
Escribe: David Rey
Por estos días, los hechos acaecidos en Israel nos tienen a todos a la expectativa de un devenir que, según algunos especialistas, incluso podría concluir con una “Tercera Guerra Mundial”. Voces provenientes de los más diversos espacios políticos o ideológicos se aprestan, envalentonadas, para “condenar” el accionar del grupo Hamás, aunque las más de las veces no haya otra convicción que la de figurar con un twit y, de este modo, enrolarse dentro de lo que ahora se considera “políticamente correcto”. Palabras más, palabras menos… todos están en contra del “terrorismo” de Hamás o, bien, de las “víctimas civiles” que legó su última operación militar.
No obstante, mentes bastante más lúcidas, no demoraron en reaccionar a la innegable hipocresía de muchos que condenan el terrorismo de Hamás al mismo tiempo que “jamás” condenaron –sino que, incluso, justificaron- el terrorismo que otrora llevaron a cabo en Argentina organizaciones armadas como Montoneros o el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
Es el caso, por ejemplo, del doctor Gonzalo Pablo Miño, quien en un artículo publicado en PrisioneroEnArgentina.com tituló: “Argentina-Israel, el paralelismo que nadie quiere ver”. Seguidamente, el abogado de militares y policías detenidos en el marco de los juicios de lesa humanidad señaló como que “pareciera que recién, a raíz de esta barbarie (la de Hamás en Israel), se ha descubierto lo que es realmente el terrorismo”. Sin pelos en la lengua, Miño sentenció que, “justamente, lo que es Hamás para Israel, lo fueron Montoneros y ERP para la Argentina”. El mencionado artículo puede leerse con clic AQUÍ.
Por su parte, también circula una carta firmada por los doctores Carlos Bosch y Alberto Solanet, secretario y presidente respectivamente de la Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia, en donde con buen criterio y tras “sumarse al repudio que provoca observar a qué niveles puede degradarse el ser humano cuando el odio anestesia las conciencias”, se indaga respecto de la “doble vara para juzgar al terrorismo, pareciera que hay un terrorismo ‘bueno’ y uno ‘malo’”. En este sentido, Justicia y Concordia sintetizó: “Es difícil comprender a los que juzgan en forma distinta los brutales hechos del terrorismo”.
No pueden ser más atinadas las consideraciones aquí vertidas, toda vez que reflejan la promiscuidad intelectual de aquellos que tachan como de “terrorismo” las acciones de Hamás al mismo tiempo que disfrazan o, bien, justifican aquellas de idéntico calibre que llevaron a cabo los terroristas de ERP o Montoneros, cariñosamente por muchos de estos hipócritas recordados como “jóvenes idealistas”. Pero, hete aquí, que tanto lo esbozado por Miño, Bosch y Solanet (entre tantos otros que, con justicia, se han sorprendido) adolecen de una imprecisión de lo más novedosa, y este mismo artículo viene en procura de subsanarla.
Ellos y nosotros
Y el hecho es que le guste a quien le guste y le pese a quien le pese, y más allá de toda valoración personal de la coyuntura histórica y actual, la organización Hamás sí tiene, a diferencia de las organizaciones terroristas argentinas de los años 70, una importante representación popular en toda Gaza y Cisjordania, sí lucha contra un Estado verdaderamente opresor (con razón o sin razón), sí tiene un genocidio de verdad para apuntar en sus reclamos y sí el pueblo palestino que se arroga representar se encuentra nada menos que asfixiado -en todo sentido- dentro de una inmensa cárcel a cielo abierto. Pueden los métodos de Hamás parecernos condenables, claro que sí (¡y cómo que no!), pero no sería honesto de nuestra parte negar el sinfín de razones (válidas o no tanto) que moviliza a tan demencial accionar como respuesta a lo impuesto por Israel.
En lo que respecta a ERP y Montoneros, convengamos que ambos no pueden acreditarse mayor representación “popular” que la de algún trasnochado con odio de sí mismo, no lucharon contra ningún Estado opresor, sino que atacaron a traición cuanto gobierno hubo -democrático, militar- y no en función de liberarse de ningún yugo foráneo sino con la única misión de imponer el propio (indiscutiblemente foráneo, antinacional). Los terroristas argentinos necesitaron inflar y disfrazar sus bajas en función de “manguear” un rédito económico y ni siquiera tuvieron el valor de recordarse entre ellos mismos como camaradas, como los “soldados” que fueron gracias a la instrucción que recibieron en Cuba y, justamente, Palestina, entre otros. Mientras que los de Hamás reivindican sus bajas como a mártires, la infame y prostibularia legión de rebeldones locales lloriquea sin cesar con el cuento de los 30 mil desaparecidos (de los cuales no hubo más de 7 mil en realidad, siendo que la gran mayoría de los mismos se completa, nada menos, que por combatientes terroristas).
