Escribe: Myriam Echegaray
Estimado David Rey:
Por medio de la presente, quisiera agradecer toda su labor periodística que tanto ha significado para quienes padecemos en carne propia todos los vejámenes producidos por la persecución del gobierno kirchnerista.
Si me permite, paso a comentarle el grave pesar por el que transitamos mi familia y yo. Mi nombre es Myriam Beatriz Echegaray Hidalgo, soy esposa de Héctor Rubén Camargo Granda, actualmente preso en prisión preventiva en el módulo 6B del complejo penitenciario “San Felipe” de Mendoza.
El día 17 de febrero del año 2014 mi marido fue instado a comparecer al inicio del 4to. Mega Juicio por delitos de lesa humanidad en la provincia de Mendoza, donde le imputaban averiguación de encubrimiento. Ante tal la citación, mi marido se presentó en Tribunales Federales sin ofrecer ningún tipo de resistencia. Al finalizar la audiencia y ya con mi marido en casa, el mismo día a las 18 hs. se presentan en mi domicilio tres uniformados pertenecientes a Gendarmería Nacional y dos civiles con orden de allanamiento, detención y traslado al complejo penitenciario. Se lo llevan detenido por la imputación de los cargos de averiguación de encubrimiento y averiguación de asociación ilícita.
Es difícil relatar los hechos tal como se sucedieron ese día, por la desesperación y el desasosiego producido al ver a mi esposo, un hombre de bien, quien prestó servicio durante 30 años en la policía de Mendoza de manera honesta, laboriosa, con lealtad y patriotismo; dedicado por entero a su familia, compuesta por sus 6 hijos y 8 nietas (de las cuales dos nacieron y otras dos fallecieron durante su cautiverio). Mi marido es un hombre dedicado por entero a su hogar y a su esposa. En su jubilación se dedicó a lo social, al baile, al folklore y al canto; participó en el club de Regatas, en el coro de OSEP y otros. Mi compañero de vida es una persona incapaz de hacer el mal y que por el contrario supo servir con honor a su Patria y a la sociedad. Es inconcebible que haya sido arrebatado de su hogar y de su familia como si fuera un vulgar delincuente.
Luego de unos días y ya repuesta, me presenté en el Juzgado Federal. Quise hablar con el presidente, el Juez Piña, para informarme sobre la detención de mi marido. Obviamente el Juez no me atendió sino que lo hizo su secretaria. Al hablar con la susodicha, empecé a preguntarle, con llanto en mi garganta, por los motivos de la detención, a lo que me contestó que “no me preocupara ya que estaba detenido preventivamente por averiguación de asociación ilícita”.
«¿Asociación ilícita?» le pregunté. «¿Con quién?».
Me contestó que la asociación imputada era con el Ejército, específicamente con el Gral. Menéndez, quien al momento de los hechos en cuestión detentaba el cargo como Jefe del Ejército.
Ya, sacada de mis casillas, volví a preguntar:
«¿Asociación ilícita? Pero ¿qué tipo de locura es ésta? ¿Qué circo es éste que se está montando? ¿Qué clase de estupidez o chiste de mal gusto? Si mi marido, en ese entonces, trabajaba como cualquier otro policía, siendo él apenas un oficial de tan solo 22 años de edad. ¿Cómo que por el simple hecho de trabajar para el gobierno se iba a asociarse ilícitamente con él?».
A pesar de mis insistentes preguntas, la “elocuente” secretaria no sabía qué responder, dejando de manifiesto, de una manera cada vez más patente, la inconstitucionalidad de la detención de mi marido, la cual carecía absolutamente de todo tipo de pruebas.
La agonía del desconsuelo por la que debíamos empezar a transitar como familia… recién comenzaba.
Por esos días casualmente tenía que hacer trámites para cobrar la jubilación de mi marido, debía pedir la certificación de su detención a fin de obtener el poder para el cobro de sus haberes. Me presenté en las oficinas de ANSES acompañada de una amiga, en calle Eusebio Blanco de Ciudad, a realizar el trámite y fui atendida por un empleado a quién le explico la razón del trámite. Ese fue, quizás, mi mayor error, porque el “empleado” de Anses empezó a increparme y a agredirme verbalmente, insultando a mi marido y manifestando su clara postura marxista y subversiva.
