Fuente: LA PRENSA POPULAR
No resultó fácil estudiar y analizar al kirchnerismo. No sólo por la hiperactividad del matrimonio que ha dirigido y dirige –hoy en cabeza de Cristina– este proyecto político, sino porque este itinerario comenzó hace muchas décadas, cuando muy pocos sabían quiénes eran Néstor y Cristina. La astucia, la persistencia, el talento y la suerte (requisito que Nicolás Maquiavelo consideraba indispensable para el éxito de un emprendimiento político), acompañaron a la pareja durante este largo tiempo.
Durante la última década, el matrimonio Kirchner supo reescribir el pasado y el presente tanto de la historia nacional como de la vida de ellos mismos. Se auto-promocionaron como jóvenes revolucionarios de los años ’70 cuando en verdad abandonaron a sus camaradas mudando al sur no para hacer la revolución proletaria sino la robolución propietaria. Alegaron haber padecido las “cárceles de la dictadura” pero durante el gobierno de facto solamente Néstor fue demorado un ratito por un trámite administrativo, en tanto se enriquecía al calor de la usura y la especulación. Respecto a los años 90´, se presentaron como disidentes al “neoliberalismo” pero por entonces apoyaron todas las privatizaciones menemistas a la par que secuestraban los fondos de Santa Cruz.
Ya instalados en el poder nacional desde el año 2003, los Kirchner usaron el banderín de los DD.HH. para imponer feriados arbitrarios, reivindicar al terrorismo subversivo, perseguir militares y por sobre todo, lucrar con negociados infamantes. Adularon a los pobres a quienes arrendaron a bajo costo como militantes o votantes mendicantes. Incrementaron su fortuna en más de 1000% (sin contar los testaferros) alegando ser “abogados exitosos”, aunque desde 1987 sólo vivieron del modesto sueldo de la función pública. Vociferaron la “democratización” de la Justica y de los medios de comunicación, pero la intencionalidad real no fue otra que pretender imponer un autoritarismo electivo. Apelaron a la “redistribución del ingreso” mientras usurpaban tierras fiscales para edificar hoteles para “oligarcas”. En cuanto a la fabricación de héroes y leyendas, además del culto idolátrico al fallecido Néstor, glorificaron los homicidios montoneros y consideraron como un prócer a un obsecuente menor como Héctor Cámpora, insustancial personaje al que homenajearon montando una agrupación de yuppies bien pagos. En el plano estrictamente personal, la pareja siempre vendió la parodia del matrimonio fiel y feliz, pero ambos mantuvieron vidas independientes o paralelas.
Para disfrazar tamañas contradicciones, el kirchnerismo alquiló intelectuales y filibusteros de izquierda, quienes se dedicaron a fabricar la defensa de este fraude maquillando de epopeya emancipadora lo que en verdad constituye una estafa institucionalizada. En efecto, estos propagandistas subsidiados desde entonces vienen llevando a cabo ingentes esfuerzos para esconder o relatar distorsivamente el sinfín de enjuagues de este latrocinio socialista, que hizo de una formidable oportunidad histórica para la Argentina un desperdicio político, institucional, cultural y económico.
Así pues, este nuevo libro que próximamente estará en las mejores librerías, constituye el contrarrelato del relato.
Con documentación apabullante expuesta a lo largo de más de 300 páginas y con el respaldo de uno de los mejores pensadores de habla hispana que nos honró con el prólogo (Carlos Alberto Montaner), en esta exhaustiva obra hemos intentado mostrar la verdadera historia de esta ominosa comedia populista.
Esta es la historia de una farsa. Esta es la historia del kirchnerismo.
Nicolás Márquez | Agustín Laje.
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Fragmentos del prólogo
“Cuando el relato es una farsa es un ensayo riguroso, concebido para sacarlo a combatir contra la vertiente kirchnerista del peronismo. Los autores (Nicolás Márquez y Agustín Laje) no pretenden haber escrito una obra neutral teñida por la imparcialidad. Nada de una de cal y otra de arena. No es así, para bien o para mal, como debaten los argentinos. En ese país los intelectuales pelean a cuchillo (…)
Cuando los montoneros peronistas mataban o eran matados, durante aquella época de locura y fascinación con la violencia revolucionaria, inspirada en el ejemplo cubano, comenzada, por cierto, contra el gobierno de Isabelita Perón, los Kirchner iban consolidando una fortuna en bienes raíces .(…) Esta impostura de los Kirchner, por qué ocultarlo, se compadece con la tradición peronista. El peronismo es cualquier cosa. Más que una corriente ideológica, y mucho menos un código moral, es una coartada para llegar al poder, y luego un discurso populista que le sirve de música de fondo al asistencialismo-clientelista con que se ejerce, mientras muchas de las personas pertenecientes a la cúpula se enriquecen sin pausa ni recato. (…)
Los Kirchner son setentistas. Son hijos de esa década de blue-jeans, greñas sueltas y gesto fiero. Si Perón nunca pudo evadirse de la atmósfera fascista en que comenzó a mirar el mundo, a los Kirchner les ocurrió lo mismo con los años setenta.
Es una lástima, porque ambas visiones, la fascista y la revolucionaria setentista, que tanto tienen en común, son contraproducentes. Basta ver cómo se conducen los treinta países más prósperos y felices del planeta para comprobar cuán equivocadas están esas dos corrientes históricas del peronismo. En sus orígenes a los peronistas les llamaban descamisados. Tal vez hubiera sido más exacto llamarles descaminados. Como los Kirchner”.
Carlos Alberto Montaner
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