Sustraído de Te cuento… la semana
El 27 de febrero de 1812 Manuel Belgrano izó por primera vez la Bandera Nacional. Había llegado a la Villa del Rosario para construir las baterías (Libertad e Independencia) que impidieran el paso de las naves realistas por el río Paraná.
Inmediatamente informó al gobierno de Buenos Aires expresando:
«…He dispuesto para entusiasmar las tropas y a estos habitantes, que se formen todas aquellas y las hablé en los términos de la copia que acompaño. Siendo preciso enarbolar bandera, y no teniéndola, la mandé hacer celeste y blanca conforme a los colores de la escarapela nacional«.
Esa bandera enarbolada en 1812 no era como la bandera nacional de hoy, que es una franja celeste arriba, una blanca y otra celeste al final. Según el historiador Armando Piñeiro era blanca arriba, azul en medio y la última blanca, y fue Bernardino Rivadavia quien dispuso la inversión de las franjas. Ambas banderas fueron encontradas en Bolivia, en 1883 la de Belgrano y en 1885 la de Rivadavia.

El Triunvirato recibió mal la noticia, y temiendo por su estabilidad, le ordenaron que izase otra vez los colores españoles. La orden no llegó a Belgrano, éste había partido al norte.
El 25 de mayo de 1812, hallándose en Jujuy y para celebrar el 2do. aniversario de la Revolución, al concluir el Tedéum, Belgrano presentó la Bandera al R.P. Juan Ignacio Gorriti, quien la bendijo en presencia de todo el pueblo de aquella ciudad.
El 29 de mayo escribe al Triunvirato para informar de las celebraciones del día 25.
Pero, el Triunvirato, a vuelta de correo, le oficia reiterando la orden del 3 de marzo (de ocultarla y usar la bandera española) y lo amonesta por incurrir en desobediencia; dejando a su prudencia el modo de «la reparación de tamaño desorden».
Belgrano contesta el oficio del Triunvirato explicando que no se encontraba en Rosario cuando llegó la nota del 3 de marzo, que de haberla recibido no hubiese vuelto a enarbolar la Bandera en cuestión, ya que es de su interés «dar ejemplo de respeto y obediencia», y agrega que ya ha recogido la bandera y la deshará “para que no haya ni memoria de ella…” y que si le preguntasen: “responderé que se reserva para el día de una gran victoria por el ejército y como ésta está lejos, todos la habrán olvidado y se contentarán con lo que se les presente”.
El 20 de febrero de 1813, se produce la Batalla de Salta, y Belgrano derrota por segunda vez a las tropas realistas del Brigadier Juan Pío Tristán, a las que había batido ya en septiembre anterior en Tucumán.
La bandera reaparece y recibe su bautismo de fuego en esa batalla. Se cree que es la misma que le habían ordenado destruir. En Buenos Aires gobernaba otro triunvirato y Rivadavia ya no estaba.
