Ataque a La Tablada: sólo Derechos Humanos para terroristas  

628


Escribe: Carlos Viana

Demora inexplicable de Alfonsín

23 de enero de 1989, seis de la mañana: un camión irrumpe rompiendo el portón del Cuartel del RI·3, en La Tablada. Arrolló al soldado conscripto (19 años) que estaba apostado con una ametralladora, e inmediatamente matan con una ráfaga a otro soldado conscripto (Taddía, 18 años), que estaba barriendo y que al verlos levantó las manos. Inmediatamente los guerrilleros atacan y toman la guardia, desatándose un furioso combate entre el comando terrorista y los defensores del cuartel que, sorprendidos, tuvieron varios muertos y heridos. El combate se prolongo de manera continua por dos días.

El ataque fue de conocimiento público de inmediato, dadas las características violentas y las dimensiones del mismo.

Seis horas de demora

Seis horas después, las tropas del Ejército comenzaron a desplegarse alrededor del cuartel para auxiliar a sus defensores. La guarnición de Campo de Mayo estaba a minutos de helicóptero y otras unidades del Ejército estaban a pocos kilómetros del mismo, lo cual no justifica la demora.

Llama poderosamente la atención que el Comandante en Jefe de las FF.AA. el presidente Raúl Alfonsín, ordenara el contraataque y el envío de refuerzos más de seis horas después de comenzado el combate.

Gorriaran Merlo, comandante de los atacantes, desde su lugar en las afueras de La Tablada, decidió abandonar el puesto de comando, alrededor de las 13 horas, cuando advirtió que recién a partir del mediodía comenzaron a llegar tropas de refuerzo del Ejército.

Comandante que huye sirve para otra guerra… y el que demora inexplicablemente el auxilio de sus tropas cae dentro de lo penado por el Código de Justicia Militar.

El saldo

Murieron: 9 miembros de el Ejército Nacional y dos policías de la provincia de Buenos Aires, junto a gran cantidad de heridos graves.

El soldado Taddía (19 años) se encontraba barriendo las inmediaciones de dicha dependencia. Fue asesinado mientras tenía una escoba en la mano. El Mayor Horacio Fernandez Cutiellos (h) impidió con el fuego de su FAL la toma de de la Jefatura de la Unidad. Al salir, para continuar combatiendo, recibe un balazo en la espalda y, ya caído, le disparan con una itaca en el rostro. Tenía cuatro hijos.

El Teniente Ricardo Rolón se introdujo valientemente en uno de los edificios tomados por los terroristas, recibiendo el fuego enemigo, lo cual le produce la muerte. Era rosarino, pero no figura en los museos de la Memoria que fundaron Obeid (PJ), Binner (PS), Bonfatti (PS), Lifschitz (PS).

El Sargento Ayudante Ricardo Esquivel es muerto cuando trata de ayudar a los heridos. Tenía un hijo.

El Sargento Ramón Orué es muerto cuando se enfrenta con dos terroristas que intentaban huir. También tenía hijos.

El Cabo Primero José Albornoz se adelanta a su fracción defendiendo el polvorín de la unidad, siendo alcanzado por el fuego terrorista que le produce la muerte. Era padre de un bebé de un mes.

El Soldado Martín Díaz (19 años de edad) defiende su puesto de centinela hasta que es asesinado de un tiro en el pecho.

Mueren también combatiendo heroicamente el Comisario de la Policía de la Provincia de Buenos Aires García García y el Sargento Soria, mientras que el Comisario Re pierde ambas piernas. El teniente Coronel Luis Zamudio es herido de un tiro en la espalda y el Teniente Coronel Nani, héroe de Malvinas, pierde un ojo en la recuperación del cuartel.

Una de las guerrilleras nicaragüenses herida le pidió a su compañero que si moría matara al soldado conscripto que mantenían prisionero. La guerrillera expiró y el terrorista mató al soldado de 19 años.

Contrataque tardío

Emprendido el contraataque después del mediodía, las tropas fueron atacadas desde los alrededores por guerrilleros que apoyaban al comando atacante y además se cruzaron en un combate con los Policía de la Provincia de Buenos Aires que, a diferencia de las tropas que comandaba Alfonsín habían acudido en ayuda de inmediato.

El ataque se produjo menos de cuatro meses antes de las elecciones presidenciales del 14 de mayo de 1989. Lo cual le da cierta similitud con el robo de las manos de Perón, menos de dos meses antes de las elecciones de renovación legislativa de 1987.

Vínculos obscuros

El 20 de enero, 3 días antes del ataque,  el periodista Guillermo Cherashny desde El Informador Público, denunció una alianza entre el MTP y la Coordinadora. En su columna afirmaba que Nosiglia les había pedido a los dirigentes del MTP que denunciasen un pacto entre Menem y Seineldín. Cherashny también escribió sobre un encuentro entre Nosiglia y los dirigentes del MTP Felicetti y Provenzano a fines de diciembre, en la confitería Paladium. El apoderado del PJ, César Arias, aprovechó ese dato para cargar contra Nosiglia. El 7 de febrero, el dueño de Paladium difundió un comunicado. Juan Lepes, reconoció que había estado presente el Ministro de Interior en el desfile de moda organizado el 29 de diciembre, pero desconocía la presencia de los dirigentes del MTP y cerraba el comunicado.