Al tiempo que Hamás libera una lucha contra un Estado que considera extranjero y que “les robó” las tierras a los palestinos, la runfla autóctona se valió de las armas, el dinero y la logística que le proveyeron estados extranjeros para atacar a su propio país. De hecho, la enorme mayoría de las víctimas de los operativos o atentados de Hamás son israelíes, mientras que, salvo contadas excepciones, el total de las víctimas de los más de 20 mil atentados de ERP y Montoneros fueron argentinos.
Hamás, y los palestinos en general, hace décadas que denuncian el “terrorismo de Estado” por parte de Israel; acá hace décadas que los terroristas vienen disfrazando el hecho de que ellos mismos fueron el brazo ejecutor del terrorismo de estado que Chile, Cuba, la URSS, Libia y la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) llevaron a cabo en nuestro propio país. Más claro: los árabes denuncian terrorismo de Estado por parte de Israel; acá los montos “dibujan” el que ellos cometieron y, por si fuera poco, denuncian como a “terroristas de Estados” a las fuerzas naturales de este país que, inevitablemente, nos defendieron de sus asesinatos diarios.
El hombre de Hamás -repito, nos guste o no- es un hombre de Fe, su apego al Corán es tal que lo toma de manera literal y, pues, está realmente dispuesto a morir por lo que considera verdadero. Se tapa el rostro y empuña la ametralladora porque siempre se sabe en combate, siempre está en la primera línea y dispuesto a cumplir con Alá, de ahí que todos los días nos enteramos de altos mandos que perecieron bajo fuego israelí, en plena contienda. El montonero es un católico que leyó la Biblia con el whisky en la otra mano, entendió los Diez Mandamientos como se le dio la regalada gana, sobornó cuánto militar pudo para salirse rajando del país y, desde Europa y muy cómodamente, organizó una contraofensiva destinada al fracaso en la que mandó a morir como boludos a sus propios correligionarios. En lugar de morir por Cristo, los cabecillas locales hoy dan conferencias de “derechos humanos” y cobran indemnizaciones (en dólares americanos) que pagan los ya esquilmados contribuyentes argentinos. Y no se tapan el rostro porque, sencillamente, «no tienen cara» de lo cararrotas que son (al tiempo de que, como buenos cobardes, actúan camuflados, disfrazados de civiles).
El terrorismo, a secas
En fin, para afirmar que Hamás es una organización “terrorista”, sobran las razones… pero siempre es preciso aplicar un fino criterio que, si bien condena sus acciones, no puede desconocer las razones desesperantes que explican dicho comportamiento. Pero para decir que ERP y Montoneros han sido organizaciones terroristas alcanza y sobra con aplicar solamente el sentido común. Las bombas de Hamás explotan en Israel, matan inocentes israelíes, el problema lo tienen los sionistas… Pero las bombas de ERP y Montoneros explotaron en Argentina, mataron inocentes argentinos… y el problema lo tuvimos y lo seguimos teniendo nosotros. Es que mientras que Hamás lucha contra lo ajeno, contra aquello que violenta su cultura y sus costumbres… acá los terroristas de ERP y Montoneros lucharon, justamente, para implantar lo ajeno, aquello que hasta el día de hoy violenta nuestra cultura y costumbres.
Sí, tienen razón Miño y los representantes de Justicia y Concordia en indignarse por el hecho de que muchos imbéciles que lamentan la situación en Israel… nunca dijeron nada respecto del terrorismo que sufrió nuestro país en la época del 70. Pero se olvidan de una cosa: Hamás, al lado de ERP y Montoneros, es un grupito de novicias recolectando manzanas adentro de una canasta de mimbre. Los nuestros SON peores. Y ojo con una cosa: se van a enojar los musulmanes con nosotros si seguimos comparando a Hamás con esta escoria homicida que fue capaz de hacer sangrar a su propio pueblo. Comparar a ERP y Montoneros con Hamás… es darles a los terroristas locales un nivel que, definitivamente, no tienen; es ascenderlos, darles un repertorio de «motivaciones» de lucha que, a estos asesinos sin convicción alguna (y que matan y torturan sólo por el gusto de matar y torturar), no les interesa en absoluto, pero los postula como a «combatientes» y los retira del lugar de tramposos cobardes que fueron y que son.
El terrorismo es grave por el atentado en sí. Por la sangre inocente que fue derramada. Pero es más grave por la estela de injusticia que logra extender a lo largo del tiempo. Como todo asesino, el terrorista ha de autoproclamarse inocente. El terrorismo, pues, se acaba, cuando la justicia de un país determina que dicha acción es terrorismo a pesar de lo que piense de sus actos el mismo terrorista. Cuánto peores son, por brindar sólo un ejemplo, los terroristas de ERP y Montoneros… si solamente nos detenemos a pensar que muchos de los “intelectuales” que hoy levantan el dedito y varios de los jueces y fiscales que hoy “juzgan” los hechos de los años setenta, justamente, formaron parte de esas mismas organizaciones que secuestraron y mataron inocentes, de su propio país, en su propio país. Que tomen notas los de Hamás… si quieren hacer terrorismo de verdad.
Ellos, los de Hamás, están peleando ahora. Pero acá, los terroristas, ya se acomodaron.

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