La alternativa socialista

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CarlosEVianaEscribe: Carlos Viana (Sustraído de Informador Público)

“¡Soy Palas!
Pensamiento di al centauro
Le dije:
¡Oh mito! ¡El que no piensa muere!”

Emilio Oribe

Muchas marchas de protesta miran hacia la alternativa socialista, unidas a los gritos contra el supuesto fracaso del neoliberalismo, la globalización, el Consenso de Washington, la “oligarquía…”. Todos fenómenos que ellos no tienen bien definidos. Vayamos entonces a una experiencia que tuve del socialismo profundo, recientemente.

Hace tres meses visité Cuba, con su pueblo amable, sus hermosas playas, sus resabios culturales de la última presencia hispánica en América. Me costaba creerlo.

Como todos, tenía información sobre la situación política de la isla.

Llegué un viernes por la tarde y el chofer del taxi, un joven, me dijo que pensaba irse, estaba descontento, cosa que ya esperaba. Llegado a la Habana Vieja vi gran cantidad de población negra en las calles de este barrio tradicional y fundacional. No esperaba encontrar lo que vi al día siguiente, ni que me iba a asombrar tanto.

La primera gran sorpresa

Caminado por las calles de La Habana Vieja, entré en un comercio y entablé conversación con un ciudadano negro.

Le pregunté, entonces impresionado por la cantidad de ciudadanos negros: “¿Cómo es que los estadounidenses, que tienen en proporción menos negros que ustedes, tienen un presidente negro y veo en el gobierno cubano sólo blancos?”

Hace 57 años que comenzó la revolución y por lo que vi la movilidad social ascendente no se está dando para los negros

“Mira, el Comité Central del Partido Comunista (115 miembros), tenía solo dos negros, se murió uno y no lo han reemplazado”, y continuó, «fíjate en la televisión y verás sólo conductores blancos”. Seguí caminando y vi un letrero de propaganda de una telenovela donde aparecía la foto de unos doce autores. Sólo vi un negro y estaba blanqueado en la fotografía.

Llegué al hotel y prendí presuroso el televisor, cambié, pasando todos los canales, ningún conductor negro; seguí mirando en los días siguientes y el fenómeno se repetía. Apareció, en una de esas, un entrevistado negro, de unos setenta años y dijo que la no presencia de negros en la televisión y en el gobierno se debía a que cuando comenzó la revolución estaban muy atrás en la escala social, pero que ahora se estaba dando la movilidad ascendente. Hace 57 años que comenzó la revolución y por lo que vi la movilidad social ascendente no se está dando para los negros.

En todos los restaurantes a los que fui eran atendidos por mozos muy atentos, pero también muy blancos. Conversando con un joven rubio, miembro del Partido Comunista, le pregunté si había racismo con los negros en Cuba y me respondió: “Sí, Cuba es un país racista”.

Nunca hubiera esperado esto en un país dominado por el marxismo-leninismo, donde se habla de “ingeniería social”, término acuñado por un socialista (Stalin), después de 56 años de “revolución igualitaria”.

Segunda gran sorpresa: “Llegopum”

Contraté un taxi para recorrer La Habana. Era uno de esos muy bien restaurados automóviles de la década de los 50, que los cubanos le llaman “almendrón”. Los cubanos tienen chapistas extraordinarios.

Le comenté la sordidez de las viviendas, lúgubres, algunas sin agua corriente, descascaradas, con sus habitantes queriendo huir por las noches del calor, saliendo a los viejos balcones con barandas de hierro – sólo tienen ventiladores. De aire acondicionado, sólo la clase dirigente.

El chofer se quejaba del régimen a cuya clase dominante llamaba “ellos”.

Realicé una observación. “Debo reconocer que por lo menos no tienen villas miseria”.

“Qué es eso, chico”, me preguntó.

“Bueno, es una familia que llega a un terreno baldío, junta unas tablas, unas chapas y hace una vivienda precaria”.

“Chico, aquí le llamamos Llegopum. Abreviando: llego y pongo. Se están llenando con ellos todas las capitales de provincia”.

Al otro día me llevó a un “llego y pum”. Avanzábamos a diez cuadras de la que fue la residencia del «Che», con su gran vista al mar. Torcimos por una calle de tierra y comencé a ver las taperas de madera y chapas, iguales a las nuestras. Todas estaban colgadas de la luz. Por la calle, llegamos a una zanja que hacía imposible continuar por ella. A los costados se abrían estrechos corredores que conducían a otras viviendas. Sin servicio de agua corriente ni de cloacas. Chicos, 7 u 8, sentados en la calle; era mediodía y no estaban en la escuela. El chofer me dijo: «Algunos no están anotados, ni van a la escuela».

Segunda sorpresa: después de 56 años de revolución socialista hay villas miseria, y muchas.

Tercera sorpresa

En un bar del interior de la isla, entablé conversación con otro cubano que me había ofrecido unos habanos. Era un jubilado. Lo invité a sentarse y me comentó que había egresado como doctor en la Universidad de Moscú y que se había jubilado como Profesor de Economía de la Universidad de La Habana. Hablamos de Hegel, de Marx; él no estaba conforme con el régimen. Me manifestó que cobraba unos diez dólares de jubilación, que no le alcanzaba para los remedios y mantener su casa, y que debía hacer otra cosa para vivir.

«Pero cómo», le pregunté, «¿no son los remedios gratis?».

«Sólo cuando estás internado», me respondió, y agregó: «Raúl Castro nos ha dicho que nos ayude nuestras familias».

Una médica que debió atenderme gana, con premios y aditamentos, unos 60 dólares por mes. La atención fue atenta y muy satisfactoria, pero fuera de horario; ella debía trabajar en otra cosa para vivir. No tenía tiempo para perfeccionarse. Todos están cubiertos médicamente pero no los remedios, y un jubilado gana 150 pesos nuestros. Claro que todos tienen la posibilidad de comprar una bolsa de alimentos por mes, a un precio módico.

Tercera sorpresa: los jubilados no tienen remedios gratis o muy rebajados como los de PAMI, y la medicina, si bien es buena, no es óptima como la presenta el gobierno cubano.

Otros socialismos

El socialismo de Mao producía hambrunas con cientos de miles de muertos. La misma se solucionó con la economía de mercado que aplicó Den Xiao Ping. La India dejó su socialismo democrático, tiene ahora una economía de mercado y ya no tiene que cargar los muertos de hambre todas las mañanas, con palas mecánicas. He observado más de siete culturas diferentes que aplicaron el marxismo-leninismo y terminaron malamente empobrecidas, desde la Unión Soviética, Alemania Oriental, Corea del Norte, Vietnam, Mozambique, Zimbabwe, Angola y Cuba.

Los socialismos democráticos tampoco dieron resultado. En Gran Bretaña asumieron el gobierno en 1.945 y cuando lo dejaron, en 1.950, la potencia vencida en la guerra Alemania, la había pasado económicamente.

En Suecia dieron marcha atrás, privatizaron ferrocarriles y crearon las AFJP, imitando a la economía neoliberal chilena.

En Argentina, en la Provincia de Santa Fe, la más rica en producción de alimentos, hay muertos por desnutrición, está llena de «LlegoPum» y han creado una nueva doctrina, el Narcosocialismo, merced a la cual es la Provincia más insegura, con guerras de narcos y muchos muertos.

Durante el Siglo XX, el comunismo provocó más de 80 millones de muertos, fuera de las guerras convencionales. ¡Lo que cuesta un Mito!

Para colmo, debemos soportar que «ellos» nos vengan a dar lecciones sobre derechos humanos.