“El país rogó a los militares, los estaban matando como a moscas”

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Foto: Fernando Sturla/Télam/cb

Escribe: Vicealmirante (R) Héctor Julio Álvarez

“El Ejército es un león enjaulado para soltarlo el día de la batalla”.
José de San Martín.

Señor Director:

Cuando el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón, con acuerdo de ministros, convocó a las Fuerzas Armadas Argentinas para neutralizar el accionar de la guerrilla, mimetizada en la sociedad toda, fue en oportunidad en que las fuerzas policiales de seguridad se habían visto desbordadas y el nivel de conflicto había escalado al punto de necesitar un mayor brazo armado para su aniquilamiento.

El poder ejecutivo, percibiendo que su accionar no podía remitirse al solo empeñamiento de las «Fuerzas de Seguridad», recurrió a un «antibiótico» de más contundente accionar y más amplio espectro. Se valió de sus  Fuerzas Armadas.

A partir de ese momento, el león dejó su jaula y se empeñó en acciones de combate, urbano y rural. Desde el instante en que se ordenó actuar, a fin de neutralizar el mal en el menor tiempo posible, el empleo de la violencia de estado arremetió contra el delincuente accionar subversivo.

La guerra debió ser encarada en el campo militar. La inteligencia fue factor decisivo en su encaminamiento.

Con alto costo de vidas y medios, la victoria militar de las fuerzas legales doblegó la voluntad de lucha de los ejércitos revolucionarios y se ganó nuevamente la paz, para tranquilidad de la nación toda.

En ese tiempo, las fuerzas vivas del país rogaban a las Fuerzas Armadas que actuaran rápido, porque sentían que los estaban matando «como a moscas». La sociedad rezaba a Dios para que alejara el mal que los estaba amenazando de muerte… rogaban que haya paz y que los soldados los cuidaran y protegieran.

Hoy, cuarenta y seis años después, la Argentina debe recapacitar.

2 mil presos políticos militares llamados a morir en cautiverio muestran al mundo la venganza de «indemnizados» e «impresentables» sujetos, los mismos que justificaron su accionar demencial con la sola, inaceptable e injustificada expresión de «cometimos errores», mientras que deambulan por los medios gráficos, radiales y televisivos, haciendo gala de arrepentimiento cero.

Cuán cierto es que «cuando la patria está en peligro, se recurre a Dios y al soldado; cuando el peligro pasa, Dios es olvidado y el soldado juzgado”.


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