien finalmente respetó su decisión de preservar su salud del experimento inyectable. San Antonio de Areco, por cierto, es un municipio bonaerense con poco más de 23 mil habitantes y un solo cementerio con 7 sepultureros para todos.

Su canal en YouTube se llama -justamente- “Juanyalamierdaelnuevoorden” y tiene una más que explicativa canción que se llama “Reír o llorar”, donde dice cosas como “he llegado a un punto donde ya no entiendo nada / es como si la gente estuviera anestesiada / creen cualquier cosa y ya no cuestionan nada / la razón nos hace humanos y quedó allá olvidada”.

Pero Guerrieri es un rebelde que destaca, visiblemente, entre los mismos rebeldes. Veamos qué dijo a Moreno de sus colegas: “Yo, hoy, casi que ni escucho heavy metal porque me pegué una desilusión con el metal… Todo ese mensaje de rebeldía antisistema, y después salieron corriendo a levantar la remerita [para ser inoculados]. Ninguno de las bandas que yo seguí durante años salió a decir nada. Te pedían el pase sanitario, que te pongas el barbijo y que te quedés sentadito. ¡Tomátelas, hermano! ¡Tomátelas! ¿Qué clase de rebelde sos? En esta plandemia se le cayó la careta a un montón de gente”, bramó el músico.

Y soltó algo que sorprende por su irreprochable claridad, la que evidentemente perdieron los rebeldones artistas de las fotos y los millones de intelectuales, críticos y celebrities que posaron con su cartelito salvaguardador de VACUNADO: “Empecemos desde la base. ¿Cómo vas a creer que el gobierno te quiere cuidar?”. En rigor, ¿cuántos profundos pensadores del pensamiento “liberal”, “libertario” y “ultra Estado cero-absoluto” hemos visto resguardándose bajo los calzones caritativos del Estado vacunador-compulsivo? Guerrieri les podría dar una clase, claramente… y debería empezar por la materia que, por lo visto, más precisan los muchachos intelectuales: “Dignidad”.

Guerrieri confió que algunas personas hoy, a raíz del indisimulable incremento de las muertes posinoculación, se le acercan para decirle: “Juani, vos no estás tan loco como yo creía”. El músico, entonces, le reprochó al resto de los artistas que “prefirieron más la vida social que su propia vida”, y confió que cuando empezó todo el circo plandémico él era un “bicho raro” que, por lo mismo, se quedó sin músicos, sin banda. “Gana Argentina [la final del mundo de fútbol] y sale todo el mundo a la calle. Te cortan la libertad, y no sale nadie”, ardió en referencia a la exigua concurrencia contra el pase sanitario que pudo observar en Capital Federal.

Pero por si a esta historia le hacía falta el “toque disparatado”, el músico ultra antisistema y súper metalero inconformista que hemos conocido hoy (tan antisistema y tan inconformista que se desilusionó, nada menos, que del heavy metal mismo), nos lleva a las fuentes de un sopapo sideral. Dijo, y ágarrense: “Tenemos que hacer como hacían los cristianos. Salir a la calle y hablar con la gente, cara a cara”. Ni el Pastor Giménez se hubiera animado a tanto.

“Somos instantes. Somos momentos. Estamos ahora. Disfrutemos de lo que tenemos, nuestros hijos, nuestra familia. Seamos felices con las cosas simples de la vida, los cajones no tienen bolsillos. Nadie se lleva nada”, concluyó. Escuchen su música. Como vemos, dice cosas sumamente aterradoras.

Ver entrevista de Pedro Moreno a Juan Ignacio Guerrieri con CLIC AQUÍ:


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