Jones Tamayo: «Un militar no está preparado para aceptar la indiferencia de la sociedad»

3626


Escribe: David Rey

Hay dos fotos del coronel Juan Carlos Jones Tamayo. Al menos las dos que me envió mi amiga Guadalupe Jones cuando le pedí algún material fotográfico de su papá, tras discutir severamente si su apellido se pronunciaba «jones», «yones»… o el que ella prefirió: «/dʒoʊnz/» (así de complicada es).

En una foto, se lo ve a Jones Tamayo joven, 30 años quizás; firme, decidido, marcial y alumbrado por el fuego del destino. Eran esas épocas de ideales, sacrificios… y todas esas yerbas. En fin, la medicina exacta que este país pidió a gritos cuando todo parecía irse al diablo. Ahí estuvo él, así, tal como hizo falta.

En la otra imagen que me pasó Guada, su papá es… un pan de Dios. El abuelo ideal. Ese ser que perdona todo y que todo lo entiende. Ese señor que amonesta expresiones «modernas» aunque ya no las enfrenta ni mucho menos: los años vuelven concesivas a las personas que han aprendido a apreciar lo verdaderamente importante.

Pero en algo ambas fotos coinciden: la paz. En una, la paz que ha de obtenerse; la otra, la que se celebra. En la primera, esa llama que inspira; la que sigue, el ardor que contiene. Todo volcán descansa algún tiempo, y quizás descansa para siempre… y tal vez se despierta algún día.

Al coronel Jones Tamayo hoy se le quiebra la voz cuando evoca el Combate de Pueblo Viejo, aquel que en plena democracia dio inicio a la Operación Independencia, «cuando las papas ardían» y el pueblo pedía y vivaba la llegada de hombres. Él… «artillero de montaña, metido en el monte haciendo de artillero de monte», y sólo munido de una doble convicción: derrotar al enemigo apátrida y que el mundo sepa – otra vez – que acá manda Argentina, y que toda tierra argentina se defiende con la vida, a sangre y fuego. Él fue uno de esos emisarios empedernidos.

Al coronel no le duelen las heridas… no porque las heridas no duelan, la sangrienta oscuridad del monte, el pavor de encontrarse en medio de la balacera que le tiraba sobre la cabeza cuanta rama había. Al coronel no le duelen las heridas… porque ellas son la música del soldado. Le duele el silencio, ese frío que llega y que choca contra el calor de un alma guerrera. Ayer dolió el calor y su sangre; hoy duele el frío, el coronel no tiene descanso y le sobra el calor que alimentó. El pueblo ayer gritaba; hoy el pueblo calla. Y eso es lo que duele, carajo… Uno hizo lo que hizo por ese grito SAGRADO, y hoy es uno, y nada más que uno… el que sigue gritando ese mismo grito.

Vos… ¿qué le dirías a Héctor Cáceres?

«Cáceres es el héroe» dice, como si con la uña del dedo anular se levantara la costra de una herida que, porfiada, no termina nunca de sanar. El Capitán Héctor Cáceres… justamente… el mismo que en aquel combate se arrojó sobre el baleado Teniente Coronel Adolfo Richter, para cuidarlo de los enemigos, y que fue a recibir una bala «de FAL que le partió el corazón». 43 años después del Combate de Pueblo Viejo, ese río sagrado y maldito, el coronel Juan Carlos Jones Tamayo, a pesar de las sinuosidades del tiempo, no titubea al afirmar: «Ese es el militar».

Se le quiebra la voz… al soldado, al patriota, al abuelo, al entrevistado, al hombre, al viejo. En esa voz que se quiebra hay un canto y hay también un llanto. Canta el coronel al héroe hecho leyenda… y llora el coronel todo aquello que perdimos. 43 años atrás, como si fuera ayer, es decir, como lo siente en el alma.

43 años después del Combate de Pueblo Viejo, el primero de la Operación Independencia, el héroe es un villano. Detenido desde hace cuatro años por haberse puesto las botas, el uniforme y por haber empuñado el fusil que la democracia le puso en las manos para defenderla, resguardarla, reivindicarla dónde y cómo sea. Preso Político Argentino, ahí tienen al hombre, al soldado y al héroe. Fue a morir por nosotros, y hoy lo tenemos preso. Fue a morir por nosotros, y hoy se lo desprecia. Fue a morir por nosotros, y hoy es el villano.

