Escribe: David Rey
EFECTOS ADVERSOS: el relato de una víctima que demuestra que los médicos SABÍAN TODO y que los medios tenían la orden de callar
(Públicado en Página de Facebook de DAVIDREY.com.ar – Suscribirse para estar al día)
Gabriela Alegre pasó de ser una mujer que hacía deportes todo el tiempo y que no tomaba ningún medicamento… a requerir de un certificado de discapacidad.
Su calvario comenzó apenas 48 horas después de inocularse la tercera. Oriunda de la ciudad de Rosario, terminó internada en un centro de alta complejidad de Capital Federal, además de que debió usar muletas durante nueve meses. El diagnóstico, firmado por un reconocido neurólogo no deja dudas: la paciente presenta «un cuadro de SINDROME INFLAMATORIO MULTISISTÉMICO post vaccinal Covid».
En la actualidad, Gabriela se recupera muy lentamente, pero debe tomar al menos quince medicaciones distintas por día (una verdadera pesadilla). La mujer, en todo este tiempo, pasó por las situaciones más dolorosas del mundo… Los mismos médicos, sin embargo, le dijeron que debía agradecer por el «hecho de estar viva».
Intentó conseguir ayuda de los políticos, pero le dieron vuelta la cara. Quiso llevar su caso a los medios de comunicación (de Buenos Aires y de Rosario) pero estos -mientras que promovían el ‘pinchazón masivo’- le dijeron que ellos «no decidían» la agenda informativa.
Un testimonio fuerte y que deja al desnudo la criminal agenda que llevaron a cabo los principales actores sociales de Argentina. Ojalá algún día respondan ante la justicia.
La entrevista es larga, sí… pero porque no pude quitarle nada ya que cada segundo de este testimonio vale oro (al menos, véanla por partes). Espero que resulte de utilidad y que sirva para que muchos más sean los damnificados que tengan el valor y la iniciativa de Gabriela.
Si no los empezamos a frenar, van a seguir haciendo de las suyas.
¿NOS CUIDABAN?
(Publicado en Muro de Facebook de David Rey. Enviar mensaje privado para solicitar amistad y estar al día)
Cuando Gabriela Alegre se descompuso, 48 h después ser inoculada con la tercera, y llamó al 0800, la persona que la atendió le hizo una sola consulta: «¿Qué ‘vac-u…’ te pusieron?». Al decirle que se había colocado la «astrazé…», le respondieron, de inmediato:
«Andá a una guardia urgente».
Dos meses y medio después, cuando sus piernas estaban tan hinchadas y doloridas que debía usar muletas para caminar, el médico clínico que la vio no le recomendó que fuera de una flebóloga sino que él mismo se levantó del asiento y fue a buscar a una dentro de la misma clínica.
La flebóloga, al ver cómo Gabriela tenía las piernas, le preguntó:
«¿Te pusiste la ‘astrazé…’, no?». Acto seguido, la doctora le dijo que esa afección -pos pinchazo- ya era usual y que ella misma, al momento de inocularse, impidió que le pusieran una de esa marca.
Mientras ocurrían estas cosas, los periodistas y los políticos insistían todo el tiempo con que «nos estaban cuidando» y que había que pinchar a todo el mundo, incluso «ir casa por casa». Sabían bien lo que pasaba y la cantidad de víctimas que había; así y todo, seguían con el circo criminal.
El testimonio de Gabriela no tiene un segundo de desperdicio. Es largo, te invito a que lo veas por partes.
Es un testimonio duro. Vas a tener que tomar aire antes de empezar.
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