<<La moneda virtual es superior a cualquier otra del mercado ya que es imposible falsificarla. Pero, más importante aún, protege a los usuarios de la inflación>>.
Por Guillermina Sutter Schneider
Economista – Universidad Nacional de Rosario
En 1976 Friedrich A. Hayek publicó La Desnacionalización del Dinero, un alegato en favor de la libre competencia en la emisión y circulación de monedas. Así, Hayek presenta al dinero como una mercancía más que puede intercambiarse como cualquier bien y que podría ser provisto de forma más eficiente por un entidad privada más que por una estatal.
La incansable búsqueda de Hayek de una solución al problema de la inflación, lo llevó a profundizar en el estudio sobre las posibilidades e implicancias de la sustracción del monopolio de creación de dinero a través de los Bancos Centrales, instituciones a las que caracterizaba como forzosas y antinaturales que imponían un poder arbitrario a los tratos entre los Individuos. ¿Qué otro tirano más que el Estado obligaría a las personas a aceptar una moneda bastardeada por la inflación? Sostiene Hayek sobre el curso forzoso que “es simplemente una estratagema jurídica para obligar a la gente a que acepte como cumplimiento de un contrato algo que nunca pretendió cuando lo firmó”. Es decir, legislando sobre lo que una persona puede o no aceptar como pago de una deuda, se sustituye una acción libre de contrato voluntario por una ley arbitrariamente impuesta. Así incluso los gobiernos se tomaron la atribución de designar qué debe considerarse o no dinero.
Otro punto subyacente dentro de esta obra es la consideración de la política monetaria como la causa de las depresiones. La emisión monetaria genera inflación. El problema radica en que el dinero no es un instrumento de política con el que se pueda llegar a conseguir determinados resultados previsibles. Si bien en el corto plazo este tipo de política genera un cierto estímulo en la actividad económica, en el largo plazo comienzan a vislumbrarse distorsiones producto de la intervención en el mercado monetario que envía señales forzadas, por ende equivocadas, a los Individuos.
Entonces, si Hayek se hubiese topado con cripto-monedas, ¿habría comprado?[1]
En el año 2009, quien se hizo conocer como Satoshi Nakamoto dio a conocer Bitcoin, una moneda electrónica descentralizada. A diferencia de las monedas con las que corrientemente las personas comercian, Bitcoin no depende de ninguna autoridad monetaria sino de una base de datos distribuida. No existe tal cosa como la ley de curso legal. Esto significa que Bitcoin no se impone, Bitcoin se elige. Esto no es un punto menor, sino que es una de las principales características que la ponen por encima de cualquier papel de color respaldado por burócratas. Bitcoin es superior a cualquier moneda del mercado ya que así como es imposible falsificarlos, tampoco es posible gastarlos dos veces o que arbitrariamente un tercero, ya sea persona o institución, haga uso de Bitcoins que no le pertenecen. Pero más importante aún: Bitcoin protege a sus usuarios de la inflación.
La expansión de la base monetaria está predeterminada y es conocida: el número total de Bitcoins que pueden circular en el mercado no excederá las 21 millones de unidades y su oferta crece a una razón constante y predecible. Esto quiere decir que si cualquier persona quisiera saber la cantidad de circulante en un determinado momento puede hacerlo ya que la información es pública y transparente, hay simetría de la información. Incluso para quienes se preguntan si el día de mañana habrá escasez de Bitcoins esto no debería significarles un problema ya que es divisible hasta el octavo decimal, es decir que es posible hacer una transacción por 0,00000002 unidades. Enhorabuena una buena moneda ha salido al rescate de quienes son víctimas constantes de la inflación.
Por otro lado, las transacciones realizadas con esta moneda electrónica no sólo son potencialmente anónimas, lo que asegura una mayor privacidad a las partes, sino que los costes de transacción son prácticamente nulos. Esto ha contribuido a simplificar y acelerar el pago entre partes, ya sean micropagos o transferencias de grandes sumas. Además, estas transferencias no conocen limitaciones de tipo geográficas ni políticas. Esta última es una gran ventaja con la que corre especialmente en países latinoamericanos como ser Argentina o Venezuela donde existen fuertes regulaciones en materia de adquisición de divisas y su transferencia hacia otros países.
La realidad es que el surgimiento de Bitcoin, junto con el de otras monedas virtuales alternativas o altcoins, va dejando obsoletas la infinidad de funciones que discrecionalmente se atribuyeron los Bancos Centrales respaldados por la ley. Muchos todavía están a la espera de un gobierno capaz de ofrecer a los individuos una moneda segura y libre de la discrecional manipulación para atender a los gastos crecientes del estado. Pero la realidad muestra que ninguna de las monedas que hoy en día están en circulación tienen más atributos de los que Hayek hizo mención en sus obras salvo Bitcoin.
Si bien el estudio y análisis que aborda en La Desnacionalización del Dinero es infinitamente más complejo y además gran parte de sus escritos monetarios se focalizan en una moneda estable cuyo precio no varíe a gran escala, no debe dejarse de lado que aquello que buscaba Hayek era la protección del Individuo frente al maquiavélico aparato del Estado. Por ello, si hubiese conocido estas monedas descentralizadas, que facilitan a gran escala las transacciones entre las personas, cuyas emisiones están pautadas de antemano y protegen a los individuos de la inflación, que no responden a los intereses macabros de ningún gobierno y a las que uno ingresa de forma completamente voluntaria, Hayek hubiese apostado por las cripto-monedas.
[1] Si bien hoy en día las monedas virtuales en circulación son varias, a fin de facilitar la comprensión y lectura del artículo tomaré al Bitcoin como representante de estas monedas al ser ésta, a mi criterio, la de mayor renombre [Nota de la redactora].