La democracia lo mandó a matar y a morir. Y es hoy la democracia la que se lo quiere sacar de encima, como ya lo hizo con más de 430 guerreros y Presos Políticos Argentinos, asesinados en cautiverio. Es la democracia la que se quiere limpiar la conciencia… Ella ordenó, él cumplió. Querías un soldado, ¡aquí estoy! Y allí estuvo.

«Nuestra lucha fue para vivir en una República»

Ellos volvían del Combate de Pueblo Viejo (el coronel no se olvida, ¡ay, cómo olvidar!)… con los muertos a cuesta, y la gente bailaba el carnaval, esa gente que fueron a defender con la vida. Cómo marcan esas cosas, ¿no? Usted fue a morir por un país indiferente, que – por si fuera poco – para limpiarse la conciencia tarareó millones y millones de veces «que la guerra no me sea indiferente». Jajaja.. ¿parece mentira, no, mi coronel? Celebró sus 74 años en la cárcel de un país que canta que la guerra no le sea indiferente, el mismo país que bailaba el carnaval mientras pasabas al lado arrastrando los muertos y el mismo país – usted lo sabe – que miraba el Mundial de Fútbol mientras «mandaba a morir» a sus «niños» de 18 años a las Malvinas.

¿Valió la pena, coronel…? ¿Valió la pena…? Ayer bailaban el carnaval, hoy lo meten preso. ¿Valió la pena? Ayer disparó el canto a la Patria que hoy… llora, coronel.

¿Cómo duelen estas cosas, no? Pucha, si duelen… Nos mata la sangre, coronel. Te pusieron un fusil y te vivaron, ¡adelante soldado, el riñón del pueblo, héroe de la Patria!; usted cumplió… mientras ellos bailaban el carnaval… Ahora, ellos… se limpian el culo con el Combate de Pueblo Viejo, el mismo donde murió el mejor y el mismo que lo dejó en silla de ruedas a Richter.

Perdóneme, Coronel… que yo sea tan duro. Pero para mí sí valió ese combate y sí vale este país. Gracias a eso sé que usted no alcanzó el salto de Cáceres y que, por tanto, para usted, soldado… todavía hay combates que aún no han terminado.

Hay dos fotos de Jones Tamayo. En una, está decidido a morir. En la otra, responde las preguntas de www.DAVIDREY.com.ar

David Rey: ¿Por qué se dio la “Operación Independencia”.

Juan Carlos Jones Tamayo: Durante la década del 70, en el marco de una situación caótica como consecuencia de la creciente ola terrorista que vivía el país, se desarrolló un foco de guerrilla rural en la provincia de Tucumán, que fue tomando envergadura e incrementando una escalada de violencia al punto tal de llegar a ocupar esporádicamente localidades relativamente importantes, como ser Acheral, Bella Vista, Los Sosa, Famaillá, Monteros, y muchas otras menores, donde desfiló, leyó proclamas marxistas, fusiló apoyándose en supuestos juicios sumarísimos, que fueron verdaderos asesinatos a quienes no quisieron colaborar con los insurgentes. Esa guerrilla del Ejército Revolucionario del Pueblo, conocido como ERP, pretendió establecer en la mencionada provincia lo que ellos llamaban una “zona liberada”, conformando un plan de alcance continental. Para su accionar de guerrilla en el monte, formó una “Compañía de monte”, que la llamó “Ramón Rosa Jiménez”, en honor a uno de los terroristas muertos. No se olvide que estamos hablando del año 75, gobierno democrático. Ante todo esto, y las fuerzas de seguridad desbordadas, es que la presidenta María Estela Martínez de Perón, el 5 de febrero, firma el decreto 261/75 donde ordena el empleo del Ejército en Tucumán para aniquilar o neutralizar el accionar de los elementos subversivos. No se olvide que la guerrilla que estaba presa en el año 73 fue liberada por Cámpora y esos, en vez de volver a sus casas a trabajar, estudiar, etc., volvieron a hacer bombas y volvieron monte.

D.R.: Volvamos al Combate de Pueblo Viejo. ¿Usted cuántos años tenía entonces?

