LA VERDAD, DUELE (¿TE ANIMÁS?) – Originalmente publicado en Facebook
Sé que pocos van a estar de acuerdo conmigo porque todos quieren ser «los buenos» de la historia con el cuento del «consumo personal», el «consumo recreativo» y que drogarse está dentro del «ámbito privado» de las personas. Cuando se habla del tema narcotráfico, siempre saltan los «paladines» de la defensa del drogadicto, es decir, de la persona que financia mediante su consumo esta maquinaria de muerte.
Pues bien… está grave un simple vecino de Rosario que volvía de trabajar (Carlos Giunta, de 39 años). Unos sicarios en moto, que pretendían asesinar a una mujer «soldadita» (para vender ellos en ese lugar, para vender ellos lo que los consumidores compran) lo terminaron acribillando a él, que no tenía nada que ver. Resulta que la «soldadita», para protegerse ella, lo usó a él como escudo, se escondió detrás de él, que sólo regresaba a su casa después de trabajar.
Qué «recreativo» todo, ¿no? ¡Cuánta responsabilidad por parte de los que en su «ámbito privado» eligen financiar al narcotráfico para «consumo personal» y «recreativo».
Con todo el dolor del mundo, me veo en la obligación de decir lo siguiente:
Qué injusta es la vida. Le tocó a un simple trabajador lo que debería tocarle a aquellas personas que posibilitan este comercio mediante su irresponsable «decisión» de comprar droga. A ellos un disparo debería afectarles la médula espinal y que no puedan sentir ni mover más las piernas, como le acaba de pasar a este laburante. A ellos les tendría que pasar, no a un tipo que no tiene nada que ver con la joda.
¿Seguirías pensando que comprarle droga a un asesino se corresponde con tu «ámbito personal» y tu «consumo recreativo» si las personas que vos mismo financiás te dejan inválido para toda la vida?
Yo no lo deseo el mal a nadie, pero nada me supera tanto como cosas como ésta (que la ligue un inocente). Ni nada me subleva tanto como escuchar a cómodos «biempensantes» que, por querer «quedar bien» con Dios y con el diablo… se arrodillan frente del criminal sobre las espaldas de las víctimas, que ya no pueden defenderse.
(No mires de reojo. Sé que no te gusta lo que digo. Pero por culpa de consumidores o biempensantes como vos… sigue la ciudad de Rosario sumida en este calvario. Vos sabés mejor que yo que un inocente atajó la bala que era para vos, que podés seguir caminando. ¿Para qué vas a seguir caminando, ahora? ¿Para seguir buscando escudos humanos… o para hacer lo propio por evitar porque estas cosas sigan pasando?).
A la droga se le dice «NO». Al narco se le dice «NO».
La verdad duele. Y la verdad es que sos vos la persona que puede elegir entre seguir siendo el asesino o la que nos permita empezar volver a caminar. Es tu decisión. ¿Qué le dirías a esa persona que quedó sin poder sentir las piernas porque tus proveedores lo dejaron así? ¿Le darías tu ejemplo para seguir adelante, salir del pozo? ¿Le pedirías perdón?
Recemos porque un milagro ocurra y este trabajador rosarino pueda volver a tener la vida que los narcotraficantes (y los consumidores, es decir, sus financistas) le quisieron quitar para siempre.
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