Hizo todo un espectáculo delante de la gente que estaba presente. Asombrada por la reacción del muchacho, no atiné más que a llorar desoladamente. Claro, luego caí en la cuenta de que la mayoría de los puestos de trabajo de Anses estaban copados por el movimiento político a fin al kirchnerismo: “La Cámpora”. En eso, se acercó un policía federal, que cumplía servicios en el establecimiento, y nos sugirió que realizáramos un informe en el libro de quejas como si tal acto pudiera compensar todo el dolor, la injusticia y la vergüenza producida.
Sabía, sin embargo, que no podía realizar una denuncia policial por lo sucedido, y no sólo porque como denuncia no iba a prosperar debido al régimen político imperante sino que la misma iría a perjudicar a mi marido dentro del penal. El trámite lo terminé haciendo en ANSES del Dpto. de Godoy Cruz sin ningún problema, focalizándome solamente en que mi marido, poco antes de su detención, habìa sido operado de los ojos (de ahí que presenciara las audiencias con lentes protectores). Ya durante el 2015,fue expuesto a dos operaciones más. Sin embargo, por estar preso, todos los trámites – estudios oftalmológicos y otros – se dificultaban enormemente, porque en su calidad de detenido no se los querían realizar.
Fue toda una odisea efectuar cada trámite, permiso, remedios, etc. Gracias a la Dra. Viviana Fernández, oftalmóloga, que además de ser una excelente profesional es una excelente persona, ya que hizo todo lo que estaba a su disposición a fin de facilitar los permisos y pedidos ante el Juzgado Federal para los estudios y la operación. A pesar de ello, todo esfuerzo se volvía y se vuelve todavía un trámite burocrático interminable. Mejor ni hablar de los Habeas Corpus emitidos para que les dieran los remedios que necesita, los gastos económicos y los trastornos de buscar un médico clínico para todas sus dolencias producto de la reclusión que lleva y que cuenta casi por los tres años.
El 31 de marzo del 2014 la fiscalía agrava las imputaciones sumándole a la dos anteriores averiguaciones la figura de homicidio agravado de dos o más personas, averiguación de privación ilegítima de la libertad, averiguación de robo y tortura.
La realidad es que ante la ausencia total de pruebas que incriminen a mi marido, él todavía lleva casi tres años en prisión, fue arrebatado de los suyos sin motivo alguno, quitándole la vida, los años, los meses y segundos; privándole de la cercanía familiar, consumiéndolo poco a poco. Ante semejante tragedia, sólo se entiende que existe una venganza irracional como protagonista, producto de un odio político que puede destruir no sólo personas, sino vidas y familias enteras, como la de los demás Presos Políticos.
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Durante ese tiempo mi marido se perdió del casamiento de mi hijo mayor, el nacimiento de tres nietas, los cumpleaños, las Navidades, las Fiestas de Pascua. Días exclusivos para vivir en familia y en el calor del hogar. La cabeza, el jefe de la familia ya no estaba para compartir y disfrutar las cosas de la vida como lo hace cualquier ser humano. Ni para consolar ante el lamentable deceso de dos de sus nietas, ni siquiera para poder llorarlas junto con sus hijos. El apoyo, el consuelo de padre, de marido y abuelo no está, y me pregunto: ¿por qué? ¿No hay nadie que escuche? ¿La justicia de los hombres es la mayor impiedad? SIN CAUSA alguna, sin saber a quién recurrir, sólo creyendo y esperando en la justicia de Dios, que es bueno y que conoce todas las cruces que hemos y estamos soportando, las humillaciones, el dolor, nuestra agonía en medio de tanta indiferencia, la injusticia inconcebible…
Dios Mío, ¿cuánto pido…? ¿Tan difícil es lo que pido? ¡Si yo solamente, Señor Mío, pido JUSTICIA y LIBERTAD!
Gracias, gracias por haberme escuchado. Que Dios lo acompañe siempre.