J.C.J.T.: Tenía 32 años.

D.R.: ¿Anteriormente, tanto usted como sus camaradas, habían participado antes de algún combate contra el terrorismo?

J.C.J.T.: No. En el único combate que participábamos era en la mesa de arena o haciendo maniobras contra enemigos clásicos. No se olvide que estamos hablando de un ejército que estaba preparado para la Segunda Guerra Mundial.

Prisionero de Guerra y Preso Político

D.R.: ¿Y qué diferencia hay entre un “combate clásico” y una “guerra irregular” como la que se dio en Argentina contra el terrorismo?

J.C.J.T.: Fundamentalmente creo que es el objetivo. En el combate clásico, el objetivo es el terreno para la derrota del oponente, conquistarle terreno. En el combate subversivo, contrarrevolucionario, ellos buscan la mente de la población. Decían los vietnamitas que ellos se movían en la población como peces en el agua, que es lo que pasaba acá; acá uno no sabía quién era el terrorista o el guerrillero porque andaba en la calle con su documento, falso o no. Diferente fue cuando quiso hacerse el militar en serio y fue al monte con un pseudouniforme, entonces sí eran unos y otros, era un combate casi clásico. Aunque era un ambiente geográfico muy particular.

D.R.: Volviendo al día de los enamorados de la Patria. ¿Qué es lo que usted hasta el día de hoy más recuerda del Combate de Pueblo Viejo?

J.C.J.T.: Imagínese, capitán, 32 años, artillero de montaña, metido en el monte haciendo de Infantería de monte, con los dos grandes soldados que fueron Cáceres y el teniente Richter, quienes eran lo que nos estaban enseñando un poco la técnica del monte. Y al escuchar los primeros disparos, en ese monte que uno no sabe de dónde viene, ni para dónde tiene que tirar, un shock. Gracias a Dios, uno está preparado para inmediatamente sobreponerse a eso y poder manejar la fracción, porque si no sería una parálisis total, la sorpresa. Ellos nunca supusieron que íbamos a estar por ahí nosotros, porque si no, no hubiesen estado tan desprevenidos ellos también. Fue un combate de encuentro. Lo que pasa es que ellos pudieron ver la patrulla nuestra antes que la nuestra a ellos. Pero tanto es así que ellos habían cruzado el río.

D.R.: El río Pueblo Viejo, de ahí nace la expresión “Combate de Pueblo Viejo”.

J.C.J.T.: Exactamente. Estaba crecido el río, así que era complicado cruzarlo. Se ve que ellos eran una fracción de 20-30 guerrilleros, habían logrado cruzar, diríamos, su punta de infantería, o sea la primera fracción, 6-7 individuos. Con eso es con lo que nos encontramos en un primer momento.

A 42 años de Pueblo Viejo: «El combate aún no ha terminado»

D.R.: ¿Tenían uniforme?

J.C.J.T.: Sí, un pseudo uniforme, se querían parecer al uniforme verde del Ejército y eran unas bombachas de grafa verdes iguales, camisas de diferentes tipos, pero verdes, unos casquetes hechos en alguna sastrería y alpargatas. Pero sí tenían fusiles FAL, Itacas y pistolas ametralladoras.

D.R.: ¿Cómo podían tener ellos fusiles FAL? ¿Qué quiere decir “FAL”?

J.C.J.T.: Fusil automático liviano. No se olvide que habían asaltado el Batallón de Comunicaciones de Córdoba antes, habían asaltado la Fábrica Militar en San Lorenzo, habían asaltado muchas dependencias policiales haciéndose de las armas, y asaltaban hospitales para hacerse de material quirúrgico que después usaban en las postas sanitarias. Yo creo que quisieron emular al gran héroe que fue Güemes robándole las armas al enemigo (risas). Al margen, tenían otro tipo de armamentos, sobre todo material de comunicaciones muy moderno, que obviamente venía del extranjero; había fusiles checoslovacos, cubanos, pero la mayoría era de los asaltos a lugares militares o policiales nuestros.

D.R.: Ahí tenemos a los jóvenes idealistas. ¿Cómo murió nuestro héroe, Héctor Cáceres? ¿Qué le debe este país a Héctor Cáceres?

