Quiénes fueron los papás de «Wado» de Pedro

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Escribe: David Rey

La indefinible y sinuosa carrera presidencial argentina nos ha regalado, hace poco, un hecho más que enternecedor. Es que, al actual ministro del interior y supuesto candidato a presidente, “Wado” de Pedro, una emocionada jovencita le preguntó, en una –supuesta- entrevista de Infobae, cómo era vivir sin “mamá”. Esto dio pie para que el hombre contara que, una vez, la hija de un militar detenido lo paró en la calle para pedirle perdón porque su papá había matado a su mamá, claro que durante los años 70. Y colorín colorado, el curro de los derechos humano sigue intacto.

Si bien es sabido que los políticos son capaces de las peores bajezas con tal de prodigarse cualquier imaginario caudal de votantes, lo que no podríamos asegurarnos es si es cierto lo que el bueno de “Wado” contó. Pero vamos a darle la derecha y creerle. Pues bien, ¡qué más hermoso gesto, por parte de una hija educada, el de hacer lo propio por intentar contener, y sanar, el dolor del prójimo! Restaría ahora saber si nuestro protagonista tendría el valor de emular ese acto que ponderó y pedir perdón él mismo por los crímenes y la infinidad de ilícitos que sus propios padres cometieron en una alocada carrera terrorista que envidiaría el mismo Osama Ben Laden.

Conozcamos de quiénes estamos hablando.

Lucila Adela Révora Lennar (o “Ana”, o “Marisa”, o “Lu”, o “Malulu”, según sus diversos nombres de guerra) fue concubina de Enrique Osvaldo De Pedro en primeras “nupcias”. Nació el 17 de setiembre de 1953 y ya en 1972, con 19 años, no solo que comenzaba sus estudios en Psicología, sino que al tiempo se iniciaría como militante de la Juventud Universitaria Peronista para culminar su “formación” como teniente 1º de Montoneros, organización terrorista que pasó a la clandestinidad a finales de 1974, es decir, en plena democracia. Según el más aclamado que leído “Nunca Más”, “Ana” o “Lu” fue “desaparecida” el 11 de octubre de 1978.

Se estima que, dentro de la estructura de la guerrilla de Montoneros, para acceder a determinadas jerarquías “militares” o “promocionar el nivel”, debía el aspirante acreditar haber cometido no menos de 30 hechos delictuales. Ya veremos cómo nuestra intrépida psicóloga hizo lo propio en aras de “honrar el uniforme”, aunque es cierto que, en virtud del enorme secretismo de las organizaciones terroristas de entonces y de la necesaria concisión que requiere un artículo periodístico, sería imposible un racconto que, con precisión, reúna todas las muestras de aptitud exhibidas. Vayamos con las más significativas.

«Wado» de Pedro, Ministro de Interior.

Buenas compañías

Podríamos, entonces, señalar como relevante la participación que se le atribuye a la pareja De Pedro no solo en el resonante secuestro de los hermanos Born, el 19 de septiembre de 1974 sino, además, en el posterior cobro de 60 millones de dólares para liberarlos (1975). Aquí los “jóvenes idealistas” y padres del actual ministro del interior participaron de la “Operación Mellizas”, la acción en que 25 terroristas de la “Columna Norte” de Montoneros llevó a cabo los secuestros de marras, el cual incluyó el asesinato de tres personas. De esta aventura, según registros, también formaron parte la exministra Nilda Garré (“Teresa”) y “Neurus”, tal era uno de los nombres de guerra del afamado humanista literario Rodolfo Walsh. Secuestraron, mataron, extorsionaron, cobraron rescate… Eran unos tiernos, ¿no?