Quince años después, el historiador Felipe Pigna dialogó con Gorriarán Merlo, quien le contó que cuando se enteró de las movidas entre menemistas y Seineldín regresó a la Argentina e informó al gobierno.

«¿A quién del gobierno?», preguntó Pigna,

«A Nosiglia. Creo que en cuatro oportunidades. La primera en el local central de la UCR, en la Capital. Lo que percibimos era que el gobierno veía que era muy probable que eso sucediera».

«¿Eso lo decía Nosiglia?».

«Sí, y Gil Laavedra, que era viceministro. Nos decían que no sabían qué hacer. Los veíamos abrumados. Nosiglia nos decía: ‘No sabemos qué hacer'».

Gorriarán -estaba prófugo desde 1983- monitoreaba los movimientos del MTP (Movimiento Todos por la Patria). Un mes y medio antes del ataque, el MTP publicó una solicitada con el título «Resistamos la amnistía y el golpe». La firmaban, en este orden, Enrique Gorriarán Merlo, fray Antonio Puigjané, Jorge Baños, Carlos Alberto Burgos, Roberto Felicetti y Francisco Provenzano. Con tres de ellos, por lo menos, el Coti había tenido contactos durante los meses previos al ataque del 23 de enero.

Desinformación oficial

Los medios oficialistas difundieron hasta la mañana siguiente la versión de que militares carapintadas habían hecho el ataque. Medios de la izquierda violenta, desde días anteriores propagaban la versión de una conspiración urdida entre el candidato presidencial Carlos Menem y el Coronel Seineldín, para dar un Golpe de Estado. Los terroristas lanzaron alrededor del Cuartel volantes en el mismo sentido, proclamándose como militares carapintadas. Campaña coincidente con las denuncias previas al ataque sobre las intenciones oficialistas de promover esta versión. Versión sin fundamentos, ya que las encuestas le daban a Menem una ventaja notoria sobre el candidato radical. Pero la derrota de los terroristas de extrema izquierda y la figura de su comandante, Gorriarán Merlo, desmintieron contundentemente dicha versión. Sin embargo, esta campaña nos ilumina las causas del ataque y la demora.

Los guerrilleros habían sido entrenados en Nicaragua, gobernada entonces por el dictador marxista Daniel Ortega, que fue ayudado oficialmente por cuadrillas de voluntarios argentinos para trabajar en dicho país, todo organizado por la Coordinadora que respondía al Ministro del Interior.

Gorriarán Merlo fue amnistiado por el Presidente Duhalde en 2003, pero quienes resistieron defendiendo la Nación fueron acusados ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la que, desconociendo que se trató de un hecho de guerra y con pruebas endebles, salió en defensa de los terroristas, sin analizar todo el hecho y los asesinatos de estos últimos. También la Cámara de Casación Penal Argentina condenó a dos miembros de las tropas argentinas, en base a una foto confusa y testigos cuestionables.

Por otra parte, el Comando guerrillero estaba formado en su mayoría por nicaragüenses que respondían al dictador marxista de dicho país, Daniel Ortega.

La asociación de las figuras del Coronel Seineldín y Menem

Habría existido la intención de avanzar con la guerrilla hacia la Casa Rosada para provocar un levantamiento civil en defensa de la democracia. Un plan bien arriesgado, como había sido el robo de las manos del General dos años antes. El objetivo era revertir la marcada tendencia de las encuestas, que adelantaban una victoria del riojano.

El complicado plan falló por la resistencia heroica de los defensores y porque a las seis de la mañana se cambiaban las patrullas de la Policía da la Provincia y, advertidos por los tiros y explosiones, fueron y cercaron el Cuartel, dividiendo a los atacantes del comando guerrillero y a los miembros del MTP que los apoyaban desde las casas que circundaban el cuartel. El General Alfredo Manuel Arrillaga comandó la reconquista del cuartel junto con el Mayor Jorge Eduardo Varando.

Derecho para matar

Los jueces de la Sala I del Tribunal, Ana María Figueroa, Gustavo Hornos y Mariano Borinsky, consideraron que esas muertes son «graves violaciones a los derechos humanos» y, por lo tanto, delitos de lesa humanidad e imprescriptibles.

La Corte tuvo en cuenta el dictamen de la procuradora Alejandra Gils Carbó y que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, al expedirse en el caso en el año 1997, declaró que el Estado argentino había faltado a su obligación de investigar de «manera exhaustiva, imparcial y concluyente las ejecuciones de Díaz y de Ruíz».

Los miembros de CIDH solo tuvieron en cuenta las exposiciones de organismos favorables al MTP. Sin embargo, ignoraron el articulo 31 de la Constitución, que da precedencia a la misma sobre los tratados internacionales, pero más grave es que dejan de lado todo el capitulo I de la misma.

En definitiva, según la Procuradora General de la Nación, la Cámara de Casación Penal, los cuatro miembros mencionados de la Corte Suprema de Justicia y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, algunos tienen licencia para matar y otros carecen de Derechos Humanos.