La verdadera infracción de Cabandié

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Cambandié


nico2Por Nicolás Márquez (Sustraído de La Prensa Popular)

El Diputado kirchnerista Juan Cabandié, tuvo por progenitores a dos terroristas montoneros que desaparecieron en el marco de la guerra que ellos y la organización presidida por Mario Firmenich le desataron al país.

En efecto, fue en el violento contexto de los años 70’, cuando Cabandié vio la luz el 16 de marzo de 1978, en el incómodo marco en el cual sus padres (Alicia Alfonsín y Damián Cabandié) estuvieron detenidos con motivo de su activa participación en la banda homicida Montoneros, la cual fue autora de infanticidios, secuestros y asesinatos indiscriminados. Luego, ante la situación de desamparo que padeció el por entonces niño Juan tras la desaparición de sus padres, éste pasó desde entonces a estar al cuidado de una familia sustituta, y fue recién en el año 2003 cuando Cabandié, a la sazón con 25 años de edad, tuvo acceso a su verdadera identidad biológica y saltó a la notoriedad de la mano del kirchnerismo, quien no vaciló en explotar su caso y desde entonces el joven Juan comenzó a disfrutar de las mieles del poder trabajando de nieto recuperado.

Sin dudas, los tristes sobresaltos que padeció Juan Cabandié tienen varios responsables y/o culpables, los principales de ellos son sus padres biológicos, quienes al integrar una banda ilegal y homicida expusieron a la criatura al riesgo grave que derivó en su desamparo y posterior cambio de identidad. Sin embargo, sería injusto transferirle o imputarle a Cabandié el carácter delictivo de sus progenitores, puesto que aquél no tiene la culpa de portar tan lamentable antecedente familiar.

¿Por qué dedicarle tantas líneas a un personaje intelectual y políticamente menor como lo es Cabandié?

Ocurre que como es de público conocimiento, esta semana corrió como reguero de pólvora un video casero en el cual, el citado nieto recuperado se negaba a firmar una multa automotriz, que le correspondía por manejar imprudentemente sin la documentación reglamentaria. En efecto, fue en este contratiempo en el cual el Diputado destrató a la Agente que pretendía multarlo, tildándola de “desubicadita”, espetando un procaz “yo soy más guapo que vos” y como no podía ser de otra manera, Cabandié hizo uso del martirologio propio de todo becario setentista al espetar: “yo soy hijo de desaparecidos”, como si esa desdichada condición personal lo eximiera de firmar la multa que le incumbía por su infracción. No contento con estos “argumentos”, el Diputado redobló la apuesta revolucionaria y alardeó “yo me banqué la dictadura”, en alusión no a la actual dictadura (para la cual trabaja obedientemente) sino que suponemos que Cabandié se refería al gobierno de facto naciente en marzo de 1976. Esta última ostentación no dejó de resultar curiosa, puesto que como vimos, el Diputado ni siquiera había nacido cuando se produjo el demonizado golpe del 24 de marzo de 1976. Seguidamente, en el marco de sus guapezas, Cabandié incurrió en una extraña confesión a la Agente el vociferar lo siguiente: “Estoy donde tengo que estar, bancando a los hijos de puta que quieren arruinar este país”. Lamentamos coincidir con Cabandié: no hay dudas de que él se encuentra bancando exactamente lo que admitió.

Luego, aprovechándose de su influyente condición de Diputado oficialista, Cabandié amedrentó a la funcionaria llevando a cabo llamados telefónicos a sus amigotes del poder político, a fin de ordenarle a su contacto que se le aplique “un correctivo” a la Agente que osaba multarlo.

¿Qué se debe reprochar?

Lo que sí habría que reprocharle al Diputado oficialista con toda energía, ni siquiera es el contratiempo doméstico de manejar sin seguro, sino el hecho de reivindicar insistentemente a la delincuencia terrorista de la que participaron sus predecesores y a la vez, hoy trabajar funcionalmente para otra banda de facinerosos popularmente conocida como Frente Para La Victoria, cuyos jefes son Cristina Kirchner y Amado Boudou. Aparejadamente, cabe repudiar también el hecho de que el nieto recuperado haya utilizado su cuota de poder para destratar a trabajadores de clase baja (como lo son los Gendarmes), actitud totalmente contraria al discurso igualitario del que él se vale en su proselitismo a fin de para conseguir los votos suficientes para seguir detentando bancas legislativas y así vivir de los impuestos de los contribuyentes, los cuales deberían ser destinados a mejor causa que al bolsillo y disfrute de un conflictuado patoterito kirchnerista.