Los -casi- magnicidas

Si en la actualidad vimos el despelote que se armó por el circo donde a la vicepresidente Cristina Fernández le apuntaron con una pistolita de agua, qué decir de esta hermosa parejita que atentó -aunque de verdad- contra dos presidentes. El primer intento de magnicidio nos remonta al 2 de septiembre de 1975, cuando un “Pelotón de Combate” hizo estallar una bomba en una peluquería a la que asistía la entonces presidente María Estela Martínez de Perón. La explosión hizo incendiar el departamento del encargado del edificio, motivo por el cual resultaron calcinadas la esposa y la hija del mismo, Cecilia Palacios y Gladys Medina respectivamente. De la operación participaron 5 terroristas en total, entre ellos, claro, los maravillosos “papis” de “Wadito”.

Ya el 28 de febrero de 1977, la enamorada parejita de hippies idealistas que luchaban por un mundo mejor intentó asesinar nada menos que al mismo presidente Jorge Rafael Videla en momentos en que éste estaba a punto de despegar en el avión presidencial. Mientras que los autores intelectuales de este atentado, que falló por apenas segundos, fueron, entre otros, nada menos que el “comandante” montonero Mario Firmenich (“Pepe”) y “Neurus” (¡cuándo no!), los papás del “Wado” se anotaron en la epopeya nada menos que en calidad de “EJECUTORES”, es decir, los asesinos seriales que colocaron el explosivo debajo de la pista de aterrizaje y que accionaron por “control remoto”. No les vamos a negar que estaban “adelantados”, ciertamente… mientras que todo el mundo debía girar una horrible ruedita para cambiar de canal, los “idealistas” ya usaban control remoto.

La «teniente 1ero. Ana» y su hijo De Pedro.

Moralistas con “Moral Revolucionaria”

16 de diciembre, 19.15 h, año 1976. Los terroristas del Pelotón de Combate Norma Arrostito de la Columna Capital se las ingeniaron para “armar su arbolito” en pleno centro de Buenos Aires, es decir, en el microcine de la Subsecretaría de Planeamiento del Ministerio de Defensa, ubicado en el tercer piso del edificio que ocupaba en calle Bartolomé Mitre al 1462. En la revista “Evita Montonera”, luego, estos enfermos mentales ponderarían este atentado como un ejemplo de “moral revolucionaria”.

Una moral que se cobró la vida 14 personas y dejó heridas a otras 30. Los terroristas dijeron que ahí “se planificaba” la guerra contra la subversión. La verdad es que ahí tenían metido a un terrorista, el sociólogo José Luis de Dios (NG, “Jerónimo”), empleado como asesor de esa Subsecretaría y con más de 10 años de antigüedad en el cargo, a quien no le resultó para nada complicado dejar allí un maletín que explotaría sin importar la vida, incluso, de los propios compañeros de trabajo. ¡Qué moral! Los papás de “Wado”, otra vez, figuran como ejecutores del atentado, unos verdaderos obreros de la muerte. Para la ocasión utilizaron una bomba “vietnamita”, es decir, un artefacto que además de explosivo contiene perdigones y trozos de metal cuyo único objetivo es el de incrementar el nivel de muerte y destrozos. ¡Unos angelitos los papás de “Wado”!

Lambruschini

Agosto de 1978, “Wadito” tenía casi dos años, ya éramos campeones del mundo, pero la subversión -distinto de lo que se cuenta- aún no había sido neutralizada en absoluto. Muestra de esto es el súper atentado donde participó la “teniente Ana”, que oficiaba en el Servicio de Informaciones de la Columna Capital. Ya no era más la concubina de De Pedro, pero el zorro no pierde la maña, ya que ahora era la hembra de otro terrorista, Carlos Guillermo Fassano (o “Negro Raúl”, según su nombre de guerra), y que en esta misma operación terrorista ostentaba el rango de comandante 2do., responsable de la Columna Capital.

