
Escribe: David Rey
Luz Antonia viajó los 235 kilómetros que separan San Rafael de Mendoza con el único propósito de poner a prueba los cinco meses que llevaba de practicar tenis de mesa, es que no hay mejor manera de probarse uno a sí mismo que competir con nuevos adversarios, de otros lados. Y no hay mejor excusa para salir de casa y conocer gente nueva -divertirse, en fin- que una competencia deportiva. La niña, de apenas 13 años y que asiste a la Escuela N.º 4-117 “Ejército de los Andes”, seguramente no aprovechó el viaje para contemplar las enormes montañas que regala el paisaje de la provincia más linda de todo el país. Es que sus expectativas habrán sido más grandes aún.
Los Juegos “Sanmartinianos” 2022 y los Juegos “Evita” 2022 ofrecen a los niños de la provincia de Mendoza y -respectivamente- de todo el país la posibilidad de hacer algo diferente a estar enfrente del televisor o de una computadora. Realmente se trata de una iniciativa loable. Pero no estamos en épocas de buenas personas ni de ideas abnegadas, y lo cierto es que el gobierno no suele dar puntada sin hilo. Gabriela Sarro fue la burócrata de la Secretaría de Deportes que, de un soplido, esfumó todas las expectativas de Luz Antonia al prohibirle jugar al ping pong, pasado el mediodía del sábado 27 de agosto, porque la niña no tenía consigo el carnet de vacunación contra el COVID. Lo que, en un principio, era un sueño, terminó convertido en una pesadilla.
De nada valió que la niña le presentara a la mujer el certificado médico que trajo consigo y en el que, debido a problemas inmunológicos, un médico le desaconsejaba la aplicación de cualquiera de las inoculaciones “de moda”. Este caso de vil discriminación se suma, pues, al de Ezequiel, un niño de 14 años proveniente de Maipú que, también en la capital provincial y en el marco de los mismos Juegos “Sanmartinianos” y “Evita”, fue impedido de jugar al handball. No obstante, según confiaron fuentes a DAVIDREY.com.ar, serían muchos más los niños mendocinos que sufrieron esta situación. Por estos momentos, el papá de Luz Antonia se encuentra decidido a iniciar una demanda penal.

Lo más feo de tener que decir… y que alguien tiene que decir
Que las autoridades provinciales y nacionales están cometiendo un delito contra menores de edad del que, cuando vuelva a reinar la lógica en este país, van a arrepentirse por el resto de sus vidas, es algo que sería estúpido poner en duda. El caso es que, del modo con que actúan, están haciendo partícipes e incluso cómplices de tamaño atropello al resto de las personas, cuyo nivel de impasividad ante la injusticia nos llama poderosamente la atención.
Vayamos al grano: ¿qué es lo que correspondería hacer ante una salvajada como las descritas? Claro que lo menos que una persona de bien haría es abandonar la misma competencia donde se están discriminando niños y por una razón tan insignificante como el hecho de no estar vacunados. Solamente la “zombieficación” sistemática de la población, a cargo de los grandes medios de comunicación -a su vez, pagados por las farmacéuticas- explica este brutal panorama de indolencia y completa falta de reacción ante la injusticia, es decir, ante un hecho tan horrendo como desde ya lo es la discriminación de un niño.
No obstante, lo que tiene lugar por estos días en la provincia de Mendoza es, en realidad, el “siguiente paso” de lo que ya ha ocurrido en otros lugares del país, aunque claro que en situaciones menos críticas como las de marras. Por ejemplo, cuando en la ciudad de Rosario prohibieron el ingreso a los shoppings a aquellas personas que no presentaran el carnet de inoculación, o cuando impidieron el ingreso al diputado Juan Argañaraz a la misma Cámara de Diputados de Santa Fe por negarse al experimento vacunal. Lamentables hechos como este -claramente, de ingeniería social- fueron, pues, apenas el “entrenamiento” que utilizaron los gobernantes para saber que podían, gracias a la zombieficación de la masa, pasar a una instancia mayor, como la que ahora vemos en la provincia de Mendoza.
El próximo paso de los déspotas
Resulta vital, entonces, que las familias lesionadas por la prepotencia estatal actúen en consecuencia, aunque ya no tanto por una cuestión individual sino más bien colectiva, es decir, para contrarrestar la próxima locura que se avecina y que ya ha tenido lugar en otras latitudes: esto es la inoculación por la fuerza de quienes se nieguen a hacerlo “por las buenas”, la detención de los mismos y, como tantas veces ha ocurrido en la historia y como actualmente ocurre en algunos países, la conminación a campos de concentración de todos aquellos sobre quienes pese el rótulo de “despreciados” por el motivo que fuere. Todo aquel que crea que esto pueda sonar exagerado, debería simplemente retrotraerse apenas dos años atrás… y preguntarse si se hubiera imaginado que hoy discriminarían a un niño por no estar inoculado (entonces, decían que los niños ni siquiera barbijo estaban obligados a usar, ¿se acuerdan?).
En la medida que nos fueron quitando derechos a los ciudadanos en función de este cuento chino, se los fueron quedando los degenerados que detentan el poder. Hoy, como es lógico, solamente podemos apreciar toda clase de abusos contra la muy selecta porción de la población con sentido crítico y el poco sentido común que se necesita para realizar la siguiente ecuación: no se puede esperar de un burro otra cosa que una patada, de modo que sería propio de un troglodita creer que los desalmados políticos de hoy de veras estuvieron y están preocupado por la “salud” de los argentinos, al mismo tiempo que tienen el coraje y la alevosía de discriminar a los niños que no se subscriban a sus macabros planes (vacunarlos, enfermarlos, convertirlos en clientes eternos de las mismas farmacéuticas que venden sus “remedios” inyectables y que pagan a los medios de todo el mundo para que no hablen de las muertes y los efectos adversos).
Mientras tanto, el resto zombieficado observa sin inmutarse, quizá algunos saboreando en sus elementales fueros internos cómo “se encargan” de aquel otro que se anima a ser distinto a ellos, es decir, a pensar por sí mismos independientemente de lo planteado por los medios masivos de comunicación. Puede que no exista nada más odioso en la vida que observar a ese loco que pelea… la pelea que uno no tiene el valor de librar.
DAVIDREY.com.ar se solidariza con todas las familias de los niños discriminados y se pone a su entera disposición.

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