(Originalmente publicado en mi Muro de Facebook).
Como todos los años, hoy me tocó ver un montón de personas (aunque no tantas como años anteriores) peregrinando hacia la Vírgen de San Nicolás. Me parece genial, realmente entiendo que debe tratarse de toda una aventura. Indiscutiblemente, una muestra de… devoción.
Muchos han sabido decirme que, además de una costumbre, dicha caminata tiene el propósito de agradecerle a la Virgen el hecho de que Ella les haya cumplido con algún pedido. Es que, realmente, mucha gente debe su alegría o tranquilidad al favor que la Virgen les haya dispensado. A un milagro, para ser más explicativos. También me parece genial que, honrando esa promesa, haya gente -católicos particularmente- que se propongan caminar infinidad de kilómetros hasta la ciudad de San Nicolás.
Pero… sin que nadie se ofenda, tengo que decirles algo. La Virgen María tiene algo más importante que pedirnos a los argentinos antes que caminar decenas o cientos de kilómetros en virtud de cumplir con una costumbre, una formalidad o una promesa -en definitiva- superflua.
Si yo fuera la Virgen María, a los argentinos les pediría que hagan menos circo y sean mejores cristianos. A los católicos les rogaría -si yo fuera la Virgen María- que sean más católicos. Y esto último no pasa por ir a misa, honrar a los santos y rezar cincuenta veces por día. Ser mejor cristiano y ser más católico es, sencillamente, SER MEJOR PERSONA.
Y se puede ser mejor persona desde la misma casa, sin necesidad de cumplir con una promesa vaga de caminar hasta San Nicolás o Ushuaia. Ser mejor persona es no mentir, no robar, no engañar y no cometer el pecado de moda por estos días, es decir, el de la omisión (ser cobardes). Es que hoy Argentina no precisa tanto de miles de “caminantes” como de calidad humana.
Con esto, pues, claro que no quiero decir que esté mal la peregrinación a San Nicolás. Repito: me parece genial y, de veras, lo veo como una aventura que me gustaría realizar alguna vez. Pero yo a la Virgen no podría honrarla con algo que a Ella le pudiera importar tan, pero tan poco. En un país donde se matan niños por nacer y donde los niños son parte de un experimento iny%//&$ctable ni siquiera probado en ratas, ¿te parece que a la Virgen le puede resultar relevante que vos camines un millón de kilómetros? ¿Y qué actitud tuviste vos mientras esto pasaba? ¿Qué hacías? ¿Qué pensabas? Esa es la actitud que, si yo fuera la Virgen María, me interesaría comprobar en vos. Yo quisiera ver tu rostro, todo lo demás es un simple disfraz.
Cuando, entonces, la vida te coloque en una encrucijada… y te veas en la maravillosa obligación de pedirle a la Virgen María un milagro (porque en fondo de tu corazón estás convencido de que TE ESTÁ ESCUCHANDO), prometele que tu compromiso, que tu forma de pagarle el milagro que le pedís, va a pasar por ser mejor persona, es decir, no mentir, no robar, no engañar y no mirar para otro lado cuando la injusticia pese sobre el prójimo, justamente donde de verdad la Virgen está esperando de tu ACCIÓN antes que de cualquier otra cosa. Ser mejor hijo, mejor padre, mejor hermano, mejor vecino, mejor CATÓLICO. No le prometas a la Virgen que podés caminar cien o mil kilómetros una vez al año, porque te morís mañana y la clavaste con la garantía. Prometele que podés hacer algo superior a eso, que podés dejar tu huella en el corazón del prójimo siendo como prometiste ser. Prometé algo de verdad.
Repito: me encanta que haya tantos católicos, yo lo soy. Pero cada día noto que hacen falta más católicos de verdad, es decir, aquellos que todos los días “peregrinen” con su esfuerzo abnegado, su ejemplo franco y la secreta acción con la que incondicionalmente honran a Dios.
Si yo fuera la Virgen de San Nicolás los esperaría contenta… pero no solo en la Basílica de San Nicolás sino en el corazón de aquellas personas que todos los días nos están llamando para nutrirse de nuestra Fe, de nuestro EJEMPLO, es decir, de lo que podemos hacer por ellas. Les pediría, a los devotos, que hagan menos circo… y lleven a cabo más ACCIÓN.
Fuerte abrazo.
DAVID REY
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