J.C.J.T.: Héctor Cáceres muere por salvarlo o rescatarlo al teniente Richter, que no tenía por qué hacerlo, porque él podría haber contraatacado con el resto de la fracción, sobrepasar, pero peligraba la vida de Richter, que era el otro Comando. Así que él en un acto de arrojo total, en medio de una balacera infernal, donde caían las ramas en la cabeza de todos nosotros, él se arroja, primero para cubrirlo, porque le dijo “ya te saco”, y ahí es donde un traidor terrorista, desde atrás, le hace un tiro con un FAL que le atraviesa el corazón, y ahí quedó Cáceres. Hay una anécdota: cuando podemos rescatar a Richter, que lo llevamos al puesto comando, se armó otro tiroteo, que era permanente, era una hondonada, y un soldado, que le decíamos “el bombolo”, porque era un grandote que coordinaba poco, un soldado de 20 años, se arroja encima de Richter y yo le digo: “Soldado, ¿qué hace?”, y me dice: “Lo cubro al teniente para que no le peguen más”. A Richter él lo conocía hacía cuatro días nada más. Él lo hace, más que por subordinado, lo hace por humanidad, lo que no tenían los otros.

D.R.: Fue un acto de amor al prójimo. Un acto de patriotismo total, completo y absoluto cómo murió, entonces, el Capitán Héctor Cáceres.

J.C.J.T.: ¿Sabe por qué? Cáceres no pensó para hacer eso, él lo tenía en su formación, es decir, fue un acto instintivo de su educación. Ese es el militar.

Carta de un Preso Político: «Mientras peleábamos en Malvinas… miraban el mundial de fútbol»

D.R.: Yo sé que hay cosas que a usted le duelen del Combate de Pueblo Viejo. Si usted me permite, yo tengo una carta que usted escribió en donde dice que luego del combate, donde pierde la vida nuestro héroe Héctor Cáceres, ustedes volvían, pasaban por los canchones, y resulta que la población de Monteros realizaba una fiesta de carnavales. Ustedes volvían de combatir al enemigo apátrida y la población argentina estaba bailando la fiesta de carnavales mientras ustedes terminaban de “bailar” la “fiesta de las balas” defendiendo a este país. A mí me marcó mucho eso que usted dijo y que DAVIDREY.com.ar en su momento publicó y que tuvo una repercusión impresionante. Yo quisiera que usted me diga qué le duele de Pueblo Viejo.

J.C.J.T.: Obviamente la pérdida de Cáceres, las heridas de Richter, de Arias y de Orellana. Uno está preparado, educado para aceptar eso, pero no está preparado para aceptar la indiferencia de la sociedad. Ese día, serían las 11/11.30 de la noche, volvíamos, era un silencio mortal, nadie hablaba, y pasamos por el baile con la cumbia, con el chamamé, la cerveza, la serpentina… y nosotros llegábamos con todo esto, incluso con los guerrilleros muertos. Una falta total de respeto. Lógicamente, la población no sabía qué había pasado, pero sí tenía la obligación de saber la situación que estaba viviendo hacía dos años la ciudad de Monteros, con las tomas y los fusilamientos. Acuérdese de Malvinas y el Mundial de Fútbol. Pero es el bendito país que tenemos, gracias a Dios. Porque si no fuese este país, fuese otro, con la gente que tenemos, estaríamos fundidos hace rato.

97 reveladoras frases sobre los 70, en boca de sus protagonistas

D.R.: Por último, ¿qué nos dejó a los argentinos el Combate de Pueblo Viejo? El primer combate de la Operación Independencia para defender la República Argentina de los terroristas.

J.C.J.T.: La enseñanza primera: defenderla hasta perder la vida. La segunda, que no nos van a arrear tan fácilmente, ni ellos ni los de las islas del norte.

D.R.: Usted me dijo que usted no es un héroe, pero se equivoca. Para mí usted sí es un héroe, porque podría haber corrido el destino de Héctor Cáceres.

J.C.J.T.: El único héroe es Cáceres. Y los mártires son Martínez Segón, hoy preso; el Mayor Bidone, preso; Marengo, que lo tuvieron 8 años preso y ahora lo absolvieron.

D.R.: Le agradezco que me haya compartido su imponderable emoción que tiene el color de mi Patria.