Escribe: Pablo Rodríguez
(@pablorod1970)
A poco menos de un año de las elecciones legislativas, nos encontramos con que las alternativas opositoras al gobierno no están a la altura de las circunstancias.
Los políticos disidentes no se muestran como una salida viable a un cambio que demanda buena parte de la sociedad y esto sólo beneficia al gobierno.
Si repasamos nuestra historia es evidente que somos propensos a repetir viejas recetas.
¿Cómo podemos pensar que el bipartidismo que tenemos hace décadas puede ser la solución si nos han demostrado en la práctica que lo único que han hecho es hundir más y más al país? Oficialismo y oposición siempre han sido “socios” con el objetivo de prestarse el poder cada cierta cantidad de mandatos.
Por un lado tenemos al peronismo, difícil de comprender si consideramos que se adecua a las conveniencias del momento, pasando de derecha a izquierda sin que ningún representante se sonroje. Los radicales actuales, timoratos y tibios, parecería que les falta sangre y habilidad (más allá de su incapacidad) para contrarrestar los fuertes embates del aparato peronista. Por último, está el Frente Amplio Progresista, también tibio y funcional al modelo K, y el PRO que no sabe exactamente dónde pararse basando sus decisiones políticas en las encuestas o en el humor de la gente, es decir, demagogia pura.
El 13S y el 8N fueron muestras de que la gente no se siente representada por esos sectores políticos.
Si siempre votamos de la misma forma, ¿podemos esperar resultados diferentes? Es obvio que no. No importa si el candidato se muestre capacitado, inteligente y ejecutivo, el sistema actual se lo termina devorando porque éste está inmerso en el mismo desde sus inicios.
Entiendo que lo que se plantea en esta nota, es decir, “los marcos mentales tan arraigados en la sociedad”, son muy difíciles de cambiar, pero por otro lado estoy convencido que esa minoría cada vez más numerosa debería plantearse si deberíamos seguir buscando la menos mala de las alternativas ya existentes (que han hecho tanto daño al país) y plantearse seriamente si dentro de los partidos minoritarios existe una alternativa renovadora de fondo. Hay países que funcionan muy bien tanto con gobiernos de derecha como de izquierda, pero lo fundamental es la coherencia en los actos y los principios de las personas que intervienen. También es muy importante que sepamos que una minoría fuerte es casi tan importante como el oficialismo. Actuar y saber ponerle freno a los deshonestos y malintencionados es fundamental para limitarles el poder de llevarse puesta a la república.
En los últimos tiempos han surgido algunas alternativas de cambio de diversas ideologías políticas. ¿Podemos darle lugar a nuevas generaciones limpias de todos los vicios que se encuentran en el ambiente político? ¿Podremos pensar que haya algo diferente a lo ya vivido? Estoy seguro que sí, pero para que estos surjan debemos votar desde nuestros valores y no, como mencionaba en un párrafo anterior, optando por el menos malo.