Escribe: David Rey
Cuando el Teniente Coronel (R) Rodolfo Richter fue gravemente herido al comienzo del Combate de Pueblo Viejo, el primero de la ofensiva del Ejército Argentino para recuperar la provincia de Tucumán de la guerrilla del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), casi que termina dado de baja como «inútil para todo servicio», ya que desde entonces iría a movilizarse en una silla de ruedas por el resto de su vida. Pero no fue así.
Medio siglo después, Richter continúa el combate tan jugado como la tarde de aquel 14 de Febrero de 1975. A DAVIDREY.com.ar confió que, entonces, «los oficiales y suboficiales marchábamos más adelantados para que los del ERP vieran que nosotros íbamos primero, y no que mandábamos a nuestros soldados al frente como carne de cañón, como ellos decían». Hoy, el Teniente Coronel sigue exponiéndose en el frente mientras muchos de sus mismos camaradas más bien prefieren la comodidad que garantiza no alterar el ominoso status quo de lo «políticamente correcto».
Por si fuera poco, hace poco publicó su tercer libro, «Los soldados miran al cielo – Relatos de Combates», un pormenorizado detalle de las más significativas refriegas que han debido atravesar las Fuerzas Armadas Argentinas en general, entre las que, por supuesto, está aquella que lo tiene como héroe nada menos que al Capitán Héctor Cáceres, es decir, el hombre que se arrojó sobre el cuerpo de Richter, para salvarlo, pero que terminó recibiendo el resto de los disparos enemigos, regalándonos de este modo una de las historias más maravillosas que nuestra historia registra. Richter lo recuerda a su «instructor de comando» como «la máxima expresión del heroísmo».
Sin medias tintas
«No tendría que haber habido desaparecidos», precisó Richter a modo de autocrítica, «tendría que haber habido fusilados». Seguidamente, el militar explicó que «hubo muchos generales que no entendieron la guerra revolucionaria. No solamente hay que ganar la guerra sino también hay que ganar la paz, no hay que dejar secuelas. Detrás de un desaparecido queda un resentimiento, como no hubiera sucedido si hubiera habido un general que firmara un fusilamiento».
Pero los años y la formación (Richter se recibió en Ciencias Políticas), lejos de endurecer a este soldado, lo ablandaron y enriquecieron tanto en nociones como en sentimientos, al punto de afirmar que no guarda resentimiento contra los guerrilleros que lo dejaron lisiado en el monte tucumano como contra ninguno de aquellos que tomaron las armas para defender sus ideales. Aunque no todo es color de rosas, ojo: «Sí guardo resentimiento contra los que nunca tomaron un fusil y, vestidos de traje y corbata, mataron más personas que los militares y los guerrilleros juntos», dijo.
Entre los tantos tópicos asbordados en la charla, Richter indicó a DAVIDREY.com.ar que «a nosotros, los militares, nos conviene que se cuente la historia completa, todo el sacrificio que nos costó terminar con el terrorismo. La parte de la historia que no se cuenta nos enaltece a los militares». En este sentido, el héroe del Combate de Pueblo Viejo, visiblemente emocionado, recordó que aquel día ninguno de sus soldados resultó muerto o herido (solamente lo fueron oficiales y suboficiales), sin que esto signifique que sus subordinados no hayan combatido.
«Cuando yo estaba herido, tenía bronca y dolor, pero pude ver a mis soldados que siguieron avanzando para terminar la misión. La muerte del Teniente 1º Cáceres los inspiró de inmediato. Los soldados estaban totalmente determinados, a pesar del corto tiempo de adaptación y de instrucción. ¿Por qué? Porque veían que sus oficiales y suboficiales iban al frente. Íbamos a la cabeza de nuestras respectivas fracciones. A pesar de la angustia de no sentir las piernas, cuando los vi pasar, pensé ‘los soldados andan bien’. Ninguno de los soldados defeccionó, ninguno. ¡Ése es el soldado argentino!».
Ver entrevista completa al TC Rodolfo Richter:
Fragmentos de la entrevista:
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