Los terroristas se las habían agarrado con el Vicealmirante Armando Lambruschini, entonces Comandante en Jefe de la Armada. El Pelotón Especial Eva Perón de la Columna colocó una bomba cuya capacidad de daño se podría equiparar a la que se utilizó para volar la Amia; no le querían errar “al punto”. El atentado tuvo lugar en Pacheco de Melo 1963, tercer piso –Buenos Aires- pero a Lambruschini no le tocaron ni un pelo. Resultaron asesinados la hija del Vicealmirante, Paula Lambruschini, de apenas 15 años; Margarita Obarrio de Vila (82) y el custodio Ricardo Álvarez. Se estiman en 10 los heridos de gravedad en tanto que la explosión provocó el derrumbe de dos edificios, los cuales debieron luego ser demolidos. Ésta es la recua inmunda de asesinos que ensalzan los Derechos Humanos en Argentina.

De víctima a víctima

Dos meses después del asesinato de Paula Lambruschini, el 11 de octubre de 1978, la pareja de terroristas fue abatida por la Policía Federal mientras resistían el propio arresto, en Belén 335 de Capital Federal. Insólitamente, tanto Fassano como Révora figuran como “desaparecidos” en las ediciones 2006 y 2015 del Nunca Más de la CONADEP. Antes de morir, los papás de “Wado” De Pedro produjeron la muerte del Oficial Principal Federico Augusto Covino e hirieron a otros dos uniformados. En fin, murieron haciendo lo mismo de siempre: murieron matando y generando daño.

Puede que no sea descabellado pensar que la tartamudez que hoy afecta a “Wado” De Pedro se deba, justamente, a la vida de mierda que le hicieron pasar los asesinos seriales de sus padres mientras éste no era más que un bebé. Más allá de lo cínica que nos pueda resultar su “idea” en torno a los años 70 (donde sus padres eran angelitos que luchaban por los sueños de la humanidad y las Fuerzas Armadas el brazo ejecutor del mismísimo infierno), absolutamente nada le quita a “Wado” el hecho haber sido, y seguir siendo, una víctima de tan horrendo contexto.

Pero ser víctima no lo habilita a ser “victimista”, puesto que en la medida que explote su condición de tal es cuanto más mérito hará para seguir enredado en esa telaraña de dolor de la cual una víctima necesita salir antes que convertir en una tara psicológica (y que en su caso en particular hasta podría tener una resonancia física inclusive). “Wado” de Pedro tendría que honrar la historia que contó respecto de la mujer que le pidió perdón, perdonando, claro, pero más liberador y significativo, dado el caso, sería que él hiciera exactamente lo mismo, es decir, buscar a todas las víctimas de sus propios padres, a todas las personas que sus papás dejaron sin padres, y pedirles perdón con todo el corazón.  

De este modo, quizá “Wado” tenga en sus manos la clave que no solo lo haga mejor persona a él sino que a nosotros nos cure de tanto dolor, tanta injusticia y tanta hipocresía.

Fuentes:

  • Roberto Baschetti, La memoria de los de abajo, Ed. De la Campana, 2007, Vol. 2 Pág. 162 y Vol. 1 Pág. 185;
  • Eduardo Anguita y Martín Caparrós La Voluntad. Una historia de la militancia revolucionaria en la Argentina, Tomo 4 Pág. 96 a 101.;
  • In Memoriam, Ed.Círculo Militar, Buenos Aires 1999;
  • Guillermo Rojas, 30.000 desaparecidos, Ed. Santiago Apóstol, Buenos Aires 2003;
  • Marcelo Larraquy y Roberto Caballero Galimberti De Perón a Susana De Montoneros a la CIA Editorial Aguilar Uruguay 2010, Pág. 214 a 222;
  • Evita Montonera Año I Nº 4 abril 1975;
  • Enrique Díaz Araujo, La guerrilla en sus libros, Ed. El Testigo, 2009.
  • Diario «Perfil»: https://www.perfil.com/noticias/politica/operativo-en-floresta-resguardo-en-la-banera-y-el-nene-que-lloraba-el-dia-que-la-dictadura-mato-a-la-madre-de-wado-de-pedro.phtml
  • Centro de Estudios «José Domingo Maciel».

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